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Aznar quiere marcar la pauta a Rajoy también sobre Cataluña desde FAES

La fundación del expresidente publica un durísimo alegato contra el nacionalismo catalán

Carlos E. Cué
Rajoy y Aznar, en la clausura del Campus de FAES en 2012.
Rajoy y Aznar, en la clausura del Campus de FAES en 2012.ULY MARTÍN

José María Aznar no estará en la convención del PP este fin de semana en Valladolid. Y no podrá, por tanto, hacer lo que ya es casi una tradición en los últimos años: marcar el camino que a él le gustaría que siguiera Mariano Rajoy, su sucesor, al que él eligió a dedo. Pero aunque no esté allí para marcar la pauta, su fundación, FAES, ha hecho ese trabajo por él. Un día después de que Aznar confirmara su plantón a Rajoy, FAES ha publicado un extenso documento sobre la crisis independentista en Cataluña. El sector de Aznar y Jaime Mayor Oreja achaca a Rajoy poca firmeza con los nacionalistas catalanes y vascos. Y el documento, redactado en la forma de “20 preguntas con respuesta sobre la secesión de Cataluña”, es un durísimo alegato contra el nacionalismo, en el que marca el camino y unas claras líneas rojas.

En realidad, la línea de fondo del texto, un documento de 80 páginas muy trabajado, lleno de datos, citas y referencias históricas, no es del todo contradictoria con el discurso que Rajoy pronunció el pasado sábado en Cataluña. Pero el tono es bien diferente y sobre todo incide en lo que más le reprochan al presidente: entra de lleno en el combate ideológico y con datos contra el independentismo, precisamente lo que hasta ahora Rajoy no ha querido hacer, hasta el punto de que ni siquiera quiso contestar al documento de supuestos agravios económicos —que sumaban 9.000 millones de euros— que hizo la Generalitat en octubre de 2013.

Ya desde el arranque, Francisco Javier Zarzalejos, secretario general de FAES y hombre de tal confianza de Aznar que fue uno de los tres enviados a la reunión con la cúpula de ETA en Zúrich en 1999 (con Pedro Arriola y Ricardo Martí Fluxá), deja clara la filosofía de combate ideológico del nacionalismo: “La situación que vive Cataluña vuelve a demostrar cómo los nacionalismos, al mismo tiempo que se atribuyen la representación auténtica e intemporal de los pueblos, terminan siendo los agentes más profundamente divisivos de las sociedades a las que dicen encarnar. Incapaces de aceptar lo que se escapa a su visión dogmática, se niegan a asumir la pluralidad que es intrínseca a sociedades de largas trayectorias históricas compartidas”. “El proceso secesionista quiere ofrecer una cara amable y dialogante, pero arranca con el ‘España nos roba’. Dice buscar un futuro de armonía, pero retrata con los trazos más negros una historia falsa de agresión continuada de España a Cataluña. Alardea de europeísmo, pero oculta que esa Cataluña vendida como utopía de bienestar quedaría fuera de la Unión Europea y afectaría sin remedio a generaciones de catalanes, empezando por los actuales y futuros pensionistas”, escribe Zarzalejos en el prólogo.

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Ya en el texto, el tono es duro: “Se trata de un empeño dañino socialmente, antihistórico, gravemente lesivo económicamente para España y para Cataluña, pero que también socava la democracia en nombre de la propia democracia y pone en cuestión el Estado de derecho y los valores de paz y concordia que persiguen las normas básicas de nuestra convivencia”.

“¿España roba ahora a Cataluña?”, se pregunta. “Por supuesto que no. El secesionismo afirma que existe un presunto maltrato fiscal que padecen los ciudadanos catalanes en el actual modelo de Estado y que por ello es urgente alterar el sistema de financiación de Cataluña. Pero eso no es más que un mito. Es, simplemente, la propaganda que algunos partidos catalanes han alimentado para activar uno de los factores más peligrosos del populismo nacionalista: el sentimiento de pertenencia a una comunidad que es agredida desde el exterior y cuya identidad está siendo puesta en peligro”.

El documento ofrece una serie de análisis económicos y gráficos para tratar de desmentir el supuesto agravio. Pero sobre todo recuerda que todas las grandes decisiones en España, también financieras, se han tomado con la participación directa de los políticos catalanes. Incluso alude a un texto, de Josep María Ainaud de Lasarte, en el que se concluye que hubo hasta 66 ministros catalanes desde 1818 hasta 2000. Y asegura que han estado en todas las instituciones clave, hasta el punto de que “el propio presidente del Consejo Asesor para la Transición Nacional, Carles Viver i Pi-Sunyer, ha sido vicepresidente del Tribunal Constitucional”.

Lleno de referencias históricas para desmontar los “mitos del nacionalismo”, el texto llega a recordar que en 1714, en la batalla de referencia, “los barceloneses lucharon exhortados por las autoridades catalanas a ‘derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España’ (bando difundido por los Tres Comunes en Barcelona el 11 de septiembre de 1714)”.

La conclusión es especialmente dramática. Bajo el título “Un proceso para una Cataluña empobrecida, desgarrada y aislada”, argumenta que “el resultado más grave del proceso secesionista sería la quiebra de la sociedad catalana y de toda la sociedad española. También la posible ruptura territorial interna de Cataluña. La ruptura de una convivencia que en ocasiones, no tantas, puede ser exigente e incluso compleja, pero que es real desde hace siglos”. Y por último añade: “La secesión probablemente es el más absurdo y gratuitamente destructivo empeño político, económico y social de la historia de Cataluña. Un acto contrario a la civilización política española y europea, civilización que los catalanes han contribuido a hacer posible”.

El PP se desvinculó del texto y María Dolores de Cospedal, a pesar de que es vicepresidenta de FAES, dijo este miércoles que no lo había leído y que “una cosa es la fundación y otra el partido”.

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