González encuentra su espacio
El sucesor de Aguirre se labra un perfil propio en el PP reclamando “desde la lealtad” un nuevo modelo de financiación o criticando el déficit asimétrico
A Ignacio González le ha bastado un año para labrarse un perfil propio, con un discurso único, aunque resulte incómodo, sea quien sea el interlocutor. Incluido el Gobierno de Mariano Rajoy. El cuarto presidente de la Comunidad de Madrid acaba de cumplir 53 años en el centro del foco. Dando, tras un periodo de engranaje, sus primeros pasos como barón del PP, de forma autónoma, sin quedar eclipsado por Esperanza Aguirre. Encabezando el movimiento generalizado en todas las autonomías contra el sistema vigente de financiación autonómica, cuyo cambio viene pidiendo desde julio de 2012, antes que nadie, cuando era el vicepresidente del Ejecutivo madrileño (puesto que ocupó nueve años). Y sin cortarse en alzar la voz, “desde la lealtad”, en los asuntos que dependen de La Moncloa y considera estratégicos para Madrid, como el planteamiento actual de la reforma local, los problemas que atoran al aeropuerto de Barajas o que se permita fumar “de forma restringida” en Eurovegas, requisito no negociable para Sheldon Adelson. Eso, cuando no se planta y se posiciona directamente en contra, como con el reparto de déficit asimétrico... O cuando plantea una rebaja del IVA cultural para enfado del ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, para el que la crisis del cine español se debe a la “calidad” de las películas.
El día que Aguirre pilló a pie cambiado al mundo entero, el 17 de septiembre de 2012, dimitiendo por sorpresa como presidenta de Madrid (y diputada regional) y limitando sus funciones políticas a dirigir el PP autonómico, el más poderoso de España, González afrontó un reto mayúsculo: cuadrar en apenas un mes las cuentas regionales más crudas en 10 años. “Hay que administrar lo que te toca”, dice González.
En su caso fue un escenario inhóspito en el que la crisis, tras comenzar oficialmente en 2008, ha estallado con especial virulencia en Madrid tras el recorte de 2.800 millones de euros —en julio de 2012 la Comunidad metió otro tajo de 1.045 millones como resultados de la caída a plomo de los ingresos— y apostar por políticas muy contestadas en la calle como la privatización de la gestión de seis hospitales. Y, como consecuencia del malestar ciudadano, con las encuestas dando por descontado que el Partido Popular perderá 20 años después la mayoría absoluta en las elecciones de 2015, para las que González no sabe todavía si será el candidato de Génova.
“Si tenemos que discutir un asunto con el Gobierno, lo hacemos”, dice
Pese a todos los frentes pendientes, González no trasluce tensión alguna. “Está muy tranquilo consigo mismo”, resume un alto cargo de la Comunidad de Madrid. “Por las noches duerme del tirón”, agrega. Entre cinco horas y media y seis. Tomando, mientras echa un vistazo a los informativos de televisión, un kiwi o un plátano y algo de queso fresco acompañados de un actimel tras levantarse a las siete. Sin renunciar a los dos días a la semana que acude a rehabilitación para no operarse de la cadera. Así lleva seis años. La diferencia se aprecia más por las tardes, que el dirigente dedica a leer los emails de la jornada en su casa. Quitándole tiempo para ver la serie Isabel o House of Cards, de la que tiene varios episodios pendientes.
En definitiva, su rutina es similar a la que tenía en los años de bonanza en que no había día en que Aguirre no inaugurara algo. En su etapa como presidente, González ha inaugurado una biblioteca, un centro de salud, un colegio y un tramo de carretera. Y ya. “En este momento político, marcado por la crisis económica y el desafío secesionista en Cataluña, es especialmente complicado estar en la presidencia de la Comunidad de Madrid”, opina Aguirre. La mentora de González defiende “la preparación y experiencia” de su delfín, al que desde su trono del PP madrileño da cobertura de los sectores críticos de la dirección nacional del PP. En particular, del ala marianista, vinculada a Rajoy, donde le ven como una extensión de Aguirre y no olvidan el asalto al poder fallido en el Congreso del PP en Valencia en 2008.
“Dudo que haya alguien más curtido que Ignacio”, sentencia Aguirre. “Domina los temas, no es nada superficial... Nos obliga a llevar bien preparados los asuntos al Consejo de Gobierno”, interviene un consejero. A finales de abril del año pasado su protectora y amiga le propuso como secretario general del partido en Madrid. Consolidándole así en un cargo que González ocupaba desde la defenestración de Francisco Granados tras perder la confianza de la matriarca. En contra de la opinión generalizada de los partidos de la oposición —que también lanzan acusaciones a González por su ático en Marbella—, Aguirre recalca que su sucesor “está lidiando con la crisis”. También con ella. En la primera planta de la sede del PP no olvidan la bronca de 45 minutos del pasado julio en la que González la instó a cesar en sus reiteradas críticas a la dirección nacional de la formación. El episodio de ira fue un hecho excepcional en el presidente de la Comunidad de Madrid, con fama de tranquilo y reflexivo dentro del partido. “Cuando te llama y dice ‘Ummmm, vamos a ver’, prepárate porque tienes un problema. Pero eso es lo máximo”, cuenta un responsable del PP.
Si Aguirre es pasional, González no da puntada sin hilo. Contrario a las emboscadas, ha mantenido conversaciones previas con el Ejecutivo de Rajoy antes de expresar en público su rechazo a determinadas políticas que a su entender perjudican a Madrid. Incluso ha llegado a avisar por escrito que Madrid votaría en contra del déficit asimétrico diseñado por el ministro Montoro, días antes de que lo llevase al Consejo de Política Fiscal y Financiera del pasado agosto. Creyendo que era un farol, Montoro, que no es que despierte grandes simpatías ni en la Comunidad ni el PP de Madrid, quedó desconcertado cuando Madrid cumplió su advertencia. Siendo la única comunidad del PP que votó en contra. “Para nada buscamos la confrontación, pero si tenemos que discutir un asunto con el Gobierno, lo hacemos. Siempre con absoluta lealtad”, expresa el presidente madrileño.
Por segundo año consecutivo, a finales de mes presentará unos presupuestos difíciles de digerir, según el Gobierno regional lastrados por el modelo de financiación y según la oposición por su negativa a gravar a las rentas más ricas. Aun así, González ha anunciado que bajará impuestos. Provocando la ironía de Montoro. Pero desmarcándose de las políticas del Gobierno central a la búsqueda de su propio espacio.
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