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Un empresario en dos aguas turbias

José Luis Sánchez Domínguez, constructor imputado por la juez Ayala y con amigos en los dos grandes partidos, niega ser el principal donante del PP, como revelan los papeles de Bárcenas

El presidente de Sando, José Luis Sánchez Domínguez, sale de los juzgados de Sevilla en febrero de 2010.
El presidente de Sando, José Luis Sánchez Domínguez, sale de los juzgados de Sevilla en febrero de 2010.J. Barbancho

Discreto y algo introvertido. Al empresario José Luis Sánchez Domínguez (Málaga, 1938) no le gusta la ostentación y exhibe con orgullo su origen humilde. Hijo de ferroviario, el presidente del Grupo Sando no es persona que en público alardee de haber levantado un imperio de la nada, pero tampoco le pesa recordárselo a su interlocutor si la situación lo requiere. Por eso, un comensal que compartió almuerzo con él hace unos años, en la etapa del boom económico, se quedó sorprendido cuando el constructor se animó a contar “un chiste” para ilustrar el poder que había acumulado su empresa: “Tú imagínate que el cura dice en misa: ‘Sando, Sando, Sando…”.

Sánchez Domínguez, casado, con cuatro hijos y varios nietos, se crio en un hogar con tres hermanas en uno de los barrios malagueños más populosos. Empezó a trabajar joven, portando frutas y hortalizas desde Málaga hasta un negocio de unos tíos suyos en Córdoba. Sus jornadas eran de sol a sol, un patrón que ha mantenido a lo largo de toda la vida. Años después aprovechó el despertar del turismo en la Costa del Sol para dedicarse al abastecimiento de suministros y poco a poco se fue haciendo con una flota de camiones destinada al transporte de áridos. Construcciones Sánchez Domínguez nació en 1974 como pequeña empresa familiar.

El Grupo Sando se desarrolló en buena parte aupándose en la obra civil pública. Se convirtió en constructora de autopistas, metros, aparcamientos o aeropuertos. También de viviendas, aunque el perfil de su creador está alejado del especulador dispuesto a casi todo que floreció durante el apogeo del ladrillo. Sánchez Domínguez es un invitado ineludible en cualquier acto de enjundia que se celebra en Málaga. Es una institución en Andalucía. Poco dado a las entrevistas, su condición de presidente de una de las empresas más potentes del país en su sector lo hace, sin embargo, muy visible en eventos sociales y protocolarios. Su nombre aparece en todas las crónicas, escritas también para relatar los numerosos reconocimientos y galardones recibidos por él o su empresa.

El empresario tiene relación con Manuel Chaves, expresidente andaluz, y con su rival popular, Javier Arenas

Pero esa aureola de éxito se ha empañado en los últimos años. El empresario está imputado desde 2009 en el caso Mercasevilla por el concurso para la venta de suelo de la empresa municipal sevillana que Sando ganó tres años antes. La juez Mercedes Alaya sospecha que pudo ser fraudulento y estar amañado. También ha implicado en estos hechos presuntamente irregulares a uno de los hijos del empresario y a un exdirectivo del grupo. La magistrada —instructora también de la causa de los ERE, a la que llegó desde el dosier Mercasevilla— ha reactivado recientemente este procedimiento con la imputación de seis constructores que pujaron en el mismo concurso público.

Igual de incómodo es el asunto por el que Sánchez Domínguez ha saltado a la escena pública en los últimos meses. El empresario malagueño aparece en la contabilidad secreta atribuida al extesorero del PP Luis Bárcenas como el principal donante del partido. Supuestamente habría aportado 1,25 millones de euros. Sánchez Domínguez declaró como imputado a finales de mayo ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, junto a otro grupo de empresarios, y negó haber dado dinero al Partido Popular o a cualquier otra formación. “Las donaciones no están dentro de la política de Sando”, dijo. Explicó al magistrado que en los últimos años ha ido dejando poco a poco la responsabilidad del negocio en manos de sus hijos y reconoció que le une una relación de amistad con el extesorero popular Álvaro Lapuerta, aunque ha precisado que en sus encuentros “nunca" habían hablado de obra pública ni de contrataciones.

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“El desfile” de políticos por la caseta de su empresa en la Feria de Abril de Sevilla ha sido una constante

Varias fuentes destacan los contactos que a lo largo de los años Sánchez Domínguez ha ido acumulando en los grandes partidos. Y a niveles elevados. El empresario no hace distingos: se mueve bien en la derecha y en la izquierda, incluso en el mundo sindical. Es pública y notoria su amistad (algunos la califican de “muy cercana”) con la malagueña Magdalena Álvarez, exministra socialista de Fomento, antes consejera andaluza de Economía y Hacienda y ahora vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). El constructor no faltó al homenaje que los empresarios malagueños le ofrecieron en 2007, coincidiendo con la llegada del AVE a la capital de la Costa del Sol. Y en el plano personal, con la exministra —imputada a principios de julio en el caso de los ERE— ha compartido reuniones en fechas navideñas.

Sánchez Domínguez tiene relación por igual con Manuel Chaves, expresidente andaluz, y con Javier Arenas, exministro y expresidente del PP en la comunidad autónoma. “Ha sabido mantenerse bien con todos”, recalca una fuente, que rememora “el desfile” de políticos que se ha podido ver durante años por la caseta de Sando en la Feria de Abril de Sevilla. “Es que a estos niveles es normal”, coinciden las personas consultadas.

Trabajo y trabajo. La vida de Sánchez Domínguez gira alrededor de esta premisa. El Grupo Sando ha sabido sobreponerse a las distintas crisis y se ha adaptado a los nuevos tiempos. La empresa, que ha diversificado sus líneas de negocio y ha apostado por mercados emergentes, tiene una filial en Varsovia (Polonia) y cuenta con oficinas en Marruecos y Colombia. Luis Sánchez Manzano, hijo del constructor, es el consejero delegado de la empresa desde hace unos años, y en el consejo de administración se sienta junto a sus tres hermanos. El padre está de retirada y limita su actividad prácticamente a actos protocolarios.

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Sando facturó 1.000 millones de euros en 2007, según datos del grupo. No ha escapado a las dificultades económicas, aunque las va sorteando. A finales de 2012 logró refinanciar su deuda bancaria, reduciéndola un tercio —361,7 millones de euros— hasta los 704,7 millones y logrando un nuevo plazo de carencia de cinco años.

El listado de reconocimientos a Sánchez Domínguez es interminable. Hace cuatro años ingresó en la Academia de las Ciencias Sociales y del Medio Ambiente de Andalucía, y en el año 2000 recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. Su concesión, firmada el 17 de diciembre de 1999 por el entonces ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Manuel Pimentel, se publicó en el BOE al día siguiente y coincidió con la otorgada a Fernando Fernández Gómez y Ana María Matute. También con la de Gerardo Díaz Ferrán, aunque la del encarcelado expresidente de la CEOE fue en la categoría de plata.

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