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Merkel viaja a Madrid en plena movilización europea contra la crisis

Rajoy tendrá unas tres horas para convencer a la canciller de que deje al BCE comprar deuda

Miguel González
La canciller, Angela Merkel, muestra al líder del PP, Mariano Rajoy, el Reichstag en 2008.
La canciller, Angela Merkel, muestra al líder del PP, Mariano Rajoy, el Reichstag en 2008. AP

En la época de las videoconferencias, los líderes europeos buscan más que nunca el contacto personal. Merkel acude mañana a La Moncloa para reunirse con Mariano Rajoy, pero antes ha recibido en Berlín a Hollande (23 de agosto), Monti (29 de agosto) y Van Rompuy (4 de septiembre). Por su parte, Rajoy se ha visto en Madrid con Monti (2 de agosto), Van Rompuy (28 de agosto) y Hollande (30 de agosto). Ayer, Hollande visitó a Monti en Roma y hoy recibe en París a Van Rompuy, quien a su vez se verá el viernes con el primer ministro griego, Antonis Samaras, y el sábado con Monti. O los mandatarios europeos no se fían de que alguien pueda escuchar sus conversaciones telefónicas o tienen una gran confianza en sus dotes de persuasión en el contacto personal.

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Rajoy tendrá menos de tres horas para tratar de convencer a Merkel de que afloje la mano para que el Banco Central Europeo (BCE) reanude su programa de compra masiva de deuda soberana en el mercado secundario. Mañana mismo, la cúpula del BCE se reúne en Frankfort y España confía en que su presidente, Mario Draghi, saque adelante su proyecto de adquirir bonos españoles e italianos de hasta tres años. Para ello, deberá vencer la resistencia del Bundesbank, que amenaza con las siete plagas si el BCE se aparta un milímetro de la ortodoxia: desde la evaporación de los fondos de los ahorradores alemanes hasta la escalada de la inflación o la adicción de los países periféricos a los efectos narcóticos del dinero fácil.

En la intimidad del cara a cara, Rajoy tendrá oportunidad de preguntar a Merkel si de verdad quiere que España solicite ya formalmente el rescate, como sugieren algunos de sus ministros, o es mejor esperar, como recomiendan otros. Lo más probable es que Merkel le dé largas; al menos hasta que, el próximo día 12, el Tribunal Constitucional alemán se pronuncie sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

Es en la ventanilla del MEDE, dotado con medio billón de euros, donde debería presentar España su solicitud de rescate y solo después de que esta sea aprobada, junto con un MOU (Memorándum de Entendimiento) en el que se especificarán las condiciones que debe cumplir para recibir la ayuda, empezará Draghi a comprar bonos. Si el Constitucional alemán tira abajo el MEDE o su entrada en vigor se retrasa, España deberá acudir al fondo de rescate provisional (EFSF), pero este presenta algunos inconvenientes: como la imposibilidad de recapitalizar directamente a la banca.

A cambio de permitir que el BCE y los fondos de rescate actúen de forma coordinada para aliviar la presión que ahoga a España e Italia, Merkel ha conseguido que sus socios acepten posponer hasta una “tercera fase” –después de la unión bancaria, económica y fiscal-- la emisión de eurobonos. La Comisión y el Parlamento Europeo han pisado el acelerador para que la creación de un supervisor bancario europeo --con potestad sobre todas las entidades o solo las sistémicas—pueda ser realidad a principios de 2013.

Antes era frecuente que los líderes europeos multiplicasen sus contactos en vísperas de las cumbres. Pero falta más de un mes para el Consejo Europeo del 18 y 19 de octubre. La realidad ha demostrado que lo más difícil no es lograr grandes acuerdos, como ocurrió en junio pasado, sino conseguir que se pongan práctica. Para encajar todas las piezas del puzle hace falta remangarse y recorrer Europa de aeropuerto en aeropuerto. En la intimidad de los despachos es más fácil vencer los reparos que nadie se atreve a enunciar en público.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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