La torre de la burbuja
Tres años después del término de su construcción la Torre está casi vacía La promotora que gestionaba el alquiler y venta del edifcio adeuda 240.000 euros a los vecinos
En el extremo norte de Ponferrada, en pleno barrio de la Rosaleda, al final del bulevar de Juan Carlos I Rey de España, se levanta soberbio un edificio de 100 metros de altura. Rodeado de extensos parques, cuenta con una planta destinada a locales comerciales y tres a oficinas, además de 106 viviendas de dos, tres, cuatro y cinco dormitorios con mármol en todos los baños, calefacción mediante suelo radiante, caja fuerte, cocina amueblada, sistema de oscurecimiento en los dormitorios de las zonas de fachada acristalada y armarios empotrados. El más puro alto standing. Cuenta con un sistema de videovigilancia y dos sótanos con 250 plazas de garaje. Sus cuatro ascensores se elevan a una velocidad de dos metros y medio por segundo: cualquiera puede llegar a la planta 27ª en menos de un minuto. Y en las tres últimas plantas, con ascensor exclusivo, el espacio está listo para instalar una emisora de radio. ¿Es un emblema de la modernidad de la ciudad? Más bien un símbolo de la economía de la especulación urbanística.
Tres años después del término de su construcción, la Torre de la Rosaleda está prácticamente vacía. Solo se han vendido 36 viviendas, tres oficinas y tres locales que no han sido ocupados. Hogalia, la promotora perteneciente al Grupo Mall que gestionaba la venta y el alquiler del edificio, está “en quiebra y desaparecida”, y adeuda 240.000 euros a la comunidad de vecinos. Abrumados por los problemas, poco a poco los inquilinos se han marchado del lugar.
Tres años después del término de su construcción, la Torre está prácticamente vacía. Solo se han vendido 36 viviendas, tres oficinas y tres locales que no han sido ocupados.
La fría noche del 3 de diciembre de 2004, cuando todavía el desarrollo inmobiliario no conocía límites, el periodista Luis del Olmo, ilustre hijo de Ponferrada, caminó sobre una alfombra azul hasta llegar a un agujero y, con ayuda de un sonriente obrero de casco blanco, se agachó para colocar la primera piedra del rascacielos en el que ubicaría su propia emisora. Junto a él se encontraban el asturiano Julio Noval, presidente del Grupo Mall; el alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, y Juan Francisco Álvarez Quirós, el arquitecto (fallecido el año pasado) que diseñó el rascacielos. En el acto hubo aplausos y sonrisas, y se auguró la inauguración para 2007. La financiación de la torre corrió a cargo de Bancaja (ahora integrada en Bankia), la entidad valenciana que fue una de las que más riesgo inmobiliario asumieron durante los años del boom.
La constructora, Begar, quebró cuando todavía no había terminado el edificio. La burbuja inmobiliaria le estalló en las manos y su presidente, José Luis Ulibarri Cormenzana, fue imputado en el caso Gürtel por “favorecimiento” en un concurso de suelo en Boadilla del Monte (Madrid). Además, la Federación de Asociaciones de Vecinos del Bierzo tenía serias sospechas de que el Ayuntamiento de Ponferrada favorecía directa o indirectamente al Grupo Begar al adjudicarle más planes urbanísticos que a otras empresas, como el proyecto y ejecución del auditorio municipal o la construcción de viviendas en la Rosaleda. Se lo comunicaron al Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que, después de poner en marcha una investigación, declaró ilegal la actuación urbanística del Grupo Begar en la Rosaleda, ya que se hizo con más parcelas de las que le correspondían para llegar a un nivel de edificación mayor del permitido.
Confiamos en que ahora Bankia ejecute los pisos y los ponga en venta. El problema es que aunque llegue alguien que quiera comprar, no hay quien pueda vender
No obstante, a mediados de 2009, los compradores de los distintos espacios de la torre recibieron el certificado de fin de obra y se les dijo que podían mudarse, ya que todos los servicios funcionaban a la perfección.
Lucía Delgado compró un piso de 90 metros cuadrados en una esquina de la quinta planta, un trastero y dos plazas de garaje. Pagó 180.000 euros. “Si lo comparas con Madrid, esto no es caro. El edificio y el barrio están muy bien”, se ufana. Desde hace dos semanas, Lucía es presidenta de la comunidad de vecinos de la Torre de la Rosaleda, “porque a alguien le tenía que tocar... Y no podíamos arriesgarnos a que en un sorteo la presidencia recayera en Hogalia, que tiene el 70% del edificio”.
Al mediodía del pasado 27 de junio, Gas Natural cortó el suministro de energía eléctrica de la torre “por impago”. Así que, durante cinco días, los vecinos utilizaron una linterna para subir y bajar por las escaleras y caminar por los pasillos. Los ascensores dejaron de funcionar y, por si fuera poco, las bombas de presión del agua también. Por eso, varios decidieron irse a casa de algún familiar o amigo.
La Federación de Asociaciones de Vecinos del Bierzo tenía sospechas de que el Ayuntamiento de Ponferrada favorecía directa o indirectamente al Grupo Begar al adjudicarle más planes urbanísticos que a otras empresas
Lucía Delgado echa la culpa a la deuda de la promotora Hogalia: dice que debe “240.000 euros solo de gastos de comunidad”. Con todo, Lucía es enfática: “Hogalia está desaparecida. El antiguo administrador nos hizo llegar el documento de transmisión de los transformadores eléctricos que necesitábamos para el enganche de la luz de las viviendas. Al parecer, ha vendido todo a una empresa que se llama Almaguer, SL, y después aparece una tal Homerenting, que se ha puesto a alquilar viviendas en el edificio. El caso es que en el Registro de la Propiedad el edificio sigue a nombre de Hogalia. La deuda no es de los vecinos. Es de Hogalia”. Este periódico no pudo contactar con los responsables del rascacielos.
Al lado de la torre, con igual estética, está abierto desde hace casi dos años el hotel Celuisma, con 111 habitaciones. Como sus servicios están separados, no ha tenido problemas con los suministros. Pero tienen pocos huéspedes, aunque alquila con frecuencia los salones para bodas y bautizos.
Lucía Delgado nació en San Miguel de Dueñas, un pueblo a nueve kilómetros de Ponferrada. Es funcionaria de Justicia en El Bierzo (“la de embargos que me ha tocado hacer, con la crisis que hay en toda España”, confiesa), tiene dos hijos y planea quedarse a vivir en la Torre de la Rosaleda. “Confiamos en que ahora Bankia ejecute los pisos, asuma la deuda que le corresponde y los ponga en venta. El problema es que en estos momentos, aunque llegue alguien que quiera comprar, no hay quien pueda vender”.
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