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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Si iba a hacerlo, ¿por qué esperó tanto?

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recibe los aplausos del grupo popular tras anunciar el tijeretazo de 65.000 millones de euros.Foto: atlas
Carlos E. Cué

Todo se ha deshecho como un azucarillo. No solo el programa electoral, que quedó en nada desde la primera semana. No solo las promesas y la palabra del presidente, cuya credibilidad está por los suelos, según las encuestas. También los argumentos de todos estos primeros seis meses de Gobierno. El discurso entero ha quedado enmendado, en una especie de cumbre de la rectificación. Desde el primer minuto, con la muy criticada decisión de Mariano Rajoy de crear una bicefalia en Economía y Hacienda sin vicepresidente económico, en el Gobierno se vivió una formidable batalla política. Luis de Guindos y su aliado tradicional, José Manuel Soria, querían ir directos al grano: subida de IVA, banco malo, bajada de sueldos de funcionarios, recortes duros inmediatamente. Y a aguantar las críticas aprovechando el primer momento de legitimidad por la victoria. Cristóbal Montoro, apoyado por Javier Arenas, ganó la batalla. Rajoy decidió suavizar, esperar a las elecciones andaluzas, retrasar los Presupuestos y, sobre todo, no tocar el IVA.

“Subimos el IRPF para no subir el IVA”. “Hacemos la amnistía fiscal para no subir el IVA”, señalaban los ministros. Cualquier cosa, menos subir el IVA, contra lo que el presidente en persona firmó en la campaña promovida por Esperanza Aguirre. Era la línea roja del crédito de Rajoy. Y ayer decidió romperla. Josu Erkoreka comparó la jornada con la que hundió a Zapatero el 12 de mayo de 2010. “Hoy es su 12 de mayo”, le espetó a Rajoy.

Sin embargo, tanto los ministros como la bancada popular parecían satisfechos. Estos últimos incluso recibieron con gran entusiasmo y aplausos los anuncios de recortes, algo que indignó a muchos y molestó incluso a veteranos diputados del PP. ¿Por qué? Sobre todo, porque el presidente hizo al fin lo que muchos de los suyos le pedían: explicó la situación en el Congreso, sin eufemismos, en un discurso de estilo churchilliano —pese a las enormes diferencias entre ambos personajes—, en el que les dijo a los españoles que solo podía ofrecerles sacrificios en este momento —el “sangre, sudor y lágrimas” del inglés— pero está convencido de que en el futuro tendrán su recompensa. Y decidió hacer todo lo que había retrasado en esa primera batalla entre Guindos y Montoro, ayer definitivamente derrotado con el IVA, el sueldo de los funcionarios, el seguro del desempleo y casi todo lo que intentó parar.

El discurso que leyó íntegro el presidente, no así las réplicas improvisadas, donde parecía más desganado, gustó mucho a su bancada y a los ministros. “Ha dicho lo que tenía que decir aunque nadie quisiera escucharlo”, resumía un veterano. Pero muchos repetían una pregunta: si al final estaba tan claro que iba a acabar así, ¿por qué no lo hizo antes? Los marianistas contestaban: en parte, admitían, por las elecciones andaluzas. Pero, sobre todo, la clave hay que buscarla en Europa. Rajoy se ha resistido todo lo que ha podido, pero al final ha sido completamente doblegado por Bruselas. El propio presidente, que en marzo presumía de tomar decisiones sobre el déficit en un acto de “soberanía” —una frase de la que se arrepintió pronto—, admitió ayer implícitamente que ya no decide, que está tutelado: “Los españoles no podemos elegir si hacer o no sacrificios. No tenemos esa libertad. Hacemos cosas que no nos gustan, yo el primero, pero no hay más remedio”. Fue una especie de desnudo final del personaje: ya no es el hombre que hace lo que quiere, que presiona en Europa, que vende como un éxito el rescate bancario: es el presidente de un país tutelado que hace lo que tiene que hacer para que le presten más dinero. Y así lo explicó.

Por no quedarle, a Rajoy ya no le queda casi ni estrategia. Hasta ahora, se había rectificado a sí mismo en casi todo menos en una cosa: fiel a su estilo en la oposición, intentaba no quemarse, dejar pasar los días, no aparecer, y sobre todo no anunciar él en persona los recortes. Lo hizo con las otras subidas de impuestos, con los durísimos Presupuestos, con la reforma laboral, con los recortes en sanidad y educación, que llegaron en nota de prensa. Pero ayer sí asumió, él solo, todo el coste político.

Esta última rectificación tenía muy satisfecha a la bancada popular y a los ministros: Rajoy, al fin, en un discurso muy trabajado de tintes patrióticos, había asumido el liderazgo y había explicado los recortes. Eso sí, las preguntas de la prensa quedan para el viernes, con la vicepresidenta.

El presidente parecía a ratos liberado y también agotado después de tragar el mayor sapo político de su vida. En algún momento estaba tan entregado que incluso, en la réplica, habló del “rescate a los bancos”, una palabra que había evitado hasta ahora. “Sí, yo me he opuesto a la subida del IVA. Si lo sabe todo el mundo, ¿para qué voy a negarlo?”, se derrotó en otro momento. “Yo soy el presidente de un Gobierno de derechas y he nacionalizado un banco”, se retrató después.

Al final, pidió apoyo a todos, incluidos los medios de comunicación y, consciente de que los vídeos y la hemeroteca son un gran enemigo de su credibilidad, reclamó que se deje de mirar a su tipo de oposición: “Los debates sobre lo que dijo uno y otro en su día tienen poco sentido. Hace tiempo que yo me he situado en 2012”.

Eso sí, el presidente no dijo ni una palabra sobre las subidas de impuestos a los más ricos que le pedían muchos grupos. No habló de ellos, en el día en que la CNMV comunicaba que el año pasado, en plena crisis y con reducción generalizada de beneficios, los ejecutivos del Ibex 35 se subieron el sueldo casi un 5%, con una retribución media de 522.000 euros.

La bancada popular está preocupada porque sabe que tiene a la calle en contra, pero tranquila desde el punto de vista político, entre otras cosas porque Rajoy es un resistente nato, tiene mayoría absoluta y nadie en el PP ve a Rubalcaba como una amenaza real ahora. Muchos se esperaban ayer que el líder del PSOE hiciera más sangre con el giro de 180 grados de Rajoy.

Nada será igual después de la sesión de ayer. Rajoy ya es otro. Aunque aún, rota la línea roja del IVA y del sueldo de los funcionarios, le queda una última: las pensiones y el seguro del desempleo. Toca las dos, pero no el corazón: ni congela o recorta pensiones como hicieron otros países, ni reduce el máximo de dos años del seguro de desempleo como le pedían. Toca prejubilaciones y baja el seguro a partir del sexto mes para los nuevos parados. Más suave de lo esperado. Parece su última frontera de resistencia. Pero, dado que todas las anteriores le costó poco tiempo cruzarlas, nada parece ya escrito en la historia de Rajoy.

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