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El Primero de Mayo impulsa la protesta

Los sindicatos anuncian más movilizaciones contra “la ley del silencio que impone el PP” “Estamos donde siempre, en la calle con los trabajadores”, dice el PSOE

No solo la reforma laboral, no solo la situación de los trabajadores, sino también los ajustes presupuestarios, los recortes educativos, el aumento del copago farmacéutico, el de las tasas universitarias, los despidos en el sector público, los cierres de hospitales en Baleares, las subidas de impuestos y, en definitiva, la política económica del Gobierno en bloque, convirtieron el Primero de Mayo de 2012 en algo más que la jornada festiva —y algo nostálgica— con poco fuelle que había sido en los últimos años. Todos esos ingredientes fueron aprovechados por UGT y CC OO para cargar contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy y advertirle de que, si no rectifica su política, ellos no aflojarán el pulso: “El Primero de Mayo no es el final, saldremos a las calles para que les moleste, para que esto cambie”, clamó el líder de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, al acabar la marcha madrileña.

Cuando se anuncia ya una segunda recesión en España tras cuatro años largos de crisis, con el Ejecutivo augurando abiertamente una legislatura entera sin esperanzas frente al desempleo, con 5,6 millones de parados y con la espada de Damocles de nuevos ajustes cada viernes de Consejo de Ministros, cientos de miles de personas salieron a la calle en 60 ciudades españolas bajo el lema Trabajo, dignidad, derechos. La de ayer era la quinta convocatoria de los sindicatos contra las políticas del Gobierno —huelga general incluida— en dos meses y medio. Y eso se nota: la afluencia fue menor que en los últimos llamamientos. También el puente festivo, que en Madrid se extiende hasta hoy, y la lluvia dificultaron la movilización. Aun así, la respuesta ciudadana fue mucho mayor que en los últimos Primero de Mayo. Según los cálculos de EL PAÍS, en la capital hubo unos 47.000 manifestantes (los sindicatos elevan la cifra a 100.000).

Concluía ayer la primera parte del plan que los sindicatos diseñaron para gestionar la situación creada tras la huelga general del 29 de marzo. Entonces advirtieron de que, si el Ejecutivo no rectificaba, mantendrían la “movilización creciente”. Este Primero de Mayo se cumplía el plazo. Y, como el Gobierno no ha rectificado nada, sino más bien avanzado nuevos recortes cada semana, las centrales anunciaron que su protesta no decaerá.

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“Nosotros vamos a seguir ofreciendo el cauce para el derecho de manifestación y movilización. No vamos a consentir que el Gobierno quiera imponer la ley del silencio y que incluso pretenda incomunicarnos”. Las palabras de Cándido Méndez, líder de UGT, previas a la marcha, adelantaban sus planes y aludían a los planes de Interior de endurecer los castigos para evitar disturbios callejeros. “Han empezado por descalificarnos. Pero la pieza a cobrar son los derechos laborales”, advirtió en el discurso.

Ni Toxo ni Méndez concretaron los próximos pasos. Ninguno mencionó, ni siquiera sugirió, la posibilidad de convocar otra huelga general. Tampoco lo hicieron los líderes regionales de Madrid, José Ricardo Martínez (UGT) y Javier López (CC OO). Y no se escucharon, entre los manifestantes, muchos gritos en favor de usar el arma más contundente de las centrales.

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Este Primero de Mayo no era solo una fecha clave para los sindicatos: lo era también para el PSOE, que ha trazado una estrategia para recuperar posiciones en la izquierda —tras los deprimentes (para los suyos) últimos dos años del Gobierno, y ante el constatado ascenso electoral de IU— que incluye una apuesta decidida por la movilización en la calle. Miembros de la dirección federal socialista participaron en las marchas de Madrid —allí estuvieron dos exministros de Trabajo del PSOE, Valeriano Gómez y Jesús Caldera—, Valencia, Málaga, Jaén, Murcia, Avilés, Vigo y Mérida. No acudió el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, pero sí esta vez su número dos, Elena Valenciano, que en Valencia proclamó: “Aunque a la derecha no le guste vernos aquí, estamos donde siempre hemos estado, en la calle, con los trabajadores”.

Valenciano afirmó que este año están por primera vez “realmente en riesgo” los derechos de los trabajadores adquiridos en las últimas tres décadas, el diálogo social y la cultura de las relaciones laborales. E insistió en la tesis que defiende Rubalcaba desde que dejó el Gobierno: “Solo con recortes y ajustes no vamos a salir de la crisis, son necesarias políticas de crecimiento para crear empleo”.

En la marcha de Madrid estuvo Cayo Lara, coordinador de IU, que va a pedir una reunión urgente con Mariano Rajoy para reclamarle un pacto nacional por el empleo con sindicatos y partidos políticos. “Estamos en un momento de la historia en el que la situación del paro es alarmante, pero todavía es más alarmante la posición del Gobierno”, dijo Lara.

Con información de Elsa García de Blas y Araceli Guede.

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