Un regusto amargo ante la displicencia presidencial
Todos los grupos dudan de que el camino del ajuste sea el único posible
Ganó, venció pero no convenció, salvo a los suyos, que no es poco. Y es posible que esto ocurra durante toda la legislatura en la que un partido, el PP, tiene una mayoría absoluta que los ciudadanos le han dado para sostener todas las políticas que el Gobierno decida, aunque sobre estas haya muchas dudas. La estela de la incredulidad, con cierto desánimo, se ha instalado en el pleno del Congreso en el que Mariano Rajoy ha explicado las decisiones del Consejo Europeo de hace diez días. El presidente no se ha esforzado demasiado en explicar qué ha ocurrido con el déficit que él propuso y Europa no aceptó. Tampoco ha respondido a las preguntas sobre subida de impuestos y ha mirado hacia la bancada socialista para ratificarse en que la situación en la que España se halla tiene su origen en las políticas del Gobierno anterior. Por encima de los silencios o las omisiones, quedó un regusto amargo por la actitud un tanto displicente del presidente con los grupos minoritarios de la izquierda.
Ha sido un debate con mucho contenido, nada superficial, en el que todos los portavoces parlamentarios han puesto de manifiesto la enorme preocupación que les embarga por las medidas que el Gobierno puede tomar para conseguir la reducción del déficit que se ha propuesto. El tema en los pasillos era recurrente y versaba sobre si Mariano Rajoy cuando el 2 de marzo anunció en una conferencia de prensa que había decidido proponer un objetivo de déficit del 5,8 para 2012 lo había pactado o no con las autoridades europeas.
No había unanimidad. Para algunos, singularmente de las filas del PP, Rajoy había pactado comprometerse a cumplir con un déficit del 5,8% y días después Bruselas se lo bajaría al 5,3%. Para otros fue un órdago que lanzó el presidente, como hecho consumado. Después de escuchar al propio Rajoy, aunque no hizo un relato de lo que ocurrió, la mayoría se inclinó por la versión del “farol”, en términos del juego del mus. El presidente señaló que había querido marcar “la soberanía” de España, con el lanzamiento de la cifra que le parecía más adecuada.
“Reconozco que no le ha salido mal, aunque no sé jugar al mus, pero yo que usted hubiera dicho otra cifra más baja para que en la rebaja hubiéramos quedado mejor”, recomendó ya sin remedio la portavoz de UpYd, Rosa Díez, en un tono mutuo de respeto. El desconcierto llegó a todas las bancadas. ¿Entonces, se ha lanzado sin paracaídas?, comentaban diputados de grupos nacionalistas, antes de que el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, señalara paladinamente que no le había gustado “las formas” y el procedimiento utilizado por Rajoy. Duran y su grupo, con muy buenas relaciones en los ámbitos europeos, estaban informados de la sorpresa que produjo en el Consejo Europeo, la salida de Rajoy a una sala contigua a la que se desarrollaban las reuniones para anunciar unilateralmente a los medios de comunicación sus intenciones sobre la reducción del déficit. Nada había dicho ante los miembros del Consejo.
Ninguna pista sobre subida de impuestos
El otro asunto de debate, fuera del hemiciclo, transcurría sobre las posibilidades de que Rajoy tuviera previsto en las réplicas dar alguna pista sobre posible subida de impuestos. Ganaron los que pronosticaron que nada de esto se dirá hasta pasadas las elecciones andaluzas y asturianas del 25 de marzo. No respondió.
Tampoco lo hizo a representantes de los partidos de la izquierda integrados en el Grupo Mixto y en Izquierda Plural. Estos utilizaron tintes negros para advertir de los males que vendrán a España si la única política es la del ajuste, la restricción y el recorte pero esa alarma también la expresaron portavoces de grupos moderados, como CiU y el PNV, aunque a ellos les trató con más deferencia. El malestar se instaló en el fondo de hemiciclo pero pronto se extendió por otros lares. “A usted no tengo nada que contestarle, parece que es el único listo de aquí; si tiene a bien ayudarme se lo agradeceré”. Estas palabras del presidente dirigidas a Joan Baldoví de Compromis – Equo, sonaron ciertamente despectivas y así lo hicieron notar diputados del PSOE, del BNG y de Izquierda Unida. Desde la tribuna Joan Coscubiela de Izquierda Plural, afeó al presidente su “tono despectivo, soberbio, rayando la mala educación”, que suponía una falta de respeto a los votantes. Antes el presidente tampoco había encontrado motivación para responder a Coscubiela porque “todo estás mal”. El disgusto se canalizó a través de Twitter como hicieron los socialistas Teresa Cunillera y Antonio Hernando: “Prepotente”, “arrogante”, dijeron estos. “Yo creí que la derecha era educada y es faltona”, transmitió Gaspar Llamazares. De “tono chulesco” describió el diputado de IU Alberto Garzón. Desde UpYD se fue al fondo de la cuestión: “La forma en la que Rajoy trata a las minorías es incompatible con la democracia”. Quedó en el hemiciclo un regusto amargo.
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