Fernández Díaz valora la “buena noticia” del cese de ETA, aunque “no es suficiente”
No hubo un mensaje rupturista con respecto al discurso del Ejecutivo socialista El titular de Interior agradeció el “modélico” traspaso de poderes del ministro saliente
La principal tarea a la que tendrá que enfrentarse el nuevo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, tiene nombre propio: ETA, y el final de la violencia terrorista. A este asunto dedicó ayer la mayor parte de su comparecencia en el ministerio tras la toma de posesión de su cartera. No hubo un mensaje rupturista con respecto al discurso del Ejecutivo socialista y del ministro saliente, Antonio Camacho, al que Fernández Díaz agradeció el “modélico” traspaso de poderes. Muy al contrario, las líneas básicas son comunes: el anuncio de cese definitivo de la violencia es una buena noticia, de la que el nuevo ministro personalmente se alegra. No es, sin embargo, “suficiente” y, por tanto, los instrumentos de la lucha antiterrorista seguirán activos hasta que ETA deje de existir, que es lo que está esperando la sociedad española. Y las leyes se seguirán aplicando de forma estricta.
Frente al discurso del sector más duro del PP, Fernández Díaz defendió además la actuación de su antecesor en el cargo: “Que sepa todo el mundo, que me consta, que el Ministerio del Interior en ningún momento ha dejado en suspenso el Estado de derecho ni lo va a dejar”. El nuevo ministro atribuyó el cese de la violencia terrorista a la acción “implacable e impecable” de las Fuerzas de Seguridad del Estado, jueces, fiscales y el conjunto de las instituciones.
Pero el nuevo titular de Interior tendrá que tomar a partir de ahora importantes decisiones, y difíciles, que el anterior gabinete dejó en suspenso para no comprometer al nuevo Gobierno. Sobre la política de prisiones habrá de decidir cómo se van a gestionar los beneficios penitenciarios y si se continúa con la dispersión de los presos o se llevan a cabo traslados al País Vasco y Navarra. En este último caso tendrá que estudiar si esos acercamientos serán selectivos o generalizados. El principio del cumplimiento estricto de la ley, dado que las normas penitenciarias son flexibles, permite numerosas aproximaciones en distintos sentidos y no da una respuesta clara a una decisión que, finalmente, solo puede ser política.
El nuevo ministro, acompañado ayer por mandos policiales y de la Guardia Civil, la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, y exministros como Ángel Acebes y José María Michavila, tendrá que definirse también en relación con la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado —ayer aseguró que no se bajará la guardia hasta que ETA ya no exista—; y a su relación con el resto de los partidos y con las víctimas del terrorismo. Tuvo ayer palabras para ambos. Habló de diálogo, refiriéndose a las fuerzas políticas; y elogió el ejemplo “extraordinario, ético y moral” que ha supuesto el comportamiento de las víctimas durante décadas de terrorismo.
Pero lograr un cierto consenso entre los partidos, incluyendo al PNV, y a la vez tomar decisiones que no supongan un enfrentamiento con las asociaciones de víctimas va a ser complicado en un tema que hiere sensibilidades como casi ningún otro. Fernández Díaz, un hombre muy religioso, parafraseó a Santa Teresa de Ávila mientras hablaba de otra de las cuestiones que abordó, con más dureza, la posible conflictividad social derivada de la crisis económica. Advirtió de que se avecinan tiempos “recios y complicados” que van a exigir que se ejerza “inteligentemente” la autoridad y que necesitarán de mucha “mano izquierda y mano derecha”. También las va a necesitar, sin duda, para afrontar el gran reto que tiene ante sí con la gestión del final de la violencia terrorista.
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