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El laboratorio de Azpeitia

Los soberanistas creen que la paz reforzará su papel en municipios como el que vio el asesinato de Inaxio Uria

Celebración de la victoria de Bildu en Aizpeitia.
Celebración de la victoria de Bildu en Aizpeitia.

Es un botón de muestra de lo que el cese definitivo de la violencia anunciado por ETA el pasado jueves puede suponer para toda Euskadi. Azpeitia, el municipio donde fue asesinado a tiros el industrial Inaxio Uria en diciembre de 2008, abandonó en las elecciones municpales del pasado mes de mayo a su partido de toda la vida, el PNV, y se puso en manos de Bildu, la coalición que engloba a independientes de la izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna y Alternatiba.

La formación peneuvista, que monopolizó la vida política de la localidad desde la Transición –salvo un período de dos años en que gobernó ANV—, sufrió un descalabro nunca visto, pasando de ocho a cinco concejales el pasado 22 de mayo. A su costa, Bildu se alzó con la mayoría absoluta. Y sus vecinos creen que sus resultados mejorarán con la paz.

Y eso, a pesar del asesinato de Uria, cuya empresa trabajaba en las obras del AVE vasco. Empresario hecho a sí mismo conocido y querido en todo el pueblo, euskaldun como la inmensa mayoría de los 14.000 habitantes de la localidad, estaba considerado próximo al PNV. Su asesinato dio la vuelta a la vida política del pueblo.

Tras un tenso pleno de mociones cruzadas —una de ANV que expresaba su “dolor” a la familia, pero pedía “soluciones al conflicto” y otra del resto de la corporación de “rotunda condena”— PNV y EA se aliaron para echar a los radicales del poder. Pero el nuevo alcalde, Julián Eizmendi, del PNV, “los de siempre”, como los llaman en el pueblo, no recuperó el poder por mucho tiempo. En las pasaderas municipales, dos años largos después, Bildu arrasó con sus 11 ediles. El puesto de regidor lo ocupa ahora el abogado Eneko Etxeberria.

Sin armas, las diferencias de PNV y Bildu se diluyen Exconcejal

¿Cómo explicar tal éxito después del atentado? “Tras tantos años de crispación, la gente necesita sensación de normalidad”, explica un exconcejal de Euskadiko Ezkerra y del PSE que prefiere ocultar su identidad. El exedil considera que “en este valle de las esencias”, cuna del nacionalismo, ha sido la remisión de la violencia y de los atentados lo que ha dado aún más legitimidad al nacionalismo. “Este pueblo ha sido y es profundamente euskaldun, conservador y religioso, pero sin armas, las diferencias entre PNV y Bildu se difuminan”, explica el exedil. La localidad tiene entre sus vecinos a siete u ocho presos de ETA y organizaciones de su entorno. “Sin embargo, los presos ya no son una condición para la paz, sino una consecuencia”, añade.

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En su análisis, el exconcejal socialista también incluye el cansancio que, en su opinión, ha causado el PNV, un partido “muy clientelar”. También tiene que ver el papel que esa formación ha jugado en el último proceso, muy secundario, a diferencia de en otros anteriores, como el Pacto de Lizarra.

Ahora,  a trabajar por la construcción nacional Antiguo preso

“También tiene mucho que ver el discurso simplificador que lanzan algunos políticos desde Madrid y que confunde todo lo vasco con violencia. Eso ha creado en este pueblo y en otros una especie de solidaridad hacia el perseguido”, es decir, el nacionalismo, añade.

Ahora, el anuncio de ETA, ha extendido entre los vecinos la esperanza. También entre los que apoyaron la violencia. Como Unai (nombre figurado), un condenado por colaboración con organización terrorista que ha pasado seis años en prisión tras ser condenado en el proceso contra Haika y Segi, dos ilegalizadas organizaciones juveniles de la izquierda abertzale.

En la puerta de la herriko taberna (sede social de la izquierda abertzale) del pueblo, Unai, que cumplió su pena en cárceles de Madrid y Galicia, recuerda el sufrimiento de sus familiares que hicieron miles de kilómetros para visitarlo. Pero al mismo tiempo se muestra “contento” y “con ganas de mirar hacia adelante”. “Ahora lo importante es la normalización de la convivencia entre los vecinos y trabajar todos juntos para la construcción nacional”.

Unai piensa que el éxito de Bildu en su pueblo y en toda Euskadi se debe al trabajo conjunto realizado por la unión de los herederos de Batasuna con el resto de fuerzas abertzales y cree que la paz lo multiplicará. Pero a pesar del tiempo en prisión no se arrepiente de las consecuencias que décadas de atentados le han causado. A él y a su familia. “Ha sido un proceso muy enriquecedor políticamente, también lo fue en la cárcel. Lo volvería a hacer. Sin duda”.

Este veloz cambio de discurso ha alcanzado hasta el equipo de gobierno municipal. El alcalde, Eneko Etxeberria, tras el anuncio de ETA, envió un comunicado a los medios en el que mostraba su “alegría” y su “esperanza” porque “la ansiada paz que una y otra vez ha pedido este pueblo se haya hecho realidad”. El regidor de Bildu se comprometía a hacer todo lo posible “por la normalización política y la reconciliación entre los partidos” para que las próximas generaciones de vecinos de Azpeitia “no sufran lo que hemos sufrido nosotros”.

Al mismo tiempo, expresaba su “solidaridad más sincera” a todas las familias del pueblo “que hayan sufrido o están sufriendo”. Esas palabras también se refieren a la de Ignacio Uria, el empresario asesinado por la banda solo dos años antes de la llegada de Bildu al frente del consistorio. El vecino euskaldun cercano al PNV. El partido de siempre.

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