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#conferenciaPSOE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La nostalgia del buen capitán

Zapatero se refirió a Rubalcaba en esos términos por una cualidad: nunca se esconde

Javier Casqueiro

No está estos días el candidato del PSOE para sutilezas ni metáforas pobres. La tarea a la que se enfrenta es hercúlea y él lo sabe mejor que nadie. Bromas las justas. El objetivo del 20-N está en la cima de un monte muy alto y su mochila va cargada, por ahora, de muchos problemas y pocos aliados. Está concentrado en el reto. Cree que tiene una bala y no quiere despistarse. Rechaza la brega de las insulsas disputas internas. En eso están otros. Le molestan especialmente las alusiones al Titanic que se hunde y, por tanto, a lo mejor ayer tampoco le gustó la mención que le propinó el aún presidente para ensalzarle como “el típico buen capitán”. No un capitán timonel. Se refería José Luis Rodríguez Zapatero al líder de un equipo de fútbol, aunque no quiso precisar colores por su conocida rivalidad. Uno es del Barca y otro del Madrid. Ya pasó el tiempo de los sprinters solitarios. La meta está demasiado cerca y difícil. Lo admitió el propio Zapatero.

La ¿inesperada? intervención de Felipe González se convirtió en Trending Topic en menos de una hora en España. Y será de las que se recuerde mucho tiempo

José Luis Rodríguez Zapatero se refirió a él como “buen capitán” por una cualidad de Rubalcaba que le reconocen hasta sus más enconados enemigos: nunca se esconde, se ofrece, otea todo el campo de juego. Su visión. Hubo un tiempo en que incluso algunos de sus compañeros le apodaban Onésimo, un hábil y escurridizo jugador del Valladolid que en su afán regateador podía fintarse a sí mismo. No es un buen retrato, ya no. Su jugador histórico preferido del Real Madrid fue el gallego Amancio Amaro, un estilete por la banda, además del mítico Alfredo Di Stéfano. Pero él ahora se quiere parecer más a Vicente Del Bosque, el actual y triunfador entrenador nacional, en sus tiempos mediocampista fino y delicado, que jugaba como a cámara lenta. Por eso disfrutó tanto de la etapa madridista del francés Zidane.

“Siempre pide la pelota. No es que le guste estar en todo es que le llaman para todo. Quiero un presidente así”. Lo resumió Zapatero, vestido oscuro de presidente, y parecía que no hablaba del ministro y vicepresidente que le ha arropado estos últimos seis años en el Gabinete. Al que él llamaba constantemente y hasta los domingos para compartir partido de fútbol ante el televisor y al que solicitaba consejo para todo. Zapatero sí sabe de las valías de Rubalcaba. “Lo he vivido como nadie y lo sé como nadie”. Y le retrató desde la experiencia compartida: “Es trabajador, es constante y planifica como un gobernante”. Su relación es mejor de lo que muchos especulan. El episódico distanciamiento de este verano ha sido estratégico, electoral. Se respetan y se valoran.

El problema del PSOE, de Zapatero y de Rubalcaba es otro: la enormidad de la crisis, los fallos cometidos

El problema del PSOE, de Zapatero y de Rubalcaba es otro: la enormidad de la crisis, los fallos cometidos, la irrefrenable necesidad de un cambio y la sensación general de partido resuelto casi por incomparecencia del rival. Por eso a Rubalcaba habrá que reconocerle al menos ese arrojo. Y luego está la ensoñación de esa bala en la recámara: que el votante se piense mucho lo que está en juego. En el PSOE difunden estos días como un mantra que en 1996 las cosas también pintaban muy mal para sus intereses y fueron capaces de recortar los 14 puntos de distancia que concedían al PP muchas encuestas al poco más de un punto que selló la victoria final en las urnas. “Nos faltó una semana, un debate, un telediario y una encuesta”, se recreó ayer Felipe González en sus memorias. 1996 parece ahora una historia cebolleta de otro siglo. Claro, y además están luego las odiosas comparaciones.

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La ¿inesperada? intervención de Felipe González se convirtió en Trending Topic en menos de una hora en España. Y será de las que se recuerde mucho tiempo. Pensada para ahormar el primer día siempre más flojo de la convención, acabó por sepultar con su apasionada garra mitinera el momento testamento de Zapatero. Sobre Rubalcaba lo sentenció rápido para que todo el mundo tome nota y esté advertido: “Estoy aquí a tu servicio, y dispuesto a trabajar y contribuir a una movilización inmediata, como siempre, pero más ahora, hasta el día 20 y después. Es lo mejor que le puede suceder a este país y a la construcción de la socialdemocracia en Europa”. Algunos creyeron ver un retorno del felipismo. Imposible. Era nostalgia.

Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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