El candidato socialista se enfrenta al derrotismo y la desmovilización
El PP mantiene una ventaja de 14 puntos (44,8% frente a 30,8%) El 77% de los votantes del PSOE no cree que Rajoy vaya a perder
Hace una semana el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba se reunió con miembros de las Juventudes Socialistas y uno de los asistentes, a puerta cerrada, le preguntó por qué en todos los carteles figuraba su nombre muy por encima de las siglas PSOE. El líder socialista le explicó que, en este momento, la marca del partido está lastrada y por eso había una apuesta por el candidato, por encima de las siglas.
La encuesta de Metroscopia para EL PAÍS explica perfectamente que la estrategia del equipo de campaña tiene una base real. Porque los electores prefieren a Rubalcaba antes que a Mariano Rajoy y el candidato socialista tiene una valoración muy superior a la del líder del PP, pero no consigue que sea previsible el triunfo electoral del PSOE el próximo 20-N. Si existe, el efecto Rubalcaba no es suficiente, porque según Metroscopia la ventaja de los populares es de 14 puntos, sin apenas variación con respecto al sondeo de hace un mes.
Pérez Rubalcaba es mejor valorado entre
el conjunto de los ciudadanos
La razón, además del desgaste del PSOE, está en la falta de movilización de los electores socialistas y de la izquierda y en su escepticismo ante la cita electoral, que hace que el nivel de fidelidad de sus votantes esté en el 52%, es decir, 29 puntos por debajo de la del PP.
Los votantes populares no tienen duda en ir a las urnas, aunque no les entusiasme su candidato, mientras que Rubalcaba tiene por delante el enorme reto de lograr distanciarse en lo posible del mensaje, la agenda y hasta la imagen del PSOE de Zapatero. Tiene que hacer frente a la desmovilización y a la resignación de los suyos y, quizás por eso, la primera parte de su campaña ha estado dirigida a esos votantes, con guiños a la izquierda. Todo para intentar recuperar el discurso identitario y para apelar al sentimiento de la izquierda, frente a la avalancha de la derecha que aparece como imparable.
El líder popular tiene más apoyo de sus votantes que su rival de los suyos
La resignación de los votantes de la izquierda hace que en el conjunto de los encuestados, el 84% dé por hecha la victoria electoral del PP y que el 77% de los que apoyaron al PSOE vean segura e irremediable la victoria de Rajoy. La mayoría de los votantes socialistas, el 51%, afirma que es inevitable la derrota electoral, haga lo que haga el PSOE. Incluso, si quien lidera el partido en estas elecciones sea el que es considerado por el 76% de los votantes socialistas como el mejor candidato posible para hacer frente a Mariano Rajoy.
La clave es que la fidelidad de voto de los socialistas está anclado en el 52%, 29 puntos por debajo de la de los electores del PP. El PSOE compite siempre en las urnas con otras opciones, incluida la abstención, y esta vez, el desgaste del Gobierno por la crisis económica le hace competir con el desánimo que se traduce en abstención, voto a otras opciones y hasta con un trasvase de votos hacia el PP más elevado que nunca.
Al 30% de votantes del PSOE no les importa que gobierne otro partido
Los populares no compiten con nada y les empuja hacia arriba el rechazo a la etapa de Zapatero que logra agrupar el voto en torno al PP, sin opciones de desmovilización y desánimo. Le ocurre lo contrario que al PSOE: la marca está muy por encima del candidato.
El PP ganaría las elecciones con el 44,8% de los votos, frente al 30,8% del PSOE. Aunque es imposible el desglose en escaños, porque no se establece la división del voto por circunscripciones, la serie histórica de resultados electorales garantiza con esos porcentajes la mayoría absoluta para el PP.
El PP mantiene una fidelidad de voto 29 puntos superior a la de los socialistas
Los responsables de la campaña de Rubalcaba sostienen que el partido tocó suelo en las municipales y autonómicas y que la propia percepción de la posibilidad de que el PP arrase puede movilizar a sus electores para evitar que el partido de Rajoy sea hegemónico en Ayuntamientos, comunidades y ahora en el Congreso. Ese análisis es coherente con el hecho de que el PP busque no dar miedo y ofrecer una imagen lo más centrista posible, tal y como hizo Rajoy en la rueda de prensa en la que valoró la convocatoria electoral.
Para los socialistas, la posibilidad de que exista el efecto Rubalcaba, medido en encuestas como la del CIS, tiene en sí mismo un efecto placebo para que los electores socialistas tengan la percepción de que sí es posible dar la vuelta a los pronósticos. Por eso, uno de los lemas de su campaña es "R de remontada".
Rubalcaba parte en la carrera hacia el 20-N con una mejor valoración en las encuestas que su oponente, como ya reflejaba la encuesta del CIS conocida esta semana y que corrobora y amplia la de Metroscopia. Sin embargo, esa ventaja se neutraliza por tres factores: Rajoy es visto como mejor gestor ante la crisis; los electores del PP van a votar sea quien sea el candidato y a Rubalcaba le beneficia en los sondeos la opinión de votantes de otros partidos.
Es decir, mientras que Rajoy solo puede ser bien valorado por los electores del PP, la inmensa mayoría de los votantes de los demás partidos prefiere siempre al candidato socialista, aunque nunca apoyen al PSOE.
Es más relevante por eso el dato desagregado del respaldo a los candidatos en sus propios partidos. Y de acuerdo con Metroscopia, el 84% de los votantes del PP asegura que Rajoy sería mejor presidente del Gobierno, frente al 73% de los del PSOE que dicen eso mismo de Rubalcaba. Dicho de otra forma, aunque Rajoy no despierte entusiasmo es mejor valorado entre los suyos que su oponente.
Globalmente el candidato socialista sí gana en capacidad de liderazgo y también en la pregunta directa sobre quién lo haría mejor como presidente del Gobierno. Pero lo relevante es que los votantes del PP valoran mejor a su candidato en dos de los tres aspectos sobre los que se pregunta que como los votantes del PSOE valoran a Rubalcaba.
En favor de Rajoy se computa también que sea percibido como el candidato que mejor puede hacer frente a la crisis económica, ya que, precisamente, este es el principal problema para el conjunto de los ciudadanos. Diferenciando por partidos, el 84% de los votantes del PP ve a Rajoy más preparado para hacer frente a la crisis, frente al 68% que piensa eso sobre Rubalcaba.
A Rajoy le empuja que por encima de cualquier otra cosa, en estas elecciones prima la crisis económica, porque es percibida como el principal problema y porque se sigue detectando un pesimismo respecto a la posibilidad de que haya una recuperación inmediata.
Por eso también, la resignación de los votantes socialistas se traduce en indiferencia: el 93% de los electores del PP prefiere un Gobierno de su partido, mientras que solo un 68% de los del PSOE prefiere uno socialista y al 30% o le da igual o, incluso, acepta uno de los populares.
Recelo mayoritario hacia los mercados
La crisis económica ha terminado por provocar un sentimiento de recelo hacia los llamados mercados. Son percibidos como los causantes de la crisis económica y también como una amenaza para la democracia. Un 79% de los encuestados por Metroscopia asegura que quien realmente manda en el mundo son los mercados y eso está debilitando los sistemas democráticos, según el 67%.
Los más críticos son los votantes de la izquierda: un 86% considera que los Estados ya no son los que realmente mandan en el mundo y, por tanto, son considerados como los responsables de la crisis, en mayor medida que los gobernantes. Aún así, hasta un 61% de los electores del PP sostiene que la globalización económica está debilitando a los sistemas democráticos, pese a que esta idea forma parte más de la ortodoxia de la izquierda que de la derecha.
El clima de pesimismo por la crisis arrastra también el sentimiento europeísta que en España es uno de los más arraigados de la Unión Europea. Sigue habiendo un 61% de españoles que entiende que la pertenencia a la Unión Europea es positiva, pero ese porcentaje es nueve puntos más bajo que el de hace seis meses.
En el centro de las críticas están las agencias de calificación, que con sus decisiones condicionan en gran medida la recuperación económica. La mayoría considera que no contribuyen al mejor funcionamiento de la economía, ni a hacerla más transparente; que fomentan la especulación y afectan de forma negativa y que la UE debería crear su propia agencia de calificación.
Por otra parte, al hilo de la masacre de Noruega, la mayoría de los encuestados (56%) asegura que el aumento de la ultraderecha es un fenómeno preocupante en Europa.
El 80% cree que Camps dimitió porque no tenía otra salida
El PP y el propio Francisco Camps han pretendido presentar la dimisión de éste como un gesto de dignidad, para intentar rentabilizar su renuncia a la presidencia de la Generalitat valenciana. Sin embargo, la mayoría de los encuestados asegura que no tiene ningún mérito, puesto que ha dimitido cuando no lo quedaba más remedio, porque estaba ya a punto de sentarse en el banquillo.
Así lo asegura el 80% de los encuestados. Incluso, hasta el 57% de los votantes del PP no percibe ningún gesto de dignidad en la dimisión del presidente de la Generalitat. El aprecio de los votantes populares hacia Camps es bastante limitado, según se desprende de la respuesta a esa pregunta.
Ni siquiera se considera que la dimisión de Camps, que será juzgado por cohecho en otoño, vaya a beneficiar electoralmente al líder del PP, Mariano Rajoy. El 58% de los encuestados asegura que no le beneficiará nada y sólo el 33% que le beneficiará mucho o bastante. Curiosamente, hasta la mayoría de los votantes del PP limita las ventajas de la decisión.
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