Cambiar el rumbo económico atado de pies y manos
A botepronto, Rubalcaba solo puede ofrecer convicción y empatía. Y ganar tiempo para dar forma a un nuevo proyecto
“Hay temor al futuro, la gente lo ve negro. Debemos ser capaces de ofrecer salidas, tener convicción de que sabemos cómo hacerlo”. Alfredo Pérez Rubalcaba reiteró lo que “cualquiera” ha entendido ya. Que los 4,9 millones de parados fueron la razón múltiple del descalabro socialista en las recientes elecciones autonómicas y locales. Y apeló a la empatía con esa gente “que tiene miedo a perder su empleo, que lo ha perdido ya”. “En mi proyecto político habrá un referente moral”, proclamó, “no dejaremos a nadie atrás, nuestra preocupación serán los más débiles”.
La respuesta del Gobierno socialista a la crisis se presenta como el principio y el fin de todos los problemas. A botepronto, Rubalcaba solo puede ofrecer convicción y empatía. Y ganar tiempo, el puñado de semanas, que le ofrecen el proceso de primarias (hasta finales de junio) y la convocatoria (para septiembre) de una conferencia política. Un tiempo para diseñar propuestas que le saquen del laberinto: dar forma a un nuevo proyecto cuando es vicepresidente y portavoz del proyecto fallido, envejido por la debacle del 22-M.
El candidato tiró de oratoria para hacer compatibles dos términos antagónicos, continuidad y cambio, a los que no puede renunciar. De lo primero puso como ejemplo la reforma del sistema financiero “que no acabará en seis meses”. Y hizo un guiño a otra bandera del Gobierno de Zapatero, la austeridad: “Gastar más no es gastar mejor, lo importante es gastar de modo eficiente”.
La respuesta del Gobierno socialista a la crisis se presenta como el principio y el fin de todos los problemas
Sobre el cambio, sobre “cómo crear nuevas condiciones para ofrecer empleo a los españoles” fue todo lo impreciso que pudo: “Tenemos que plantear otra forma de hacer las cosas, de trabajar y de producir”. Solo añadió que “la educación y la innovación”, dos apuestas de largo aliento, son prioritarias. Ni un guiño al giro a la izquierda que demandan algunos barones socialistas. Aún tiene que pensar, y mucho, cómo hacerlo sin que suponga una enmienda al Gobierno.
“La crisis ha sido una tormenta perfecta, de tres fases. Resistimos la tormenta, ahora empieza a amainar y, cuando amaine, cambiaremos el rumbo”. Rubalcaba confía en tener que gestionar la tercera fase, ir a otro modelo productivo cuando, como reconoció, la economía española aún anda “entre la primera y la segunda”.
Resistimos la tormenta, ahora empieza a amainar y, cuando amaine, cambiaremos el rumbo
“Estoy en los tacos de salida, solo pienso en ganar”. Pérez Rubalcaba vendió ilusión. Pero lo que se le pide para ofrecer salidas a ese gente que “lo ve negro” es, casi, ilusionismo. Algo parecido a La metamorfosis, el acto de escapismo más popular en el repertorio del Gran Houdini: cuando la cortina se baje, después de la conferencia política, deberá haber un nuevo proyecto definido, encarnado por Pérez Rubalcaba, ya liberado. Y en el saco, dentro del baúl, atado con cadenas y esposas, el viejo proyecto, el que no supo dar respuesta a la crisis económica, del que aún forma parte.
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