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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado

El poder de los barrios

Lecciones del Foro Urbano de España sobre dinámicas de las ciudades que mejor han gestionado la pandemia

Una voluntaria trabaja en el Teatro del Barrio, sala que ha reconvertido sus instalaciones en almacén del banco de alimentos para llevar unos 70 alimentos al día a familias de Lavapiés, una iniciativa solidaria promovida por los vecinos.
Una voluntaria trabaja en el Teatro del Barrio, sala que ha reconvertido sus instalaciones en almacén del banco de alimentos para llevar unos 70 alimentos al día a familias de Lavapiés, una iniciativa solidaria promovida por los vecinos.

Cuando todo cae, lo que siempre queda es el barrio. En el informe Ciudades y Pandemias de ONU-Hábitat, se señala que el desarrollo urbano insostenible, la pérdida de biodiversidad, la falta de atención al cambio climático y la ruptura de las fronteras territoriales entre hombres y animales, fue lo que dio lugar al surgimiento de la pandemia covid-19. Y, en ese contexto, las ciudades y sus municipios han estado en el foco de atención durante toda la crisis, por su gestión y su responsabilidad directa ante la ciudadanía que representan.

Para la realización del estudio, ONU Hábitat analizó más de 1.700 ciudades valorando cómo fueron afectadas durante la pandemia. Una de sus principales conclusiones fue que las respuestas municipales, por sí solas, no lograron ser efectivas. Eduardo Moreno, Director de Investigación y Construcción de Capacidades de ONU-Hábitat y uno de los principales autores del informe, responde convencido cuando se le pregunta qué ha ayudado más a las ciudades a gestionar bien la pandemia: los barrios.

“Un aspecto que ha destacado la elaboración de la investigación”, comenta desde el Foro Urbano de España, “es que el municipalismo y los modelos tradicionales de gobernanza municipal han quedado obsoletos. Observando lo que ha funcionado, hemos entendido que se requiere un replanteamiento radical de cómo lo entendemos y cómo se perciben los territorios”.

La covid ha resaltado la desigualdad: en los países árabes, el 97% de los casos de covid fueron migrantes; en México, la gran mayoría se dio en gente que no había acabado la Primaria

Las zonas urbanas se han convertido en los puntos cero de la pandemia, con más del 90% de los casos reportados. Y se han llevado la peor parte de la crisis: muchas de ellas con sistemas de salud sobrecargados, servicios de agua y saneamiento inadecuados y complejos de vivienda hacinados sin un mínimo de salubridad. A raíz de ello, las ciudades han ganado un protagonismo notorio a nivel global, han sido el foco de atención mediático y están en el punto de mira de los organismos internacionales interesados en ver cómo responden a estos desafíos globales.

“Las ciudades se han vuelto más visibles, sí, pero no ha cambiado nada”, comenta con cierto escepticismo Shipra Narang Suri, jefa de la Subdivisión de Prácticas Urbanas de ONU-Hábitat. “Todavía siguen con grandes desafíos a los que no pueden dar respuesta. Los paquetes de apoyo financiero han destacado por su ausencia, muchas industrias urbanas no han recibido ningún apoyo, y en general, el acceso que necesitan a financiación no se está dando”.

Las sesiones del Foro Urbano pusieron en evidencia que existe una mayor conciencia sobre la necesidad de conectar lo local, con lo nacional y lo global, para generar modelos de gestión urbana más integrales entre los diferentes niveles de territorios.

Las ciudades asiáticas tienen una noción del colectivo que prevalece al individualismo más característico de las sociedades occidentales. El respeto social está muy arraigado

“Lo que nos ha quedado claro es que las respuestas no pueden ser solo municipales, ya que a ese nivel, no fueron efectivas”, sigue Moreno. “El municipio es una pieza calve y privilegiada, pero debe conllevar un planteamiento territorial, supra y sub-municipal. La comunidad, en ese aspecto, juega un papel fundamental. Y particularmente, lo que hemos observado, es que el papel de los barrios, constituidos a través de una comunidad activa e implicada, es totalmente esencial para lograr la resiliencia necesaria que de respuesta a estos desafíos”.

Moreno enfatiza que en todas las urbes donde ha habido casos de éxito significativos, ya sea en la prevención de la propagación o en el proceso de reconstrucción, siempre se ha encontrado un barrio cohesionado, con una ciudadanía movilizada, trabajando al unísono con fines comunes. Narang Suri coincide: “la voluntad política ha sido fundamental, pero es necesario complementarla con una visión inclusiva y colectiva de los territorios y un gobierno local empoderado que potencie el proceso participativo de las comunidades y los barrios tanto en la contención de la pandemia como en la recuperación económica actual”.

Un ejemplo claro que destaca es Vietnam. En marzo 2020 solo tenían 27 muertos por la covid-19 (el equivalente a las personas que morían cada dos horas en México DF). ¿Cómo lo lograron? Una estructura vertical de los diferentes niveles de poderes públicos, priorizando lograr barrios sostenibles, que facilitaba mucho el flujo de recursos y una gestión responsable de los tres factores que determinan la respuesta efectiva a la propagación de la pandemia: la vivienda, la movilidad y el trabajo.

“Pero esto sería más difícil en Europa”, dice Moreno. “Las ciudades asiáticas tienen una noción del colectivo que prevalece al individualismo más característico de las sociedades occidentales. El respeto social está muy arraigado. Para ello es preciso que este sentimiento individual evolucione y se vuelva más empático, más conectado con las comunidades y los barrios”.

De hecho, el Foro Urbano en España puso en evidencia como se disparó la desigualdad durante la pandemia: el 66% de los casos a nivel mundial fueron en el quintil más pobre de la población; en países árabes, el 97% de los casos fueron migrantes; en México, la gran mayoría se dio en gente que no había acabado la Primaria.

Estas reflexiones llevaron a replantear ciertos conceptos, como el de resiliencia urbana, que empieza a ser acusada de ser artificial por plantear exclusivamente hacer más fuerte al vulnerable. Ello sugiere un respeto al status-quo existente que difícilmente promoverá las transformaciones sociales necesarias para asegurar que la nueva normalidad no regrese a los modelos pre-pandémicos, que fueron los que en definitiva, crearon esta pandemia.

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