La revolución de los activistas anglófonos de Camerún encarcelados: “Es una lucha por la supervivencia de ocho millones de almas”
Ciudadanos que abogaban por la independencia de las regiones anglófonas del país han sido condenados a largas penas de cárcel y a millonarias multas, pero no ceden en su activismo. La nación centroafricana se enfrenta a una guerra civil que dura ya ocho años
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Abdul Karim Ali hace una comida al día y reza cinco veces pidiendo a Dios justicia para el pueblo del sur de Camerún y para todos los pueblos oprimidos del mundo. Este erudito musulmán, ingeniero y asesor de empresas de 43 años espera su juicio en la Prisión Central de Yaundé desde febrero de 2023. Su delito: defender los derechos de los cameruneses del sur de forma no violenta en debates públicos y entrevistas, y denunciar su deshumanización por parte del Estado, dominado por los francófonos.
Ali fue detenido en agosto de 2022 en la ciudad de Bamenda, en el noroeste del país, donde pasó tres meses recluido, después pasó otros tres meses en el Centro de detención de la Secretaría de Defensa del Estado y fue finalmente trasladado a esta prisión en febrero de 2023.
“Personalmente, no tengo ningún problema con el Gobierno de Camerún. Más bien, tengo un problema con el régimen de Paul Biya y sus miembros del gobierno fascista de derechas”, afirma Ali enérgicamente, refiriéndose al presidente del país, de 91 años, que gobierna ininterrumpidamente desde 1982. “Hay más de 200 cameruneses del sur en la Prisión Central de Yaundé, de los que cerca del 40% han sido condenados a penas de entre 15 años y cadena perpetua, todo por nada”, agrega.
La violencia desgarra las dos regiones de habla inglesa de Camerún desde 2016, después de que el Gobierno impusiera profesores y magistrados de habla francesa en las escuelas y tribunales anglófonos. Las protestas pacíficas fueron respondidas con la fuerza militar y la detención de los líderes, tras lo que surgió un movimiento separatista que reclama la independencia del territorio, que los activistas anglófonos denominan Ambazonia.
A poca distancia de la celda de Ali, en la Prisión Principal de Yaundé, Sisiku Julius Ayuk Tabe comienza el día con una meditación, una taza de café y un trozo de pan. Le siguen lecturas y reflexiones sobre el futuro y las aspiraciones de una Ambazonia libre e independiente, territorio que engloba a las regiones anglófonas del noroeste y suroeste de Camerún, conocidas durante la época colonial como Camerún del sur británico.
No es la rutina que esperaba tener este ingeniero informático de 59 años cuando declaró la restauración de la independencia del Estado de Ambazonia el 1 de octubre de 2017. Tres meses después de aquella declaración, Sisiku Ayuk Tabe fue detenido en el hotel Nera de la capital nigeriana, Abuya, junto a nueve de sus seguidores y posteriormente extraditado a Camerún.
El amanecer de cada nuevo día en la cárcel es para nosotros un duro recordatorio de que los ambazonianos, dondequiera que estén, siguen encadenados y sufriendoSisiku Ayuk Tabe, activista camerunés
En agosto de 2019, un tribunal militar de Camerún les condenó a cadena perpetua por más de nueve delitos relacionados con el terrorismo y la secesión y les impuso una multa de 273.000 millones de francos CFA (unos 416 millones de euros). Las peticiones para su liberación lanzadas por el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas y el Tribunal Superior Federal de Nigeria han sido desoídas.
“El amanecer de cada nuevo día en la cárcel es para nosotros un duro recordatorio de que los ambazonianos, dondequiera que estén, siguen encadenados y sufriendo”, declaró Sisiku Ayuk Tabe a este periódico en una entrevista a finales de diciembre.
Más de 6.000 personas han muerto a manos de las fuerzas separatistas y gubernamentales, según el International Crisis Group (ICG) –aunque fuentes locales consideran que la cifra real es muy superior –, mientras que al menos un millón más se han quedado sin hogar.
Las raíces de este conflicto se encuentran tras la Primera Guerra Mundial, cuando el país se dividió y pasó a estar bajo control colonial británico y francés. El Camerún francés obtuvo la independencia en 1960 y, un año más tarde, se le unió el Camerún anglófono en forma de federación, tras un plebiscito organizado por la ONU. La sección francófona constituye alrededor del 80%, y la anglófona el 20%, tanto en territorio como en población. Pero un controvertido referéndum celebrado en 1972 derogó la estructura federal del país, que garantizaba los derechos y aseguraba los sistemas educativos, judiciales y políticos diferenciados de la sección anglófona minoritaria.
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Enemigos del Estado
A pesar de estar detenido, Sisiku Ayuk Tabe sigue teniendo en mente el número de presos anglófonos en las distintas cárceles del país: unos 300 en la cercana Prisión Central de Yaundé; 75 en Bafoussam, en el oeste; 900 en Bamenda, en el noroeste; 200 en Kumba, en el suroeste; 300 en Douala, en la costa; y más de 1.200 en Buea, en el suroeste.
“Esto no es ninguna broma, es una lucha por la supervivencia de ocho millones de almas”, explica, detallando que la nación ambazoniana, cuando nazca, será la 23ª de África en cuanto a población y será mayor que Holanda, Bélgica o Suiza, en territorio y número de habitantes.
Para él, cambiar sus convicciones políticas a cambio de la libertad sería una “traición”. “Si salimos de aquí será para ir a una mesa de negociación”, afirma a este periódico en una conversación en el porche del centro penitenciario, en el que ha aparecido esmeradamente afeitado y arreglado.
Las apariencias no reflejan los tratos inhumanos que el activista afirma haber sufrido desde que fue detenido. Sisiku Ayuk Tabe explica que han sido etiquetados repetidamente como “enemigos del Estado”. “Incluso nos llamaban esclavos”, recuerda. “Las condiciones de reclusión aquí son indescriptibles, están por debajo de la dignidad humana. Pero resistimos”, agrega.
Soy muy consciente de que los luchadores por la libertad pueden enfrentarse a una de estas tres cosas: la muerte, el exilio o la cárcel. Conozco las consecuenciasActivista encarcelado
Ali también confirma los malos tratos y la comida de pésima calidad y reafirma que nunca renegará de su lucha por la emancipación de su pueblo. “Soy muy consciente de que los luchadores por la libertad pueden enfrentarse a una de estas tres cosas: la muerte, el exilio o la cárcel. Conozco las consecuencias”, afirma.
Diálogo fallido
En la Prisión Central de Yaundé también está Mancho Bibixy Tse. En noviembre de 2016, este periodista y activista colocó un ataúd en una concurrida rotonda de la localidad de Bamenda para denunciar la injusticia social y económica de su comunidad anglófona, y bautizó el acto como la “revolución del ataúd”. En mayo de 2017, el Tribunal Militar de Yaundé le condenó a 15 años de prisión tras acusarle de terrorismo, secesión, rebelión e incitación a la guerra civil.
El 22 de julio de 2019 recibió una condena adicional de 18 meses de prisión al encabezar una protesta contra las condiciones inhumanas de la prisión en la que se encuentra. “Me sometieron a las peores torturas de mi vida por protestar. Actualmente, estamos 15 personas en un dormitorio que se construyó para albergar a un preso”, afirma.
Mancho insiste en que no es culpable de ninguno de los cargos que se le imputan, y los califica de “mera pérdida de tiempo”. Reconoce que la revolución en curso ha sido infiltrada por “bandidos” en busca de beneficios financieros y materiales, así como por milicias “patrocinadas por el Estado” que pretenden desacreditarla, pero mantiene que “nunca harán fracasar su causa”.
El Gobierno de Camerún ha intentado algunas iniciativas para poner fin al conflicto interno. En octubre de 2019, las partes beligerantes participaron en unas negociaciones conocidas como Gran Diálogo Nacional. Pero esas negociaciones, en las que no participaron líderes críticos de la revuelta anglófona, acabaron fracasando. Posteriormente, en septiembre de 2022, el presidente Paul Biya se retiró de un diálogo de paz dirigido por Suiza.
En otro esfuerzo por poner fin al conflicto, Canadá dirigió unas “conversaciones previas” secretas para ayudar a ambas partes a iniciar un diálogo formal. Los líderes anglófonos emitieron una declaración conjunta en la que afirmaban su compromiso de participar en las negociaciones con la intermediación de Canadá. Pero tres días después, el Gobierno camerunés rechazó los esfuerzos de Canadá, negando que hubiera pedido a una parte extranjera que resolviera el conflicto.
El presidente Paul Biya debe pedir un alto el fuego y retirar todas sus tropas; todas las personas detenidas y encarceladas en relación con la crisis deben ser liberadas incondicionalmenteSisiku Ayuk Tabe
“Todas las veces que nosotros y nuestros equipos nos hemos reunido con ellos, les hemos presentado nuestra posición y los pasos necesarios para negociar: el presidente Paul Biya, que nos declaró la guerra el 30 de noviembre de 2017, debe pedir un alto el fuego y retirar todas sus tropas; todas las personas detenidas y encarceladas en relación con la crisis deben ser liberadas incondicionalmente; debe crearse un ambiente seguro para los que están en el extranjero (refugiados y otros) dispuestos a regresar a casa”, detalla Sisiku Ayuk Tabe. “Camerún debe comprometerse a un calendario de negociación, con la mediación de una tercera parte mutuamente aceptada y en un lugar neutral mutuamente acordado por ambas partes”, agrega.
Sin embargo, lamenta que Camerún haya manifestado “mala fe” y “falta de voluntad” hasta ahora. “Su mala fe ha sido recurrente desde 1961. En su delirio, juegan con el tiempo, pensando que una victoria militar podría ser posible, lo que es inverosímil”, relata. “Mientras el presidente Biya y su Gobierno siguen manteniéndonos ilegal, arbitraria e inconstitucionalmente en sus prisiones, les recordamos que, aunque maten al último hombre que quede en pie –y Dios no lo quiera–, las piedras junto al monte Fako (el pico más alto del país) se levantarán y lucharán por nosotros”, se despide.
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