En París los turistas admiran la Torre Eiffel… Y al ecologista colgado de un árbol
Un activista se ha instalado en un platanero del centro de la capital para evitar que sea talado y en su lugar se construyan edificios con tiendas, restaurantes y oficinas
La ecología y el turismo de masas, de entrada, no tienen muchos puntos en común. Desde hace unos días ambas realidades andan a la greña en el centro de París. Thomas Brail, un activista francés que lucha por la defensa de los árboles, ha decidido encaramarse a un platanero centenario situado en las inmediaciones de la Torre Eiffel y apalancarse ahí para exigir que ese árbol y otros vecinos no sean talados, como está previsto, para en su lugar instalar tiendas, restaurantes y oficinas.
París es una de esas ciudades maravillosas para los visitantes ocasionales que se hacen selfis con el Sena de fondo y se imaginan formar parte del elenco de una película chic, pero a la vez es un infierno para los residentes habituales, quienes deben hacer frente a alquileres exorbitantes, a un tráfico endiablado y a una ciudad pensada y repensada sobre todo para los turistas.
¿Vale la pena deshacerse de árboles, como si se tratara de mobiliario urbano oxidado para construir más edificios “de servicios”? ¿Tienen más derechos los turistas de paso que los árboles, plantados desde hace cien años y residentes permanentes de la Ciudad de la Luz?
Brail es un trepador de árboles que se instaló en el platanero el pasado 30 de mayo para llamar la atención sobre el fin trágico que le espera a este ejemplar y a otros 42 más, algunos centenarios y otros bicentenarios, ante el proyecto de construir cinco edificios en esa zona. La futura reurbanización del entorno de la Torre Eiffel despertó hace unas semanas ya las iras de los ecologistas, quienes denunciaron la voluntad de “cimentar” la zona ajardinada del Campo de Marte, que rodea a la famosa torre.
¿Tienen más derechos los turistas de paso que los árboles, plantados desde hace cien años y residentes permanentes de la Ciudad de la Luz?
Con esta acción, el Ayuntamiento de París busca acondicionar el centro de la capital francesa en vistas a los Juegos Olímpicos del 2024. Para llevar a cabo su proyecto, las autoridades han aceptado desclasificar 950 metros cuadrados de espacio boscoso clasificado, así como privatizar jardines públicos de la ciudad.
Brail no es el único a no estar de acuerdo con la iniciativa constructora de la municipalidad. Su organización, Groupe National de Surveillance des Arbres (GNSA), junto con otras cuatro asociaciones, han lanzado una petición en Change para exigir que se pare el proyecto: que no se talen los árboles y que no se construya en zona medioambiental protegida. Cuando escribo estas líneas han conseguido más de 140.000 firmas.
A principios de mayo, el Ayuntamiento dio marcha atrás ya en parte a su proyecto ante la avalancha de críticas. El concejal responsable de Espacios Verdes del Ayuntamiento de París, Christophe Najdovski, anunció por Twitter que la alcaldesa, Anne Hidalgo, se había comprometido a no destruir ningún árbol; que el proyecto iba a ser revisado para conseguir que cada ejemplar fuera protegido. En el mismo tuit, aprovechó para recordar que la iniciativa contemplaba también 1,7 hectáreas de espacio libre de cemento y vegetalizado, así como la plantación de más de 200 árboles, a sumar a los ya existentes.
Esta primera concesión del poder público no convenció a Brail, quien será recibido el viernes 3 de junio por las autoridades competentes. Él y otros activistas que le acompañan quieren que se rehaga el proyecto de arriba abajo y la garantía de que los jardines no desaparecerán bajo el cemento.
Brail está colgado del árbol en defensa del entorno de la Torre Eiffel, pero también para dar la voz de alerta de lo que está pasando en Francia. Los plataneros de la Torre Eiffel atraen las miradas de los turistas y de los medios de comunicación y van a ser amnistiados para el regocijo de propios y extraños. Pero sin luz ni taquígrafos que tomen nota se están talando árboles centenarios por toda Francia y de manera impune. Es la constatación y la denuncia que hace su organización GNSA, quien recibe continuas alertas de ciudadanos escandalizados porque su ayuntamiento tiene la intención de cortar un árbol centenario. Que París sirva de ejemplo y de modelo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.