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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

48 horas para convertir la ciudad en campo

Francia lanza el reto de llenar las urbes de vegetales este fin de semana

Micagoto vía Flickr / Creative Commons
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No sé si existe un país tan amante del terruño y tan aficionado a la jardinería como Francia. Muchos franceses de provincias cultivan su propio jardín y su huerto y se ensucian las manos con orgullo aunque sean ejecutivos de cuello blanco y bien planchado. La casa con jardín significa en realidad en la mente del francés casa con jardín y huerto. Y me pregunto también si hay un país más obsesionado con la calidad de la alimentación que el Hexágono. A los franceses les gusta comer bien, pero sobre todo les gusta cultivar bien. Las frutas y verduras del extranjero no son muy bienvenidas en el territorio ni en el imaginario francés porque se sospecha que a lo peor habrán sido tratadas con kilos de pesticida.

Así que no me ha sorprendido para nada descubrir que alguien ha inventado un evento “verde” a escala nacional. ¿Y si todos los amantes de la jardinería, que son cientos de miles, se pusieran de acuerdo y armados de sus palas, sus semillas y sus carritos se dedicaran a adornar las ciudades con tiestos floridos, arbolitos frutales y demás bondades vegetales? Esta es la idea de fondo del proyecto Les 48h de l’agriculture urbaine (Las 48 horas de la agricultura urbana). En su web se lee que el Día de la Música llena cada año las calles de guitarras y de bandas. ¿Por qué no copiar el espíritu y la idea de fondo pero en este caso para embellecer las calles con flores, plantas y vegetales comestibles el 21 y el 22 de abril?

El evento se celebrará durante todo este fin de semana en 14 grandes ciudades francesas además de en Bruselas. Para llevar a cabo la invasión “verde” en 7 de esas grandes ciudades se lanzó una campaña de crowdfunding en Kisskissbank con el objetivo de recaudar 3.000 euros por ciudad. Y en los 7 casos se ha conseguido superar el objetivo de recaudación. La web del evento propone vídeos tutoriales para ayudar a vegetalizar tu ciudad, ideas sobre cómo fabricar bombas de semillas, por ejemplo, o una hamaca vegetal o pistas para iniciarse en el vermicompostaje doméstico. Y si no te interesa apuntarte a una de las actividades previstas en tu municipio, siempre puedes proponer la tuya propia.

La alimentación ya no es tarea del agricultor y del campo sino que atañe también a la ciudad y a los urbanitas

La idea es interesante porque parte de la base de que la ciudad es propiedad (y responsabilidad) de todos y no solo de los funcionarios administradores y de los políticos de turno. Y el proyecto también presupone que la alimentación ya no es tarea del agricultor y del campo en exclusiva, sino que atañe también a la ciudad y a los urbanitas. De la misma manera que las ciudades ya no pueden estar compartimentadas, divididas entre barrios dormitorios, zonas de ocio y zonas de trabajo totalmente desvinculadas, la alimentación ya no puede ser solo el asunto de los agricultores en el campo. Hay que acercar el campo a la ciudad y la ciudad al campo en el buen sentido de la expresión.

De hecho, cuando uno se pone a reflexionar sobre nuestro sistema de alimentación y sobre la agricultura industrial, la verdad es que no tiene mucho sentido lo mires por donde lo mires. Nos llevamos a la boca verduras y frutas que no saben a nada, porque son especies que han sido escogidas no por su buen sabor sino por su resistencia a las enfermedades y su capacidad de realizar largos trayectos y conservarse en la nevera. Y que la fruta no tenga gusto no es lo peor de la historia. A lo peor los franceses llevan razón y gran parte de nuestra producción ha sido tratada con productos tóxicos nocivos que acabamos ingiriendo juntamente con las vitaminas y los minerales beneficiosos.

Visto de cerca esta cadena alimentaria no tiene ningún sentido sobre todo cuando la tecnología permite hoy cultivar en espacios reducidos, en vertical, con poco agua, con poca tierra, dentro de un edificio sin luz solar pero con lámparas led, es decir, prácticamente en cualquier sitio. Hablamos de todo ello en un post dedicado a los invernaderos de supermercado en Alemania y en otro post sobre los invernaderos familiares, que se instalan en el jardín de casa y pueden alimentar a una familia de hasta 4 personas. Estos últimos están proliferando como champiñones por toda la geografía francesa.

Markus Spiske vía Flickr / Creative Commons

Y en cambio sí tiene todo el sentido del mundo que los cientos de miles de jardineros y agricultores de fin de semana salgan a la calle y hagan crecer zanahorias en las azoteas, y fresas en los balcones y ensaladas en los supermercados. Y no solo para que nuestro paladar salga ganando, porque será un producto local, tratado sin pesticidas, recogido cuando toca y consumido en su punto exacto de maduración.

Tiene todo el sentido del mundo también si queremos tomarnos en serio nuestra salud y la del planeta. El domingo es el Día de la Tierra. ¿No deberían todos los días ser el Día de la Tierra? Me ponen triste estos Días que se escriben con mayúscula. Sirven para señalar vergüenzas más que para celebrar honores. Quizá en realidad la mejor manera que tenemos de honrar la tierra es trabajándola, y haciéndolo bien, sin contaminarla, sin explotarla, sin ensuciarla. ¿Y si todos nosotros sin excepción fuéramos llamados en realidad a convertirnos más pronto que tarde en agricultores aunque agricultores de fin de semana y aunque vivamos en ciudades bien asfaltadas y vistamos cuellos blancos bien planchados? Me temo que los franceses tienen bastante que enseñarnos al respecto.

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