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“Vemos a África a través de una ventana estrecha”: el precio económico y social de los estereotipos

La mayoría de las noticias que se publican sobre el continente son negativas y esa imagen se traduce en inversiones perdidas, una percepción errada del riesgo y el desaliento de los jóvenes que buscan migrar

Beatriz Lecumberri

Corrupción, conflicto, hambre, migración, pobreza, dependencia. El guion se repite y la narrativa sobre África parece haberse quedado atrapada en las mismas historias negativas. “Vemos África a través de una ventana estrecha. El fragmento que entra es real, pero ese fragmento no es todo”, lamentó Carlos Lopes, profesor y economista de Guinea-Bisáu y ex representante especial de la Unión Africana para las relaciones con Europa. “Si abrimos la ventana, entra más luz, cambia la percepción y las decisiones que tomamos, así que también cambia el futuro. África no necesita indulgencia, necesita ser vista”, agregó Lopes este viernes durante el V Encuentro de Periodistas África - España organizado por Casa África y el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, centrada en los estereotipos que presiden los contenidos relacionados con el continente.

Un 88% de los artículos publicados en el mundo sobre Kenia son negativos. En el caso de Nigeria, el porcentaje llega a 69%, según los cálculos de la plataforma Africa No Filter, que publicó un estudio sobre el coste de estos estereotipos sobre África en los medios de comunicación del mundo.

“Al recortar la realidad, simplificar complejidades y eliminar matices, el estereotipo influye en cómo se deciden las inversiones, cómo se negocian las políticas públicas, cómo se percibe el riesgo o se dirige la cooperación internacional”, dijo Lopes, en esta intervención en CaixaForum, en Madrid

África no necesita indulgencia, necesita ser vista
Carlos Lopes, economista de Guinea-Bísau

El coste económico de esa brecha entre percepción y realidad africana está bien calculado. Los países de África se contemplan en su conjunto como zonas de alto riesgo para inversores y “África podría estar ‘perdiendo’ hasta 4.200 millones de dólares (3.600 millones de euros) anuales en pagos de intereses de deuda, debido principalmente a los estereotipos que dominan la cobertura mediática mundial”, dijo Victor Mark-Onyegbu, nigeriano y responsable de subvenciones y desarrollo comunitario de Africa No Filter. “Es una especie de impuesto de la narrativa. Una penalización por una imagen distorsionada”, subrayó Lopes.

África quebrada y dependiente

Mark-Onyegbu explicó que en su organización han identificado tres ideas persistentes sobre el continente: África está quebrada, es dependiente y no tiene agencia, es decir, no sabe actuar ni tomar decisiones. “Aparece a menudo como una tarta que se reparten Rusia, China y otros. La conversación es siempre sobre los intereses de estos superpoderes. Por ejemplo, siento que esto pasó en la última reunión del G20 en Sudáfrica, donde se perdió una oportunidad”, dijo, refiriéndose a cómo la ausencia de Estados Unidos o la actitud rusa pudieron más que los verdaderos temas sobre la mesa.

El responsable también se refirió al escaso interés mundial que suscita la zona de libre comercio africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés), la más grande del mundo por aunar a 1.300 millones de personas, que se puso en marcha en 2018. “Es una iniciativa que puede sacar de la pobreza a millones de personas, pero solo merece un 1% de la cobertura sobre África”, lamentó.

William Shoki, periodista en el medio Africa Is a Country (África es un país), cuyo nombre ironiza con la extendida creencia de que no hay diferencias entre los países de África, consideró que el continente es visto mundialmente “como un problema que debe ser resuelto”. “Por eso, hay gobiernos occidentales que diseñan políticas al margen de los intereses africanos, marcadas en muchos casos por el asistencialismo, las bajas expectativas y políticas extractivistas”, criticó.

Para el periodista español Jaume Portell, el coste de los estereotipos en África se resume en la extracción de bauxita en Guinea-Conakri, primera reserva mundial de esta roca, materia prima del aluminio. En este país africano, los intereses de la deuda son tan altos que no tienen tiempo para plantearse la producción local de aluminio porque tienen la urgencia de honrar sus compromisos financieros. “Nos parece que en África no hay dinero, no hay recursos, pero este país ha multiplicado su producción de bauxita por nueve sin resultados. Tristemente, nadie se va a lanzar a crear una planta de aluminio en Guinea-Conakri. Deciden fabricarlo en su país”, dijo, recordando que el precio que el Estado africano recibe por cada tonelada de bauxita no cambia, oscila los 80 dólares, mientras que el precio del aluminio no deja de subir y supera esta semana, por ejemplo, los 2.800 dólares por tonelada. “El premio del estereotipo es la distancia entre la bauxita y el aluminio”, zanjó.

En 2023, por ejemplo, la deuda del continente africano equivalió al 24,5% de su PIB. Y el continente ya dedica más dinero al pago de deuda que lo que entra en ayuda al desarrollo.

Clichés y aspiraciones frustradas

África No Filter realizó recientemente un trabajo sobre el tamaño de África en los mapas, en los que se ha constatado que aparece a menudo más pequeño que la realidad. “Cuando en un atlas escolar se reduce el tamaño de África, también se está minimizando inconscientemente su importancia”, recalcó Mark-Onyegbu, explicando que se han reunido con empresas y organizaciones a cargo de estos mapas, con el fin de subsanar esta representación equivocada.

Lopes también subrayó que todas estas narrativas, erradas pero muy extendidas, “penetran en las aspiraciones” de los habitantes de África y muchos jóvenes “crecen escuchando un relato que les desalienta y así se pierde capital humano”.

Para Marie Louise Ndiaye, periodista senegalesa, el desasosiego impulsa el deseo de migrar. “El estereotipo también es que muchos de nuestros jóvenes piensen que en Europa se puede tener de todo muy rápido. Se juegan la vida para llegar y luego ven que no es así”, dijo.

Ndiaye sigue los rastros de migrantes, cuenta sus historias e intenta mostrar que muchas veces la realidad es diferente a la que imagina ese adolescente frustrado de un pequeño pueblo de Senegal. “Cuento cómo no se puede trabajar automáticamente cuando se llega a Europa y hay que esperar años en ocasiones, que hay mujeres violadas por los mercenarios que las ayudan a cruzar a España o jóvenes perdidos en un verdadero choque intercultural”, dijo.

El estereotipo también es que muchos de nuestros jóvenes piensen que en Europa se puede tener de todo muy rápido. Se juegan la vida para llegar y luego ven que no es así
Marie Louise Ndiaye

“Hay estereotipos que vienen de fuera: personas que no saben que Mali es un país, que no es sinónimo del Sahel, que solo hay violencia y que los habitantes la fomentan”, citó Fatouma Harber, periodista de Mali y directora de la plataforma SankoréLabs. “Pero también arrastramos estereotipos internos: por ejemplo, muchos jóvenes creen que la riqueza siempre está lejos y solo quieren migrar a Costa de Marfil, Níger o incluso Francia”, dijo.

Pese a estos estereotipos, la realidad del continente se mueve con rapidez. “Seis de las 10 economías con mayor crecimiento proyectado para 2025 y 2026 están en África”, citó Lopes. El experto aludió también a innovaciones energéticas, como una descentralización y una sostenibilidad, que pueden ser modelos para otros países. También digitales, como el dinero móvil, usado por más del 70% de los adultos africanos, o la conectividad que se extiende no solo en las grandes ciudades, sino en urbes medianas, donde una población “muy joven diseña soluciones locales para problemas globales”.

Una de cada cuatro personas será africana en 2050. “En el continente se jugará una parte decisiva del futuro de todos”, concluyó Lopes.

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Sobre la firma

Beatriz Lecumberri
Periodista especializada en información internacional. Ha sido corresponsal en Jerusalén, Caracas, Río de Janeiro y París y ha trabajado en la agencia France-Presse (AFP). Es autora del libro 'La revolución sentimental', sobre Venezuela, y codirectora del documental 'Condenadas en Gaza'. Actualmente, trabaja en la sección Planeta Futuro de EL PAÍS.
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