“Irse no es una solución”: ONG sanitarias españolas ante la salida estadounidense de la OMS
La decisión de Donald Trump de abandonar esta institución global provoca preocupación, pero también abre la oportunidad de repensar su financiación y sus prioridades a la hora de cuidar de la salud de las personas
Anulación de reuniones presenciales clave sobre enfermedades desatendidas, el futuro Tratado de pandemias en peligro o programas de prevención e investigación en la cuerda floja. Las ONG sanitarias españolas comienzan a ver ya los efectos que traerá la decisión del Gobierno estadounidense de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A su evidente preocupación se añaden la obligada cautela, hasta que la retirada se concrete, y también un optimista sentimiento de oportunidad. “¿Y si esta crisis fuera la ocasión de transformar el funcionamiento de esta entidad mundial?”, se preguntan algunos responsables.
“La salida de Estados Unidos es muy importante, pero la OMS va a seguir caminando. La cuestión que está sobre la mesa es que Estados Unidos no cree en el multilateralismo y eso es incompatible con hacer políticas de salud global eficaces para las personas. Pero países como España sí tienen esa visión, defienden la salud global, que es la salud de las personas”, dice a este periódico Vanessa López, directora de Salud Por Derecho, desde Ginebra, donde participó en el Consejo Ejecutivo de la OMS.
Para Carlos Mediano, miembro de consejo ejecutivo de Medicus Mundi internacional, la “preocupante” decisión de Estados Unidos equivaldría a marcharse de la comunidad de vecinos del edificio por un desacuerdo, pero seguir viviendo allí.
“La salud global es una realidad en el mundo actual e irse no es una solución. Me gustaría saber qué alternativa propone Estados Unidos porque necesitamos un sistema de gobernanza global para enfrentarnos a los desafíos de salud mundiales, como fue la pandemia”, dice. “Lo grave no es solo que Estados Unidos se vaya, sino que haya un efecto de llamada y otros países hagan lo mismo”, agrega.
Es lo que ha sucedido con Argentina, cuyo Gobierno anunció la semana pasada que se retira también de la OMS. “Hemos decidido salir de un organismo tan nefasto y que fue el brazo ejecutor de lo que fue el mayor experimento de control social de la historia”, escribió en redes sociales el presidente Javier Milei.
“Todo está conectado”
En el bienio 2022-2023, Estados Unidos contribuyó con 1.284 millones de dólares (1.243 millones de euros) a la OMS. Es decir, uno de cada seis dólares del presupuesto de la entidad son estadounidenses. Sin el apoyo de Washington, las capacidades de la institución, tal y como está organizada en este momento, se verán mermadas y su capacidad de dar una respuesta global a desafíos y emergencias, también.
“La decisión de Estados Unidos, desde un punto de vista estructural, nos afecta desde ya. Por ejemplo, reuniones clave presenciales ya no podrán celebrarse de esta manera. Sin ir más lejos, la reunión sobre enfermedades desatendidas de la piel, que se celebra cada dos años, e iba a tener lugar en marzo, no será presencial. Se está organizando online, pero no será lo mismo”, cita Iñigo Lasa, director general de la Fundación Anesvad.
Tal vez a los responsables estadounidenses les parece que están ahorrando con esta decisión de salir de la OMS, pero a largo plazo van a perderCarlos Mediano, Medicus Mundi
Sin el apoyo de EE UU, estrategias internacionales para coordinar y responder a desafíos sanitarios también se verán debilitadas, por ejemplo, las directrices que establezca el inminente Acuerdo de Pandemias, una herramienta clave en la gestión de futuras crisis mundiales. “Será difícil aprobarlo. Cuando nos reunimos el año pasado ya hubo reticencias de varios países, entre ellos Estados Unidos. Pero es un marco que necesitamos porque no sabemos cuándo habrá otra pandemia, si tardará un año o 20, pero seguro la habrá”, asegura Carlos Mediano.
El responsable de Medicus Mundi subraya que medidas locales en un mundo global no sirven. Ni para investigar, prevenir y hacer frente a enfermedades. “Todo está conectado. Si mañana hubiera otra pandemia, qué haría Estados Unidos. ¿Se mantendría aparte? Sería muy complicado y lo pasaría mal. Tal vez a los responsables estadounidenses les parece que están ahorrando con esta decisión de salir de la OMS, pero a largo plazo van a perder”, prevé.
La salida de Estados Unidos de la organización también apela a la responsabilidad financiera de los casi 200 países miembros de la OMS y trae a colación un tema, que, según estos expertos, lleva años siendo “problemático”. La OMS se nutre de contribuciones obligatorias (20% de su presupuesto) y voluntarias (80%) de Estados, organizaciones y fundaciones. En este momento, la mayoría de las aportaciones estadounidenses (más del 70%) a la OMS son voluntarias.
“Una institución global no puede depender de lo que un país haga o no haga. Y tal vez ha llegado el momento de ver que si todos diéramos dinero suficiente a la OMS, si cambiáramos esos porcentajes, el efecto de la salida de un país sería mucho menor. Esto puede ser la oportunidad de gestionar la OMS de otra manera”, apunta Mediano.
Vanessa López corrobora que este debate sobre la financiación ha estado presente en estos días en la reunión de la OMS en Ginebra, donde irónicamente seguía habiendo representantes de Estados Unidos y de Argentina. “Los países son reticentes a aumentar sus contribuciones, pero es necesario. Europa, por ejemplo, tiene la oportunidad de cubrir el hueco de Estados Unidos, de trazar políticas sanitarias más cercanas a la equidad, que pongan la salud por delante, y no los beneficios que se puedan obtener con ellas”, pide la responsable.
Estados Unidos no cree en el multilateralismo y eso es incompatible con hacer políticas de salud glocal eficaces para las personas. Pero países como España sí tienen esa visión, defienden la salud global, que es la salud de las personasVanessa López, Salud por Derecho
Cómo llegar a las personas más vulnerables
Es innegable que muchos países del Sur Global dependen de una OMS fuerte y que las personas más vulnerables sufrirán en primer lugar un recorte de fondos. Pero la falta de financiación afectará a programas de lucha contra enfermedades infecciosas o contra la mala calidad del aire, que amenazan al planeta entero.
“La salud no entiende de fronteras ni ideologías. Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo. Redoblamos nuestro compromiso con la OMS, que ha sido fundamental para la erradicación de enfermedades, la lucha contra pandemias y el acceso global a la salud”, dijo esta semana Mónica García, ministra española de Sanidad.
Este lunes, la OMS y la Fundación Anesvad anunciaron la firma de un acuerdo por 1,4 millones de euros distribuidos en dos años para mantener y mejorar la calidad y la eficiencia de las intervenciones sanitarias relacionadas con las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) de la piel, que afectan a las comunidades más vulnerables. Para Iñigo Lasa, renovar esta colaboración público-privada es más necesario que nunca en este contexto de incertidumbre, con el fin de mantener las actuaciones sanitarias en regiones especialmente expuestas a las enfermedades.
Para que sea eficaz, la prevención debe hacerse durante cinco o 10 años. Si paras un año, retrocedes. Habrá que ir país por país, enfermedad por enfermedad y buscar soluciones concretasIñigo Lasa, Fundación Anesvad
“El trabajo con la OMS es esencial para garantizar que las estrategias que implementemos lleguen a las personas que más lo necesitan, de forma eficiente y sostenible, evitando retrocesos en los avances conseguidos”, explicó el director general de Anesvad.
Este acuerdo desea aplicar la inteligencia artificial (IA) para mejorar la detección temprana de casos en comunidades desatendidas, garantizar el acceso temprano a tratamientos fundamentales para enfermedades como la lepra, el pian y la úlcera de Buruli e integrar datos sobre estas dolencias en los sistemas de salud nacionales de países africanos como Benín, Camerún, Costa de Marfil, Ghana o Liberia, para responder mejor ante casos y brotes.
Más de mil millones de personas padecen en el mundo alguna de las 21 enfermedades tropicales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como desatendidas. La mayoría de los enfermos están en el África subsahariana y los recursos destinados para prevenir y tratar estas enfermedades son ínfimos en comparación con otras dolencias. Dentro de estas enfermedades desatendidas, las que tienen una manifestación cutánea están aún más olvidadas y por su apariencia provocan estigma y graves problemas de salud mental, subrayadas en los últimos años por la OMS.
Lasa también mostró su preocupación por el impacto concreto que ya está teniendo en estas enfermedades desatendidas la decisión de Donald Trump de desmantelar USAID, la agencia federal de cooperación al desarrollo. El responsable de Anesvad citó por ejemplo la distribución de medicamentos preventivos para cuatro ETD: la oncocercosis, la esquistosomiasis, la filariasis linfática y el tracoma, que están presentes en alrededor de dos tercios de países africanos, y que ya no se está pudiendo hacer porque las oficinas de USAID cerraron. “Para que sea eficaz, esta prevención debe hacerse durante cinco o 10 años. Si paras un año, retrocedes. En este momento, habrá que ir país por país, enfermedad por enfermedad y buscar soluciones concretas para que sigan distribuyéndose”, explicó.
Además, Lasa temió que sin el apoyo financiero estadounidense, estas enfermedades, ya de por sí olvidadas, queden abajo de la lista de prioridades de los países africanos, que tienen urgencias mayores como la malaria, la tuberculosis o el VIH, que afectan a muchas más personas.
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