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Mohammed y Roger reparten medicamentos gratis a sus vecinos en Siria

La subida de precios en el país, sumido en un conflicto que ya dura 13 años, dificulta el acceso a fármacos vitales. Un grupo de Facebook gestionado por dos voluntarios trabaja para que nadie se quede sin tratamiento

Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah
Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah, en la clínica que usan como almacén de medicamentos donados que serán distribuidosSafaa Sallal

Mohammed Al-Mostafa, de 70 años, un residente de Barzeh, al norte de Damasco, que lleva casi una década luchando contra la diabetes, no puede pagar sus medicinas. “Ahora me cuestan más de 8,60 euros al mes, casi la mitad de mi pensión de 21,50 euros, lo que me deja a mí y a mi familia en una situación difícil”, explica. En Siria, donde una de cada 10 personas padece esta misma enfermedad, el coste de un mes de insulina puede ascender a 12 euros, casi un tercio del salario medio de un trabajador.

En este país, sumido en un conflicto que ya dura 13 años, 15,3 millones de personas (sobre una población de 23 millones) necesitan ayuda humanitaria, incluyendo 7,5 millones de niños, según Unicef.

Como Al-Mostafa, millones de sirios no pueden acceder a fármacos indispensables. Pero un grupo de Facebook está ayudando a miles de personas a conseguir gratis las medicinas que tan desesperadamente necesitan.

Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah
Una farmacia en Hajin (Siria), en 2019. Chris McGrath (Getty Images)

La Iniciativa de Solidaridad Farmacéutica nació de Mohammed Ali Al-Ahmad, cirujano vascular, y Roger Nasrallah, repartidor, en 2020, cuando el doctor fotografió las muestras de medicamentos que las empresas farmacéuticas le entregaban como parte de su campaña de marketing y que estaban disponibles en su clínica. Compartió sus fotos en una publicación en Facebook, en la que escribió: “Si alguien necesita cualquier tipo de medicamento, que venga a mi clínica para recibirlo gratis”. La publicación llegó a Nasrallah, quien, tras muchos intentos fallidos de conseguir medicamentos para su abuela y su padre, diabéticos e hipertensos, sintió que le lanzaban un salvavidas. Tras conseguir la medicación necesaria para su familia, empezó a barajar ideas para ayudar al médico a entregar los medicamentos directamente a los pacientes, ya que tenía experiencia en la entrega a domicilio.

Pusieron en marcha su grupo de Facebook el 7 de junio de 2020, solicitando donaciones. La clínica de Al-Ahmad, de solo 16 metros cuadrados, se transformó en almacén, y las camas destinadas a los pacientes se reconvirtieron en espacios para clasificar los medicamentos. Al-Ahmad recuerda con cariño el primer día de la iniciativa, cuando unos 50 pacientes recibieron las muestras de las que disponía, suministradas por otros médicos.

Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah
Fármacos donados, en el almacén que gestionan Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah.SAFAA SALLAL

El grupo de Facebook, que ahora cuenta con más de 18.000 miembros, tiene como objetivo conseguir fármacos no disponibles o proporcionar medicamentos de uso frecuente a ciudadanos necesitados. Los participantes, entre los que hay médicos, farmacéuticos y ciudadanos de a pie, publican los nombres y las cantidades de medicamentos disponibles, que luego se distribuyen gratuitamente. Según Nasrallah, entre 2021 y 2023, el grupo gestionó unas 21.600 recetas solo en Damasco, atendió a más de 100 pacientes a la semana y se extendió ocasionalmente más allá de las fronteras de la capital. “La situación en Siria es desgarradora”, señala Al-Ahmad. “Recuerdo que una vez, en Duma, tuvimos que dividir una receta entre dos pacientes que la necesitaban desesperadamente. Nunca podré olvidar lo doloroso que fue”.

El papel de Al-Ahmad consiste en organizar los medicamentos y las recetas, solicitar donaciones o fondos y garantizar un reparto equitativo del trabajo entre los ocho voluntarios que se unieron a su iniciativa. Nasrallah tiene la responsabilidad de preparar las visitas a los pacientes para entregarles la medicación y ayudar a ampliar la iniciativa para hacer frente a la gran afluencia de interesados. “Nuestro objetivo es ayudar a los sirios con todo lo que podamos”, afirma Nasrallah. “No es una tarea sencilla. Hemos pasado por momentos difíciles”.

Según Nasrallah, los problemas constantes que supone tener recetas y medicamentos, proteger a los pacientes de individuos que anuncian los fármacos disponibles a precios inflados y mantener un suministro continuo obligaron al dúo a suspender su actividad durante unos meses. “Pero cuando veo que los expatriados que regresan a Siria donan medicamentos para contribuir a la iniciativa, me animo a seguir adelante”, añade.

Inestabilidad económica

A pesar de que en Siria las fábricas farmacéuticas han aumentado un 24,7% respecto a 2011, los precios de los medicamentos nacionales se han disparado. Solo en 2023, el Gobierno subió los precios de los fármacos tres veces, lo que supuso una subida de entre el 70% y más del 100% para algunos productos. La escasez de medicamentos con receta empezó a agravarse en 2020 a raíz de la Ley César, una normativa federal estadounidense que impone sanciones al régimen de Bachar el Asad. El aumento del precio de las materias primas empujó a los fabricantes locales de medicamentos a presionar al Gobierno para que subiera los precios, una decisión que el Ejecutivo retrasó hasta 2023.

La situación se ve agudizada por la escasez de divisas, que ha hecho que la libra siria pierda el 80% de su valor frente al dólar. Esto ha provocado la desaparición de muchos fármacos esenciales y ha alimentado los mercados negros de medicamentos.

La iniciativa de reparto gratuito de Facebook no puede ayudar a tanta gente como antes. “Las donaciones han disminuido considerablemente debido a la subida de los precios de los medicamentos”, afirma Al-Ahmad. “Pero tenemos la intención de ampliar nuestros servicios gratuitos desarrollando una aplicación móvil específica para agilizar las operaciones”.

En la actualidad, la iniciativa sigue prestando servicios semanales a unos 10 pacientes, gracias a las muestras donadas por Al-Ahmad y otros médicos amigos. Al-Mostafa es uno de los pacientes que actualmente se benefician de la entrega gratuita de recetas. “No sabría qué hacer sin ellos”, afirma. Un sentimiento compartido por otros beneficiarios como Therese George, de 65 años, que confía en la iniciativa de farmacia electrónica para sus medicamentos para el corazón y la hipertensión y describe a Al-Ahmad y Nasrallah como sus hijos. “La satisfacción de saber que has ayudado a alguien que lo necesita es el sentimiento más gratificante que obtenemos con este trabajo”, afirma Nasrallah.

Mohammed Ali Al-Ahmad y Roger Nasrallah
Mohammed Ali Al-Ahmad, cirujano vascular, y Roger Nasrallah, repartidor, trabajan en la Iniciativa de Solidaridad Farmacéutica.SAFAA SALLAL

Rima Swaheh, activista de derechos humanos, cree que iniciativas como esta farmacia solidaria son “la columna vertebral del apoyo comunitario”. “El impacto humanitario y social de la iniciativa de la farmacia electrónica supera con creces el de muchas organizaciones e instituciones de mayor envergadura, cuya labor a menudo permanece ajena a los retos de la vida real”, explica. “Al fin y al cabo, el verdadero trabajo humanitario surge de entender las necesidades de la gente y empatizar con sus luchas”.

En este momento y según el periodista económico Faras Al-Qadi, las empresas farmacéuticas de Siria están presionando al Gobierno para que suba aún más los precios mediante la retirada periódica de medicamentos del mercado, alegando la interrupción de la fabricación. “Los fabricantes de medicamentos no están en la ruina financiera total, como afirman, sino que tratan de obtener beneficios”, sostiene. “Mientras tanto, los empleados del Gobierno, por ejemplo, ganan ahora aproximadamente 36 euros, una cantidad que no da para cubrir el aumento de los costes de los bienes y servicios esenciales.”

Una fuente del Ministerio que prefiere permanecer en el anonimato revela que el Gobierno está intentando equilibrar la disponibilidad de medicamentos en medio de las sanciones a Siria. “Estamos colaborando con los fabricantes farmacéuticos para fijar precios que satisfagan las necesidades de los pacientes y al mismo tiempo garanticen que las fábricas pueden seguir operando”, concluye.

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