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La brecha digital de género, un gran obstáculo para la lucha por la igualdad de las mujeres de Pakistán

Solo el 26% de las paquistaníes tiene acceso a internet, frente al 47% de los hombres, una de las diferencias más acusadas del mundo. La falta de acceso a la Red hace más difícil que puedan educarse, progresar en el trabajo y luchar contra el ciberacoso

Pakistan
Una mujer usa su teléfono en una calle de Islamabad (Pakistán) en 2020.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)

“Una joven prima lejana mía fue asesinada por su tío porque supuestamente estaba enviando mensajes de texto a un ghair mard (un hombre que no era su pariente). La policía enterró el caso. No hubo hashtags, ni noticias, ni presiones para que se hiciera justicia. Si hubiéramos tenido acceso a foros online, habría habido más indignación”, se lamenta Maryam Jamali, de 20 años, que dirige Madat Balochistan, una organización que trabaja por el desarrollo en las regiones de Baluchistán y Sindh, al sur de Pakistán.

Amna, una joven de 25 años que trabaja de niñera en Lahore, cuenta que en su casa solo hay un teléfono móvil, y que ella únicamente lo puede usar cuando su padre está delante. Por eso le resulta difícil ponerse en contacto con su jefe si lo necesita. Además, explica que con este acceso restringido a internet no puede hacer cursos de formación en línea, como algunas amigas suyas, para conseguir trabajos mejores.

Estos son apenas dos ejemplos de cómo la brecha digital lastra a las mujeres de Pakistán. En este país, el quinto más poblado del mundo (con 220 millones de habitantes), la mitad de la población tiene algún tipo de acceso a internet, según la ONG Bytes for all, pero es una de las naciones con la brecha de género digital más acusada del planeta, con un 26% de las mujeres que tiene acceso a internet, frente al 47% de los hombres, según datos del Banco Mundial. Además, solo el 50% de las paquistaníes poseen un teléfono móvil, frente al 81% de los paquistaníes, y las mujeres tienen un 49% menos de probabilidades de utilizar internet móvil que los hombres, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Estas diferencias aumentan en las comunidades rurales y de bajos ingresos, donde las estructuras patriarcales y los recursos limitados dificultan aún más el acceso. Allí, solo el 7% de las mujeres (frente al 20% de los hombres) tiene acceso a internet, según el Banco Mundial.

El problema de la falta de acceso de las mujeres a internet empieza a veces desde la misma infancia. La investigadora y experta en derechos digitales Hija Kamran, cuyo trabajo se ha centrado en la intersección entre el género y la tecnología, cuenta que se encontró una vez con el caso de una niña a la que le pidieron que dejara de asistir a sus clases online desde casa si sus hermanos querían jugar a videojuegos. El hecho de que se diera más preferencia al ocio de los chicos que a sus clases dice mucho sobre la forma en que se percibe el derecho de las mujeres a la alfabetización y al acceso a los espacios digitales en Pakistán, subraya. En este caso, puede ser fácil pasar por alto las limitaciones de esta joven porque está en una casa con acceso e incluso está matriculada en clases en línea, todo un privilegio en un país con un 58% de tasa de alfabetización, un porcentaje que baja al 46% en el caso de las mujeres, según datos del Banco Mundial.

Incluso cuando las mujeres tienen acceso a espacios en internet, la diversidad de sus voces y sus luchas se ve a menudo eclipsada por el relato dominante”.
Hija Kamran, experta en derechos digitales y género

A la falta de oportunidades que genera no poder usar internet en un mundo cada vez más digitalizado, se le añaden los peligros de no estar familiarizadas con el entorno digital en un mundo en el que el ciberacoso tiene predominantemente nombre de mujer. Las internautas con acceso muy controlado o limitado tendrán más dificultades para aprender a utilizar los contenidos en internet de forma segura, y se vuelven vulnerables tanto a la desinformación como al ciberacoso, advierten distintos expertos. El 40% de las paquistaníes han sufrido algún tipo de acoso online, según un estudio de la organización Digital Rights Foundation. En una sociedad en la que la “moral” se esgrime a menudo como un motivo para controlar los actos de las mujeres, y donde aplicaciones como TikTok son percibidas por algunos como inmorales, estos riesgos se convierten en una razón para que la gente vigile el acceso digital de las mujeres en lugar de mejorar su formación.

Necesidad de voces diversas

Una crítica que repiten varias expertas consultadas es que las iniciativas para promover el acceso a internet de las paquistaníes están dominadas por los relatos de las élites urbanas, por lo que las ONG y las nuevas empresas que trabajan en la alfabetización digital —y que a menudo tienen su sede en zonas urbanas de élite— no deben olvidar incluir voces diversas, mujeres y comunidades marginadas de todos los orígenes en el proceso de toma de decisiones.

Expertas como Kamran echan de menos un enfoque más integral en las campañas de alfabetización digital (según UNESCO, la alfabetización digital es la “capacidad de acceder, gestionar, comprender, integrar, comunicar, evaluar y crear información de forma segura y adecuada”) que abundan en Pakistán. “Muchas campañas en Pakistán se centran en proporcionar aparatos digitales a las mujeres y en conectar a la Red zonas desconectadas del país, pero se pasa por alto la necesidad de una “conectividad significativa”, opina. Es decir, una conectividad que tenga efectos reales sobre el día a día de las mujeres vulnerables, porque, incluso cuando tienen acceso a espacios en internet, la diversidad de sus voces y sus luchas se ve a menudo eclipsada por el relato dominante. “Por ejemplo: es fácil decir que ofrecer clínicas de telesalud permitirá a las mujeres conectar con los médicos desde la seguridad de sus hogares, pero es mucho más difícil comprender y abordar el hecho de que estas mujeres a lo mejor no pueden disponer de un momento a solas con el médico, o simplemente no son capaces de seguir los complicados pasos de las aplicaciones para conseguir las citas en primer lugar”.

Jamali, la directora de la organización Madat Balochistan, ha sido testigo directo de las múltiples barreras digitales a las que se enfrentan las paquistaníes. En lo que concierne a su comunidad, donde el acceso a internet es limitado, opina que recursos como las clínicas de telesalud son un paso en la dirección correcta, pero se pregunta si son suficientes para satisfacer las diversas necesidades de todas las mujeres. Y subraya la necesidad de atender la diversidad en un país tan rico en etnias y lenguas. “Las conversaciones sobre la brecha digital, por lo que yo he podido observar, no son tan inclusivas de las diferentes experiencias de las mujeres en Pakistán dependiendo de su etnia, región geográfica y clase. Sin interseccionalidad, las conversaciones en torno a la igualdad en los espacios digitales carecen de sentido”. Al problema de la falta de alfabetización digital de las mujeres se le suma por ejemplo la dificultad de poder usar teléfonos inteligentes en urdu, ya que el idioma estándar de los dispositivos electrónicos es el inglés.

Algo parecido le sucedió el mes pasado a Sadia Khan, una mujer paquistaní de 70 años que renunció a usar la cuenta de Facebook que su nieta (esta periodista) le había configurado. Estaba harta de ver mensajes irrelevantes sugeridos por la red social y anuncios. La aplicación de mensajería WhatsApp también le resultaba muy confusa. Khan, que apenas habla inglés, es una de las pocas integrantes de la privilegiada población de Pakistán que puede permitirse comprar un teléfono inteligente. Su poco manejo de la tecnología, y la dificultad de poder usar teléfonos inteligentes en urdu la convierten, sin embargo, en otra persona vulnerable en espacios digitales en este país asiático.

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