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Alas de avión para reducir la contaminación de los barcos: la misión de una joven ingeniera para descarbonizar los océanos

Con tan solo 22 años, una barcelonesa desarrolló un ingenioso sistema de velas rígidas para barcos que permite reducir hasta el 30% del consumo de combustible

La Naumon, el barco teatro itinerante, capitaneado por La Fura dels Baus, lleva en su cubierta una vela rígida automatizada, en febrero de 2021.
La Naumon, el barco teatro itinerante, capitaneado por La Fura dels Baus, lleva en su cubierta una vela rígida automatizada, en febrero de 2021.
Paula Herrera

¿Qué hace un ala de avión colocada en vertical en un buque? Lo que parece una pieza perdida del fuselaje de un aeroplano es en realidad una vela que sirve para impulsar la nave con ayuda del viento. Un sistema capaz de darle siete veces más velocidad que con una vela tradicional. Cristina Aleixendri, una ingeniera aeronáutica de 30 años, se fijó hace ocho en el sistema de velas rígidas creado en los ochenta y lo readaptó y automatizó para los barcos actuales: su sistema permite reducir hasta un 30% el consumo de combustible de estos gigantes del mar e impulsar la descarbonización del transporte marítimo. Su iniciativa, instalada ya en un barco de La fura dels baus, le ha valido el reconocimiento como una de las jóvenes promesas de Europa, catalogada así por la revista Forbes.

Aunque confiesa que habría elegido ser médico, lo cierto es que su vocación siempre ha estado relacionada con mejorar la vida de las personas. “Asociaba la medicina con salvar vidas, luego entendí que puedo usar la ingeniería como una herramienta para generar impacto”, concreta por teléfono desde Cantabria. Su encuentro con la carrera se da gracias a su profesora de bachillerato. “Ella vio un brillo especial en mis ojos cuando resolvía problemas y me ayudó a elegir la ingeniería aeronáutica como la profesión que me acompañaría en la vida”, recuerda emocionada.

La ingeniera aeronaútica, Cristina Aleixendri durante una conferencia sobre ingeniería sostenible para el cuidado de los océanos.
La ingeniera aeronaútica, Cristina Aleixendri durante una conferencia sobre ingeniería sostenible para el cuidado de los océanos.Cedida por Bound4Blue

“Nos dimos cuenta de que en los océanos se cometen crímenes ambientales atroces, están olvidados, y ni siquiera están mapeados. Nuestra tarea es preservarlos”, dice la barcelonesa quien, tras finalizar los estudios universitarios, y con tan solo 22 años, fundó la empresa bound4blue, destinada a diseñar, fabricar y montar sus prototipos de velas rígidas para barcos. Ocho años después, su negocio se ha consolidado como un referente de la innovación y de la tecnología sostenible.

Aleixendri cuenta que a pesar de que el sistema marítimo es el medio de comercio de mercancías más eficiente —en relación con la cantidad de toneladas transportadas por viaje—, su principal problema es el tipo de combustible que usa. “El fuelóleo pesado tiene altas cantidades de azufre, metales pesados y otros residuos tóxicos. La combustión de todos estos elementos emite contaminantes altamente peligrosos para la salud humana y son muy dañinos para el ambiente”. Por eso, junto a otros dos compañeros, decidió usar sistemas similares a los de un ala de avión para construir unas velas rígidas que propulsen el barco. Así, si el motor se esfuerza menos y consume menos combustible. “Son las velas de toda la vida, pero mejoradas”, dice con humildad.

Pero en realidad, no son simples velas. Dentro de estas estructuras, que varían de entre los 12 y 36 metros de altura, hay motores eléctricos que succionan el aire exterior. Gracias a eso, se genera siete veces más empuje. “Aunque no sustituyen el consumo total de combustibles fósiles, sí lo reducen. Las velas evitan entre un 15% y 30% el esfuerzo del motor. Esto hace que los barcos sean más sostenibles, ahorren dinero y con ello puedan destinar ese presupuesto en la compra de combustibles ligeros que contaminen menos el ambiente”, concreta.

Aleixendri reconoce que sus logros son resultado de un trabajo conjunto. “Ahora somos una empresa con 27 personas encargadas de mejorar su tecnología. Eso nos permite revolucionar el sector marítimo. Este es uno de los más conservadores, sin mucha innovación tecnológica y sin mucha presencia de jóvenes”, reflexiona. La emprendedora se refiere a los estereotipos sociales que ha tenido que enfrentar: los micromachismos y la resistencia al cambio generacional.

Esta emprendedora se mueve dentro de tres sectores: el marítimo, la banca y la inversión. “Muchas veces te encuentras siendo la única mujer dentro de las reuniones. He tenido conversaciones con inversionistas que me han pedido hablar con mi compañero de la empresa para aclarar temas de financiación”, recuerda. Por eso, ella lucha contra los techos de cristal con talleres y charlas que impulsan la participación de las niñas en el sector tecnológico. “Estamos realizando un cambio generacional que llega con nuevas ideas y que intenta romper con estereotipos”. Y asegura que estos no solo afectan a las áreas con mayor presencia masculina. “Son machismos que están enraizados en toda la sociedad”, lamenta.

Asociaba la medicina con salvar vidas, luego entendí que puedo usar la ingeniería como una herramienta para generar impacto

En la actualidad, Aleixendri proyecta su trabajo hacia la inversión y los negocios. Desea que su labor no solo se quede en la innovación, sino que trascienda hacia la educación y sensibilización de las personas sobre la importancia de trabajar por un planeta más sostenible. Y confiesa que, aunque en el mundo hay más de 60.000 barcos de transporte comercial, en la actualidad solo dos llevan su tecnología. Uno de ellos es el buque-ópera La Naumon o Nave Mundo.

Esta embarcación de la compañía de teatro catalana La fura dels baus es un escenario de arte itinerante que recorre las playas y muelles. Ahora la eSail —como han decidido bautizar a uno de sus prototipos— es la vela de succión más grande jamás construida y desplegada en un barco —y no en cualquiera, sino en uno de 60 metros de largo y con cerca de 50 años de vida—. Sus 18 metros la han convertido en una de las características más llamativas de este buque, que surca los mares con un objetivo firme: sensibilizar sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, en específico, sobre la importancia del cuidado de los océanos.

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