Chile: comer para sobrevivir, comer para estar sano

Franco Giménez, de 76 años, considera el alimento que recibe en la parroquia de la comuna de La Pintana, al sur de Santiago de Chile, como “banquete hecho con amor”.Cristian Soto Quiroz

Juan Francisco Errázuriz Rivas, presidente y cofundador en 2015 de Alimentando a Cristo, trabajó en una empresa de champiñones y conoce bien el problema del desperdicio de alimentos. Por eso, ayuda a colectar hortalizas que no se venderían en el mercado, pero reparte entre población vulnerable con difícil acceso a una alimentación saludable.Cristian Soto Quiroz

María Padilla dice que tiene 65, pero aparenta más. “A veces me duelen los huesos, pero estoy bien”, asegura. Acude con su olla vacía, que se lleva de una olla popular, con la comida del día: lentejas. Sus ingresos,100.000 pesos de pensión más un extra que obtiene limpiando casas, no le alcanzan para alimentarse saludablemente sin ayuda. “Ojalá no se acabe la ollita. Me quedaría sin almuerzo”.Cristian Soto Quiroz

Otro de los colectivos que acude a los comedores sociales es el de los inmigrantes. En opinión del padre Fernando Tapia Miranda, de la comuna de La Pintana, "hay mucha xenofobia y se dicen muchas mentiras que la gente cree”. Esa discriminación hace que muchos se vean abocados a acabar en la olla común de la parroquia pidiendo comida. “Espero una política más humanitaria; nadie se va de su país por gusto”.Cristian Soto Quiroz

En la Junta de Vecinos de Nogales, barrio de la comuna de Estación Central, al noreste de la capital, reparten cada día, tres días a la semana, entre 100 y 150 raciones de comida. “Hay dos realidades. Los políticos hablan de alimentos saludables, pero la verdad es que a la población no le alcanza para esos alimentos. Se cocina y se come lo que se puede. Ese es el tema”, dice Hernán Olivi Inostrosa, coordinador del lugar.Cristian Soto Quiroz

Don Jaime es agricultor y dona a la Fundación Hogar Niño Jesús las frutas y verduras que son aptas para el consumo, pero no para su venta en supermercados. “Con todo lo que se pierde, comería un país entero. El 40 % de lo que se produce en Chile, se desperdicia”, asegura.Cristian Soto Quiroz

La Fundación Hogar Niño Jesús reparte cestas de frutas y verduras a más de 2.500 familias en situación de vulnerabilidad. Julia Lespinasse Tapia, de 50 años y directora de fundación, reconoce que, antes, a las personas mayores les daban bebida de cola o papas fritas. "Pero les generas un problema de salud como hipertensión”.Cristian Soto Quiroz

El sobrepeso y la obesidad son epidemia en Chile, donde un 75% de su población tiene sobrepeso (40,2), obesidad (31,4) u obesidad mórbida (3,4), según la última encuesta nacional de salud, de 2016-2017.Cristian Soto Quiroz

Julia Lespinasse Tapia sabe que una dieta equilibrada es muy importante para la salud los beneficiarios de su fundación gracias a una formación de la Universidad Católica de Chile. “Ahora tratamos darles alimentos saludables y que no causen enfermedades. Hay niñas de ocho años con colesterol alto porque comen todo con kétchup y mayonesa”, comenta.Cristian Soto Quiroz

Julia Valenzuela (a la izquierda) no sabe leer ni escribir y se ha ganado la vida limpiando casas. Pero ya está mayor para seguir. ¿Qué edad tiene? No lo sabe con certeza. “Lo pone en mi carnet. Soy bisabuela”, desvela. Viuda, con dos hijos enganchados a la droga y los nietos a su cargo, no le queda más remedio que ir a la Junta de Vecinos de Nogales para poder comer.Cristian Soto Quiroz

La pensión de los mayores que acuden a la olla de la Junta de Vecinos de Nogales oscila entre los 70.000 o 150.000 pesos (76 y 163 euros). Por eso, tras el estallido de demandantes de ayuda durante la pandemia, son los ancianos los que aún siguen haciendo cola en su puerta con sus ollas vacías tres días a la semana.Cristian Soto Quiroz

"La gente come todos los días, pero a los adultos mayores les dan dos bolsas mensuales de sopa, no alcanza para todo el mes. ¿Por qué no entregan un paquete con alimentos saludables? La gente come todos los días", se pregunta Hernán Olivi Inostrosa, el coordinador de la Junta de Vecinos de Nogales.Cristian Soto Quiroz

“Aquí han venido nutricionistas para tener una dieta equilibrada porque hay preocupación”, comenta el padre Fernando Tapia Miranda, que apoya a las voluntarias que preparan comidas en edificio del arzobispado en el barrio de La Pintana. En su opinión, hay un problema de educación: “La gente pobre come más de la cuenta. Y mal”.Cristian Soto Quiroz

De acuerdo con el académico del Departamento de Atención Primaria y Salud Familiar de la Universidad de Chile, Daniel Egaña, “la gente sabe lo que es comer saludable, pero no se lo puede permitir". Y dice: "Las mujeres tienen claro cuál es el problema. Pero no puede haber un cambio en la alimentación si el país no es más equilibrado salarialmente".Cristian Soto Quiroz

El hijo menor de Jael Noemí Ramos, de 27 años, fue diagnosticado con “sobrepeso”. El niño tenía que ponerse a dieta por prescripción del médico. “Me explicó que debía variar la comida y darle carne. Pero no me da. Mis niños no comen carne ni pollo. Me dijo que comiera una o dos frutas al día y que, si desayunaba avena, no tomara pan en el almuerzo”, relata la madre.Cristian Soto Quiroz

La Fundación Hogar Niño Jesús entrega cada semana a Ramos una cesta de hortalizas y frutas que dona don Jaime, un agricultor local. Gracias a su generosidad, accede a unos alimentos saludables que, de otro modo, no podría permitirse.Cristian Soto Quiroz