Un nuevo registro electrónico para mejorar la atención de salud de los migrantes
La Organización Internacional de las Migraciones está probando un sistema más eficiente y funcional para tomar los datos sanitarios de la población en movimiento y optimizar su cuidado
A lo largo de su ruta, un migrante con destino europeo podría pasar por varios campos y centros de acogida, y en cada uno dirigirse a un puesto de salud diferente. Tal vez tiene una condición crónica y va en busca de la medicina que debe tomar o, simplemente, requiere una consulta. Lo cierto es que, en cada momento, el profesional que lo atienda deberá tomarle los mismos datos, sanitarios y también migratorios. Esta información quedará registrada en un sistema cerrado, donde el archivo languidecerá en cuanto el paciente continúe hacia su siguiente parada. Allí empezará, de nuevo, atendido por otro sistema sanitario u ONG con su propio método de recolección de datos.
En un contexto en el que el volumen de trabajo es inmenso, los tiempos por paciente, mínimos y se convive como se puede con permanentes barreras lingüísticas, esta repetitiva operación supone un reto y riesgo constante: se debe recoger la información de manera eficiente, pero también con extremo cuidado y exactitud –una alergia a un medicamento mal catalogada puede tener graves consecuencias, por ejemplo–. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) sabe que se tiene que desarrollar un mejor sistema, y desde hace unos años está en ello.
En el marco de la crisis de refugiados europea, precipitada por la guerra de Siria, la OIM y la Comisión Europea crearon un nuevo sistema que se desplegó a partir de 2016 en ocho países del sur de Europa –Bulgaria, Croacia, Chipre, Eslovenia, Grecia, Italia y Serbia– en una prueba piloto para estudiar su funcionamiento y eficacia. El registro electrónico personal de salud (ePHR, por sus siglas en inglés) es el novedoso software que permite recoger el historial médico, diagnósticos y síntomas de las personas recién llegadas a los centros de acogida y acceder a toda esa información a lo largo de la ruta migratoria; evitando así repetir procesos y optimizando el cuidado que se les ofrece en cada momento.
Ana Requena, jefa del grupo de migración y salud del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación “la Caixa”, es también la encargada de analizar la factibilidad y los resultados médicos del despliegue del ePHR. La experta explica qué tiene de especial un registro que, a primera vista, se puede parecer mucho a la tradicional historia clínica implementada por cualquier sistema de salud. “El ePHR recoge una serie de datos que seguramente nunca se recolectarían en un sistema normal de información, como aquellos sobre el proceso migratorio: no solamente el país de origen, sino qué países se han transitado”, ejemplifica. “También hay una serie de información epidemiológica acerca de la situación familiar: si se viaja solo o acompañado. Es decir, es muy específico para una población migrante que está en ruta y ofrece información que luego puede estar asociada a determinadas necesidades de salud, como ciertas enfermedades tropicales que los médicos no están tan acostumbrados a tratar”.
Asimismo, el sistema incluye una exploración física que se puede ir actualizando y monitoreando. También tiene otra sección que indica qué exámenes necesita un determinado paciente o si se recomienda derivarlo a un especialista, además de un apartado especial para el seguimiento de mujeres embarazadas. Por último, una parte importante es el que registra la vacunación, cuáles se tienen y qué dosis faltan, lo cual también va relacionado con la ruta migratoria que ha emprendido el paciente. Al final, a partir de todos estos datos, el sistema genera alertas para el siguiente médico, señalando una alergia, la necesidad de una vacuna o de un medicamento.
Es esencial disponer de datos desagregados y comparables de la salud de los migrantes para entender las necesidades sanitarias de esta población y poder hacer planes de salud pública acordes
Tal vez es una obviedad señalar que tener un sistema de datos unificado es útil a la hora de atender a la población migrante, sin embargo, las razones son más amplias de lo que se puede pensar en un primer momento. Según señala el Pacto Mundial sobre Migración, adoptado por la ONU en 2018, es esencial disponer de datos desagregados y comparables de la salud de los migrantes para entender las necesidades sanitarias de esta población y poder hacer planes de salud pública acordes. En otras palabras, además de permitir ofrecer una mejor y más completa atención a personas en situaciones particularmente vulnerables, también es importante controlar la posibilidad de que ingresen o se propaguen enfermedades poco comunes o ya erradicadas en los países de acogida.
Para este fin, Requena ha sido quien ha elaborado el estudio del ePHR y ha señalado una serie de mejoras a implementar. “Una de las cosas principales que nos decían los profesionales es que había demasiada información que rellenar. A raíz de eso se ha ejecutado una mejora del programa para hacer que la interfaz sea más amigable, que las variables tengan más sentido, que no haya redundancias”. Esta actualización, señala Requena, está desplegada actualmente por la OIM en Canarias, y pronto posiblemente también en Colombia y Ecuador, y ella será otra vez la encargada de analizar su funcionamiento.
En última instancia, el objetivo ideal es lograr ligar estos datos con los diferentes sistemas de salud que están en uso en cada país. No es necesario integrar el sistema entero, sino poder compartir la información: que se pueda identificar a una persona registrada en el ePHR y que sus datos estén disponibles en otro centro de salud. Pero incluso para esto los retos abundan. Por un lado, ya que es información sensible, la legislación de protección de datos dificulta la obtención de permisos para compartirlos entre diferentes países. En segundo lugar, hay retos prácticos también, pues es muy difícil compartir en tiempo real información de un paciente que ha visitado otro centro que usa un sistema diferente.
Aun así, Requena confía en que estas trabas se irán superando con el tiempo a pesar de las dificultades, pues el fin último, que es dar una mejor atención a los migrantes y ayudar a los profesionales sanitarios a hacer su trabajo, prevalecerá sobre los posibles cuestionamientos éticos, los obstáculos legislativos y los desafíos técnicos. Tras un mes que ha dejado a más de cuatro millones de ucranios buscando refugio en Europa a raíz de la invasión rusa, los argumentos a favor de la necesidad de un sistema de este estilo solamente se fortalecen.
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