Los cambios en el clima arruinan la esperada cosecha de mangos en Egipto
La caída de la producción de hasta el 80% de la fruta estrella del verano representa un nuevo aviso sobre la vulnerabilidad de la tierra ante las temperaturas irregulares y los cambios estacionales
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Amr Kadah, un agrónomo egipcio con 15 años de experiencia en el mundo de la fruta, confiaba en que 2021 sería un gran curso para los mangos, el rey de los veranos de Egipto. La temporada pasada, Kadah llegó a recoger unas 250 toneladas de sus campos en la gobernación de Ismailía, acariciando el canal de Suez, y en el desierto entre El Cairo y la ciudad mediterránea de Alejandría. Y siguiendo con el aumento que ha registrado su producción en Egipto en los últimos años, ahora esperaba incluso superar esa cifra.
Pero el desastre no tardó en asomarse. Y cuando la temporada ya se acerca a su fin, Kadah se lamenta de una estrepitosa caída de la producción del 50%. “La razón de la mala cosecha de este año es el clima en la etapa de maduración de la fruta”, explica el agrónomo, que ahora ya está dirigiendo su atención hacia las granadas.
Kadah no ha sido el único en experimentar el batacazo. Pese a la apuesta del país por los mangos, este año la producción nacional ha sufrido una caída de entre el 30 y el 80% en función del lugar y de la cuenta, lo que ha provocado una calamidad económica para miles de cultivadores. El curso pasado, en las mismas fechas, la temporada vivía su apogeo.
Los principales responsables del revés en la cosecha han sido las temperaturas irregulares y un aumento de la humedad, atribuidos por la mayoría al cambio climático. Algunas zonas han registrado esta temporada dos olas de calor, una en invierno y otra en marzo. Esta última fue especialmente agresiva en el este, donde se concentran una parte muy significativa de esta fruta, e incrementó la evaporación del suelo, secó las raíces y provocó que muchos mangos cayeran antes de tiempo, según explicó el responsable de agricultura de Ismailía, Kamal Fathi, al diario egipcio Al Ahram. La propagación de una enfermedad provocada por dos bacterias en forma de moho negro y el uso de pesticidas ineficaces han intensificado la severidad de la crisis.
Los responsables del revés en la cosecha de mango han sido las temperaturas irregulares y un aumento de la humedad, atribuidos al cambio climático
“Este año la cosecha ha atravesado una crisis muy grave debido a los cambios climáticos desfavorables y a la propagación [de bacterias], que provocaron la enfermedad que acabó con la mayoría de las plantaciones en Ismailía”, señala Hussein Abu Saddam, presidente del Sindicato de Agricultores de Egipto. “Se trata de una gran pérdida para los agricultores”.
Con una quincena de tipos y unas formas, tamaños y colores bien particulares, el mango es una de las frutas más populares de Egipto, cuyo clima y cuyo suelo han sido durante mucho tiempo considerados idóneos para su cultivo, y abundan, particularmente en su caluroso verano, en las pintorescas fruterías y en las concurridas tiendas de zumos de El Cairo.
En el exterior del país, la variedad de origen egipcio también goza de una reputación especial, sobre todo en Europa, el Golfo Pérsico y Rusia, y figura entre los productos agrícolas más exportados: el año pasado ocupó el octavo lugar y fue la cuarta fruta, si bien en 2021 ha caído hasta la quincena posición, según el ministerio de Agricultura.
El cambio climático podría tener en el futuro consecuencias peligrosas en países como Egipto que dependen de la agriculturaHussein Abu Saddam, presidente del Sindicato de Agricultores de Egipto
Una de las regiones que se ha visto más duramente golpeada ha sido Ismailía, especialmente afectada por la ola de calor de marzo, es una de las principales productoras y alberga algunas de sus plantaciones más viejas, de modo que son más vulnerables ante la propagación del moho negro. Allí, los cultivos abarcan una extensión de unas 117.000 hectáreas, según apunta Abu Saddam, que asegura que cada vez más productores optan por plantar tipos de mango del exterior debido a que son más resistentes a los cambios del clima y frente a algunas enfermedades.
Egipto es un país muy expuesto a los efectos de los cambios en el clima provocados por los humanos, sobre todo por su extrema dependencia respecto a la producción agrícola del delta del Nilo, que es una de las zonas del planeta de mayor vulnerabilidad ante sus impactos, según el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU. El sector de la agricultura, además, es especialmente sensible a las temperaturas irregulares y cambios estacionales, como han mostrado crudamente las malas cosechas de este año.
“El cambio climático podría tener en el futuro consecuencias peligrosas en países como Egipto que dependen de la agricultura”, alerta Abu Saddam, que explica que desde el sindicato están intentando que el Estado intervenga para minimizar los efectos. “Estamos esperando a que el Gobierno cree un fondo de solidaridad agrícola para compensar a los agricultores en caso de un cambio natural que afecte al mango o a cualquier otro cultivo”, declara, quejándose de que “nadie pregunta [por ellos] salvo cuando los precios suben”.
El presidente del sindicato del gremio, además, subraya que la situación puede llegar a ser especialmente insegura, como ha puesto de relevo el caso de muchos cultivadores esta temporada. “Pueden ir incluso a la cárcel”, desliza, “ya que los agricultores hacen la temporada anual a partir de la deuda que contraen con comerciantes, y que devuelven tras el cultivo, a finales de año. Si las cosechas no llegan, aumenta su riesgo”.
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