Talibanes, activismo y derecho a la educación en Afganistán
Con motivo del Día Internacional para la Protección de la Educación ante Ataques los jóvenes de la Campaña Mundial por la Educación (CME) piden solidaridad con el pueblo afgano, especialmente con mujeres y niñas, en el actual contexto de inseguridad, terror y represión
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“Si los talibanes prohíben el acceso de las niñas a colegios, daré clases por Facebook. Si limitan los estudios, subiré los libros a internet. Si cortan internet, mandaré libros por correo. No me rindo”, declaró la activista afgana Pashtana Durrani en un vídeo que se ha hecho viral en Twitter.
Con la misma determinación que demuestra Pashtana Durrani , y con motivo del Día Mundial para Proteger la Educación de Ataques, las y los activistas jóvenes de la Campaña Mundial por la Educación (CME) queremos manifestar nuestra solidaridad con el pueblo afgano, especialmente con las mujeres y las niñas, en el actual contexto de inseguridad, terror y represión.
La vulneración de los derechos fundamentales en Afganistán, entre ellos el derecho a la educación, no es nueva. La inestabilidad, las luchas entre distintas facciones armadas y los ataques tanto de los talibanes como del “Estado Islámico de la Provincia de Khorasan” se han cobrado numerosas víctimas civiles, especialmente entre los más jóvenes. Según datos de Naciones Unidas, tan solo en 2019 hubo 3.403 víctimas civiles, de las cuales el 30 % eran niños y niñas.
La educación también lleva tiempo en el centro de la diana: entre 2017 y 2019, se registraron en Afganistán más de 300 ataques a escuelas, en los que murieron o resultaron heridas al menos 410 personas, entre estudiantes, profesorado y personal educativo. También el derecho a la educación de las niñas y mujeres era especialmente vulnerable antes de la llegada de los talibanes; según datos de Unicef, en 2018, el 60% de los menores afganos sin escolarizar eran niñas.
No obstante, tememos que esta frágil situación empeore. Desde la caída de Kabul el pasado 14 de agosto, hemos presenciado la evacuación masiva de decenas de miles de personas, mientras la situación de seguridad sigue deteriorándose, como demuestra el atentado en el aeropuerto el 26 de agosto, en el que murieron cientos de personas. Esta atrocidad, cuya autoría ha reclamado el Estado Islámico de Khorasan —enemigo declarado de los talibanes—, es tan solo una muestra del caos que se avecina en Afganistán, que seguirá siendo objetivo de este tipo de ataques terroristas.
No nos cabe la menor duda de que, como ya ha sucedido en el pasado, las políticas públicas de los talibanes tendrán consecuencias enormemente negativas para las niñas y adolescentes
Esto se suma al terrible historial de los talibanes en materia de derechos humanos, especialmente de mujeres y niñas. Las y los activistas jóvenes por el derecho a la educación de la CME queremos manifestar nuestra enorme preocupación por el impacto que la toma del poder por parte de los talibanes tendrá en los derechos de las mujeres, especialmente en lo que respecta al derecho a la educación. A pesar de que están intentando vender una imagen más moderada que hace veinte años, no hemos tardado en ver muestras de lo contrario, por ejemplo con las imágenes de la separación entre hombres y mujeres en las universidades afganas esta misma semana.
Todo ello refuerza nuestro convencimiento de que la realidad es y seguirá siendo muy diferente de cómo el régimen talibán quiere pintarla. No nos cabe la menor duda de que, como ya ha sucedido en el pasado, las políticas públicas de los talibanes tendrán consecuencias enormemente negativas para las niñas y adolescentes, así como para el conjunto de la comunidad educativa y el derecho a la educación en Afganistán.
Lo que está ocurriendo en Afganistán es abrumador. Si bien los contextos de política y conflicto social nos afectan de distintas formas, sabemos que la violencia y la discriminación no son nunca parte de la solución. La educación sí lo es. Las niñas y jóvenes afganas deben tener acceso a la educación. Tienen que tenerlo, es su derecho humano básico. Por eso, queremos pedir a las y los jóvenes de todo el mundo que, como ya han hecho muchas veces a lo largo de la historia, demuestren su compromiso con causas que, como esta, afectan tanto a la juventud como al conjunto de la humanidad.
Animamos a los y las jóvenes a que presionen a sus gobiernos para que pongan en marcha medidas que permitan mejorar la situación, especialmente de las mujeres y las niñas
La actual crisis en Afganistán exige medidas urgentes y coordinadas tanto por parte de las instituciones como de la sociedad. Animamos a los y las jóvenes a que presionen a sus gobiernos para que pongan en marcha medidas que permitan mejorar la situación, especialmente de las mujeres y las niñas. Instamos a la juventud a que comparta en sus redes información que contribuya a que se tome conciencia de lo que nos jugamos en esta crisis; a que participen en manifestaciones de protesta y apoyen las iniciativas para acoger a las personas refugiadas afganas.
Nuestros hermanos y especialmente nuestras hermanas afganas llevan años reclamando incansablemente sus derechos y libertades, y son un ejemplo de fortaleza y perseverancia. Debemos estar a su lado, organizando la resistencia y demostrando que la acción colectiva es imprescindible para lograr cambios.
No nos engañemos: millones de niñas y adolescentes afganas corren el riesgo de verse totalmente privadas de su derecho a la educación. El mundo no puede permanecer silencioso e impasible ante esta amenaza. Desde luego, los y las jóvenes activistas de la CME no lo haremos.
Rantia Sabbah es coordinadora de jóvenes de la Campaña Mundial por la Educación en la región árabe. Jazmin Elena es portavoz del Movimiento Estudiantil de Latinoamérica y el Caribe (MELAC). Carmen Romero es miembro del Comité Directivo del Global Student Forum. En representación de la red de activistas jóvenes de la Campaña Mundial por la Educación (CME).
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