Una universidad para formar exclusivamente a indígenas en Colombia
La oferta académica de la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN) abierta en Popayán (Cauca) tiene 10 programas que conjugan los saberes ancestrales con la administración propia del territorio y la revitalización de las lenguas originarias
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Santiago Piñacue, indígena del pueblo nasa, con 30 años y una tecnología de zootecnia cursada en una universidad tradicional, decidió apuntarse a la universidad indígena ubicada en el Cauca (suroeste de Colombia) para aprender del Buen Vivir Comunitario. Su decisión obedece al compromiso que tienen muchos miembros de pueblos originarios de fortalecer su cultura. “Pensé que si nosotros nos metemos seguramente vamos a hacer más posible esto y mucha gente también va a creer”, dice el estudiante. “Tenemos el conocimiento de un mayor, de un médico tradicional, de una partera, de un sabio de nuestro territorio... Aunque las formas de evaluar de la ciencia son otras, esta sabiduría es la nuestra”. Esta identidad con la que caminan los pueblos originarios del Cauca hizo posible que naciera la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN).
La entidad consiguió sus credenciales en 2018 y durante la pandemia recibió de parte del Estado colombiano los primeros 11.600 millones de pesos colombianos (2,5 millones de euros) para funcionar. La cantidad todavía es muy pequeña para las aspiraciones, pero es una gran victoria para el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) que empezó a pensar en un sistema de educación propio en los años noventa. Entre sus primeros hitos están la formación de 300 maestros comunitarios y la especialización de pedagogía comunitaria que iniciaron gracias al apoyo de la cooperación internacional. Este consiguió formar a 50 profesionales certificados por la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (Uraccan), parte de la Red de Universidades Indígenas Interculturales y Comunitarias de Abya Yala (Ruiicay), que ha acompañado el proceso de los indígenas colombianos.
La determinación de los indígenas del Cauca viene de antes, de hace 50 años atrás, cuando nació la CRIC para defender los derechos de los pueblos originarios. “Tenemos unas formas propias de gobierno y de entender la cultura desde la ley de origen y la cosmovisión. Irnos pensando desde allí nos ha permitido fortalecernos, saber cómo queremos gobernarnos. Esto no implica desconocer que hay un mundo occidental, que hay otros que conviven al lado de nuestros territorios”, explica Jhoe Sauca, del pueblo kokonuko y miembro de la guardia indígena del territorio.
La CRIC agrupa al 90% de las comunidades indígenas del departamento del Cauca, esto es unas 300.000 personas que pertenecen a 10 pueblos indígenas, siendo los nasa los más numerosos. Su fuerza es indiscutible. A fuerza de mingas (trabajo colectivo) y de tomarse la carretera Panamericana, que atraviesa el país y conecta a Colombia con sus países vecinos, han conseguido llamar la atención de los presidentes.
La coordinadora académica de la universidad indígena, Lucelia Montenegro, originaria del pueblo de Kokonuko, recuerda que no fue fácil vender la idea de una universidad propia y que tuvieron que apelar al derecho que tienen los indígenas en Colombia de tener sistemas de organización propios. “Nosotros planteamos nuestro sistema de educación que parte desde que estamos en el vientre de la madre. No está pensado en educación preescolar, básica, media y superior”.
Nosotros planteamos nuestro sistema de educación que parte desde que estamos en el vientre de la madre. No está pensado en educación preescolar, básica, media y superiorLucia Montenegro, coordinadora académica de la UAIIN
Lucelia cuenta que una gran movilización y una minga, en 2013 y 2017, respectivamente, fueron claves para el reconocimiento final de la universidad. “Cada año estamos en la Panamericana para hacer valer nuestros derechos y por eso ha habido enfrentamientos con la Fuerza Pública. Esto ha sido un proceso de resistencia, donde han muerto compañeros nuestros”. ¿Cuántos? La coordinadora de la universidad habla de 600, pero esta lista incluye a todos los que han sido asesinados en el Cauca desde los años setenta por diversas violencias.
La universidad indígena, cuya sede está en Popayán (capital del Cauca), tiene un campus itinerante. Los más de 1.200 estudiantes y 135 profesores, ambos llamados dinamizadores, recorren el territorio para empaparse de los ritos como el saakhelu que rinde tributo a la tierra por sus recursos. La oferta académica de la UAIIN tiene 10 programas que conjugan los saberes ancestrales con la administración propia del territorio indígena y la revitalización de las lenguas originarias.
La universidad indígena, cuya sede está en Popayán (capital del Cauca), tiene un campus itinerante. Los más de 1.200 estudiantes y 135 profesores, ambos llamados dinamizadores, recorren el territorio
Raomir Canacuan, 40 años, indígena del pueblo totoroez y licenciado en educación y antropología aplicada, es uno de los dinamizadores-profesores del centro. Este indígena cuenta que tuvo que pagar por su educación en una universidad privada de Medellín porque no hay cupos suficientes para ellos en las universidades estatales. “Si nos vamos ya a los contextos de las universidades públicas acá en Colombia, es bastante excluyente con los pueblos originarios. En cada especialidad dan solamente dos cupos para los pueblos indígenas, dos para las comunidades afros y dos para los desplazados por el conflicto armado”.
Eso es justamente lo que quieren combatir en la UAIIN y aunque sus primeros alumnos tenían más de 25 años, y eran ex gobernantes y líderes comunitarios, en el último año están llegando jóvenes que deciden estudiar del lado de los suyos.
Uno de los puntos que distancia a la UAIIN del resto de universidades tradicionales es que para obtener el título, los estudiantes deben proponer un proyecto práctico ligado a los planes de vida de las comunidades, a su pervivencia, llamado crisac (crianza y siembra de la sabiduría y el conocimiento). “La universidad después de más de 30 años me permitió autodescubrirme, desde los sentidos, los sueños, conocer mi cultura, mis raíces. Esa es su esencia, lo que la hace diferente a las demás. Tenemos otra forma de ver el mundo. Desde el arraigo, desde el mismo nacimiento, cuando nuestras mamás, nuestros taitas, hacen la siembra del ombligo, del cordón umbilical a la madre tierra es como un lazo que se hace para que cuidemos siempre de la tierra”, cuenta Santiago, el estudiante nasa que aparcó la zootecnia y está próximo a terminar la especialidad del Buen Vivir, que dura cinco años. Su crisac plantea abrir un pequeño negocio para vender productos orgánicos y espera contribuir a su comunidad. “Todo se hará con el cuidado de la madre tierra que nos enseñaron nuestros mayores”, asegura.
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