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Crisis del coronavirus
Tribuna
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Los cambios que necesita el sector salud para evitar la próxima pandemia

Algunos países ricos esperan tener a toda su población inmunizada para mediados del 2021, pero hasta 2023 no lo conseguirán los más pobres. La desigualdad en el acceso a vacunas, medicamentos, hospitales y a profesionales sanitarios cualificados exige un programa agresivo de reforma y modernización

Vacunas coronavirus
Una mujer recibe la vacuna del coronavirus en Coahuila (México).Miguel Sierra (EFE)

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América Latina y el Caribe es un paciente en vías de recuperación. Con la llegada de las primeras dosis de vacunas contra la covid-19, la región podrá empezar a contrarrestar algunos de los enormes desafíos de esta emergencia sanitaria. Si queremos prevenir nuevas catástrofes de este tipo en el futuro, es el momento de realizar cambios de la infraestructura y gobernanza sanitaria.

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En lo inmediato, hay dos desafíos relacionados con la distribución de la vacuna.

El primero es encontrar formas estratégicas y solidarias para gestionar la compra y distribución de vacunas. Los economistas de la Rand Corp. han calculado en unos 25.000 millones de dólares (algo menos de 21.000 millones de euros) el costo total de un programa para dar cobertura universal de vacunas a los países de bajos ingresos. Parece mucho, pero la economía global sufrirá pérdidas mayores si esos países siguen por el camino actual, entre 60.000 millones y 300.000 millones por año (entre 50.000 millones y 252.000 millones de euros).

La intención detrás del mecanismo COVAX—la coalición de 172 países que busca asegurar un acceso equitativo a las vacunas—era obtener cobertura para al menos 20% de la población de los países miembros. La humanidad es más fuerte cuando trabaja unida, y COVAX es un esfuerzo loable de unirnos para derrotar al virus. Sin embargo, los países más ricos aseguraron lotes de vacunas por su cuenta, lo que generó una competencia global por un stock limitado y hoy, 10 naciones concentran el 75% de la producción mundial de vacunas.

La desigualdad queda en evidencia. Mientras que algunos países ricos esperan tener a toda su población vacunada para mediados del 2021, se estima que esta meta no se alcanzará hasta, al menos, 2023 en los países en vías de desarrollo. Esta situación no solo es injusta. Los países deben apoyar a COVAX para evitar que surjan nuevas variantes del virus.

Escándalos asociados a la distribución privilegiada de vacunas y el sobreprecio de suministros básicos han desnudado retos asociados a la falta de transparencia, clientelismo y el tráfico de influencias

Un segundo desafío a corto plazo es asegurar un acceso equitativo de la vacuna en los países. Escándalos asociados a la distribución privilegiada de vacunas y el sobreprecio de suministros básicos han desnudado retos asociados a la falta de transparencia, clientelismo y el tráfico de influencias. Esto destruye la confianza pública y atenta contra cualquier estrategia efectiva de priorización.

La desigualdad en el acceso a hospitales, medicamentos y a médicos calificados, exige un programa agresivo de reforma y modernización. La evidencia muestra que emergencias como la del SARS en Asia (2003) y ébola en África (2014-2016) gatillaron cambios estructurales, que además de disminuir el daño causado por brotes posteriores, fortalecieron la capacidad general de la salud pública de manera sostenida.

Desde el BID estamos trabajando con nueve países de la región para financiar la compra de vacunas contra la covid-19 y brindar asistencia a los sistemas de salud para generar las condiciones necesarias en cuanto a cadena de frío, logística y monitoreo en los planes de inmunización.

Reformas más profundas

Pero más allá de la urgencia de obtener y entregar millones de vacunas adicionales, creemos que será imposible recuperarnos y evitar futuras crisis si no invertimos en tres áreas en el sector salud.

Primero, hay que terminar con la gestión fragmentada de la salud pública. En tiempos normales, esto produce atención discontinua, e inequitativa, con excesivos trámites y demoras que perjudican al paciente. Este es el momento de adoptar sistemas nacionales de gobernanza para optimizar redes de provisión de servicios y realizar inversiones complementarias en tecnología y recursos humanos calificados. Debemos dar un salto en la transformación digital de la salud.

Debemos dar un salto en la transformación digital de la salud

Segundo, es urgente eliminar el mal gasto en salud. En vista de los profundos desafíos fiscales que enfrentan los gobiernos, es inaceptable ignorar la ineficiencia y el desperdicio en los sistemas de salud. El BID está apoyando a varios gobiernos que quieren fortalecer su capacidad de escoger servicios y tecnologías sanitarias que ofrecen mayor valor e incorporan criterios de equidad y protección financiera.

Tercero, comprar mejor también significa fomentar la capacidad nacional de producción. En meses recientes, varios países de la región han mostrado que pueden innovar y producir pruebas de diagnósticos, equipamiento sanitario y material de protección personal. Es de vital importancia impulsar iniciativas de mucho más alta complejidad, como son los acuerdos de transferencia tecnológica para la producción local de vacunas contra la covid-19.

Así como un ataque de corazón puede motivar un cambio súbito en los hábitos y la dieta de un paciente que antes se resistía al cambio, esta pandemia también puede y debe darnos el empujón que necesitamos para transformar nuestros sistemas públicos de salud. Así convertimos la tragedia de covid-19 en una oportunidad para tener poblaciones más saludables y estar mejor preparados para la próxima pandemia.

Benigno López es vicepresidente de sectores y conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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