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COLUMNA
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4.116 suicidios

El escritor Pierre Adrian explora las circunstancias que rodearon el último gesto con el que Cesare Pavese rompió con todo en 1950

José Andrés Rojo

Pierre Adrian es un escritor francés, tiene 34 años, en su primer libro siguió los pasos de Pasolini de Friuli hasta Roma, y el último se tradujo hace unos meses en España, se titula Hotel Roma (Tusquets), trata de Cesare Pavese, sobre todo de la última época del autor de El bello verano. Alquiló una habitación en el Hotel Roma de Turín, muy cerca de la estación, y el sábado 27 de agosto de 1950 se quitó ahí la vida. Un joven escritor siguiendo las huellas de un hombre roto, y haciendo un libro en una época en que, en España, según los últimos datos se suicidaron 4.116 personas en 2023.

Pierre Adrian empieza su narración con el conserje que abre la puerta de la habitación, en la que de inmediato se cuela un gato, y luego entra y encuentra a un hombre rígido con los ojos cerrados, vestido pero sin zapatos, tumbado en la cama. En el escritorio hay unas cajas de somníferos, un vaso de agua, un ejemplar de los Diálogos de Leuco del propio Pavese, donde en la primera página ha dejado escrito: “Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreéis mucho”. Pierre Adrian recoge poco después una observación que hizo Natalia Ginzburg en Retrato de un amigo: “Quiso morir, en la ciudad que era suya, como un forastero”.

“Se puede pasear durante media hora a través de altos soportales sin perder la concentración. Aquí todo se ha vuelto libre y amplio, en especial las plazas, de tal modo que en medio de la ciudad se tiene una orgullosa sensación de libertad”, le escribe Nietzsche de Turín a un amigo en abril de 1888, al poco tiempo de instalarse en la ciudad. Pocos meses después, en enero de 1889, se abrazó en una plaza de Turín a la cabeza de un caballo al que había pegado su dueño. Fue el primer signo de su locura, ya irreversible.

La ciudad hermosa, el aire de libertad, la promesa de las alturas que ofrecen los Alpes ahí al lado, la vida tranquila en los soportales, y de pronto la quiebra. Así ocurrió con Nietzsche, luego más tarde con Pavese. Este último escribió al final de un poema: “Turín es la más bella de las ciudades”. Sus novelas y sus cuentos están llenos de vida y un día de 1947 apunta en su diario que, a pesar de todas las alarmas que se han dado sobre nuestro mundo, “ver el sol, las nubes, salir a la calle y ver hierba, piedras, perros, conmueve como si fuera una gran gracia, un don de dios, un sueño”. Y remata, para darle más credibilidad a su celebración de vivir: “Pero un sueño real, que dura, que existe”.

Un tiempo después, Pavese alquila en verano una habitación en el Hotel Roma, cuando ninguno de sus amigos ni sus familiares más próximos está en Turín. Pierre Adrian explora el mundo y la literatura del escritor, la época de la guerra y su falta de compromiso con la Resistencia, luego su confinamiento en Calabria por su militancia comunista; visita los sitios en los que estuvo, recorre sus novelas, busca a la gente que lo conoció, toca todo el dolor que ha recogido en su diario donde la obsesión por el suicidio es permanente, y también su enorme tristeza por sus fracasos con las mujeres. Quiere comprender cómo se llega a ese punto, al gesto de romper el último lazo. El 24 de junio de 1950 Pavese recibe en Roma el Premio Strega por El bello verano. Pierre Adrian lo sigue a partir de ese momento de manera puntillosa hasta el final, pero las sombras y los interrogantes permanecen ahí, imperturbables en un punto ciego. Nadie sabe, nadie puede saber. Tampoco en esos 4.116 otros casos. Más próximos, seguro que también incomprensibles.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.
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