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Pacto de Estado palestino

PSOE y PP se han lanzado a un enfrentamiento que chirría con el sentir mayoritario de la población

Víctor Lapuente

No sé si hay país occidental con más consenso social en torno a Gaza (la inmensa mayoría cree que es un genocidio y debemos actuar contra Netanyahu) y con más disenso político (con los dos grandes partidos acusándose de ser, unos, cómplices del terrorismo y, los otros, del genocidio).

En un bar de Francia, Alemania o Reino Unido sería difícil que la clientela llegara a un acuerdo sobre qué hacer con Israel. Más allá de los Pirineos hay mucha crítica a Netanyahu, pero, por el peso mayor tanto de la historia del Holocausto como de las comunidades judías, hay más división de opiniones.

Por el contrario, no es utópico pensar que, en cualquier bar español, la parroquia, con un poco de tiempo, acordara el término apropiado para la masacre en Gaza (seguramente, genocidio) y unas sanciones (al Ejecutivo israelí, empresas de los asentamientos) y boicots puntuales.

Pero PSOE y PP se han lanzado a un enfrentamiento que no solo chirría con el sentir mayoritario de la población, sino que desafía la lógica política de que los radicales sacuden el árbol y los moderados recogen las nueces. Quienes agitan el debate, con hipérboles catastróficamente desafortunadas, son los representantes del centroderecha, diciendo que el presidente del Gobierno jalea la violencia, las protestas son la kale borroka y el Madrid de la Vuelta fue un nuevo Sarajevo. Y del centroizquierda, acusando a la oposición de ser equidistantes ante la matanza, blanquear o incluso justificar el genocidio. Y quienes recolectarán los frutos serán los extremos, de un lado y del otro.

Porque, dado su enraizamiento institucional, PP y PSOE no pueden mantener una posición coherente y Vox y Sumar/Podemos, sí. El PP, a pesar de las fotos de Ayuso con los ciclistas del equipo Israel–Premier Tech, debe reconocer, y así lo ha hecho, que la matanza perpetrada por Netanyahu debe detenerse, porque eso es lo que defiende su familia política europea —amén de la mayoría de sus votantes—. En cambio, Vox no tiene reparos en apoyar cualquier desquiciada iniciativa del Gobierno israelí. Y el PSOE adoptó una actitud de pasiva indiferencia ante el sabotaje de un acontecimiento deportivo (de cuya seguridad era responsable); pero no podrá repetir lo mismo con otros eventos. ¿O acaso permitirá el torpedeo de un partido de la Euroliga contra el Maccabi? ¿O que se paralice el clásico entre Barca y Madrid? Los partidos a su izquierda, sí.

En un pacto de Estado, los dos grandes partidos, en aras del bien común, pierden algo. En este, ganaría mucho España y también ellos.

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