¿Debemos ‘salvar’ al PP de Vox para proteger la democracia?
La intensidad del movimiento hacia la ultraderecha es de tal magnitud que no se frena con movimientos tácticos como el que propone Ignacio Sánchez-Cuenca


En un argumentado artículo publicado en estas mísmas páginas Ignacio Sánchez-Cuenca invita a reflexionar sobre lo que deberían hacer las fuerzas progresistas, y más en concreto el PSOE, para impedir que el Partido Popular quede atrapado por VOX, en un hipotético escenario de mayoría absoluta de las derechas
Es absolutamente legítimo e intelectualmente honesto que nos planteemos esta hipótesis, pero no creo que sea políticamente oportuno. Sánchez-Cuenca es cauto en sus predicciones y no cae en esa trampa, pero dar por hecha la victoria de las derechas, algo en lo que trabajan a diario y arduamente algunos medios, es la manera más segura de que este escenario se consume.
Más allá de las razones de oportunidad tengo algunas dudas sobre la sugerencia formulada por Sánchez-Cuenca. De entrada, comparto el objetivo de evitar que una coalición del PP con Vox arrastre a la política española hacia posiciones ultranacionalistas, negacionistas, xenófobas y antidemocráticas. La política es el territorio del posibilismo y no del esencialismo. No deberíamos hacer ascos a actuaciones que se salgan de la lógica de bloques.
Aunque conviene aclarar que no es la legítima y necesaria polarización ideológica lo que erosiona la democracia, sino la crispación alimentada por las derechas. No son lo mismo, aunque algunos los confundan interesadamente. La cultura de los bloques políticos, arraigada en países democráticamente sólidos y tan distintos como Uruguay o los nórdicos, donde hacen compatible unidad con diversidad en su interno y conflicto y acuerdos entre contrarios.
Pero “salvar” al PP de las garras de Vox para proteger la democracia no creo que dependa de la actitud que adopten las fuerzas progresistas, sino de otros factores. En primer lugar, de la correlación interna que se dé en el bloque de la derecha. Cuanta más fuerza obtenga Vox menos margen de maniobra tendrá el PP para ejercer su autonomía política. Y de momento no parece que los conservadores sepan salirse del callejón sin salida en el que se han metido. El electorado del PP es muy plural pero sus estructuras comparten buena parte de los postulados ideológicos de Vox y no estoy seguro de que en el PP quieran ser salvados.
Hay otras razones que me llevan a dudar de esa apuesta. El corrimiento social y político hacia los postulados de la extrema derecha forma parte de una tendencia global en que lo más determinante no es la actuación de las fuerzas políticas, sino los factores materiales y emocionales que facilitan su hegemonía ideológica.
Las causas son muy diversas y de complejo abordaje. En buena parte vienen determinadas por los impactos que en forma de individualización y desvertebración social está propiciando la digitalización. Entre otros, la creación de burbujas comunicativas que permiten convertir falsedades en hechos alternativos y la mentira sistemática en estrategia política exitosa.
No creo en el determinismo, pero este crecimiento de las extremas derechas va a quedarse durante algún tiempo y tan importante como acertar en las respuestas a corto es no equivocarse de dirección. La facilidad con la que las extremas derechas están sustituyendo a partidos conservadores y, cada vez más, se adentran en el terreno que antaño fue coto de las izquierdas no obedece principalmente a las torpezas de unos o a los aciertos de otros. La prueba de ello es que es un proceso global del que ningún país se salva. Y algún progresista “no torpe” habrá en el mundo.
Más bien tiene mucho que ver con la desaparición de las estructuras sociales que durante el siglo XX articularon la sociedad a partir de la centralidad del trabajo y los conflictos sociales propios del industrialismo. Suelen analizarse las consecuencias que ello ha tenido sobre las fuerzas de izquierda, pero se habla menos de los impactos en otros espacios. Que prácticamente haya desaparecido el socialcristianismo o el liberalismo político esté en retroceso obedece en buena parte a estas disrupciones sociales.
Ofrecer un entendimiento al PP no creo que impidiera el avance de Vox, incluso podría alimentar aún más su imaginario de partido antisistema. En cambio, tendría efectos colaterales indeseados. Legitimaría políticamente los retrocesos en derechos sociales y cívicos que los populares defienden por convicción propia y supondría el retorno a la añorada, por algunos melancólicos, indistinción política.
No quiero parecer resignado, pero para abordar este ciclo quizás sirva el consejo de las abuelas: “La gripe, con antibióticos una semana y sin ellos, siete días”. La profundidad del movimiento tectónico hacia la extrema derecha es de tal magnitud que no se frena con movimientos tácticos a corto plazo.
En resumen, siendo legítimo que se plantee la hipótesis de dejar gobernar al PP, no creo que ello evitara el deslizamiento hacia la ideología y políticas de las extremas derechas y en cambio tendría efectos negativos. Entre ellos, frustrar la construcción de alternativas, generar de nuevo la imagen de la indistinción política y alimentar aún más la desafección democrática de amplios sectores de la ciudadanía.
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