Juventud anestesiada hasta las cejas
Los lectores escriben sobre la precariedad laboral entre los jóvenes, la inclusión educativa, la guerra de Gaza y el final de una relación

Formo parte de la “generación precaria”, ni Z, ni X ni Y. Precaria. Una generación que está destinada a dedicar todo su esfuerzo y valía a pagar desorbitados alquileres y terapias superfluas, y si acaso una buena cena. Somos una generación olvidada y reducida a quedar violentada por la precariedad laboral, emocional y económica de un sistema que dice ser el “progreso que todos queremos”, cuando es el mismo perro con distinto collar. Estamos preparados, pero nadie nos da la oportunidad de emprender nuestro primer trabajo “estable”. A cambio, si queremos trabajar gratis, las puertas están abiertas, total, así “pillas experiencia”. Yo no quiero experiencia, tengo mucha, yo quiero poder costearme un desayuno, almuerzo, merienda y cena que sean tan saludables que no tenga que tomar suplementos multivitamínicos para sentirme con energías. La próxima vez que digan que los jóvenes somos el futuro, siempre pensaré en un futuro lleno de personas anestesiadas hasta las cejas de antidepresivos y sedantes. Un futuro precario para una generación precaria.
Dumitru Ionut Paun Tanase. Sevilla
¿Inclusión?
Soy madre de un joven con síndrome de Down. Con profunda indignación manifiesto mi repulsa ante la agresión sufrida por un joven con parálisis cerebral a manos de sus propios compañeros de instituto. Este hecho, lejos de ser un caso aislado, es el reflejo de una preocupante realidad: una sociedad cada vez más insensible, donde la inclusión de la que tanto se habla no pasa de ser una consigna vacía. Desde las altas esferas políticas se nos insiste en que la educación especial debe desaparecer en favor de una supuesta integración. Sin embargo, este y otros episodios evidencian que nuestros jóvenes con discapacidad no están siendo incluidos, sino abandonados en una sociedad que no está preparada para acogerlos con dignidad. Se les expone a la violencia de quienes han sido criados en un mundo donde la pantalla sustituye la mirada. No es un problema aislado, es el síntoma de una crisis social que debemos afrontar con urgencia.
Arancha Jiménez Arellano. Granada
Ser médico en Gaza
La situación en Gaza es insoportable. Los hospitales, en vez de ser refugios, se han convertido en objetivos. Médicos y pacientes mueren bajo los bombardeos, mientras la ayuda humanitaria sigue bloqueada. Quienes aspiramos a trabajar salvando vidas no podemos aceptar esta realidad. ¿Cómo ejercer la medicina cuando faltan suministros y los hospitales son atacados? La salud es un derecho, no un privilegio. No podemos mirar a otro lado. Es urgente un alto el fuego y la entrada inmediata de ayuda. No se trata de política, sino de humanidad. Gaza no puede esperar.
Gisela Fernández Martínez. Barcelona
Sano adiós
Cuando algo termina, no solo se pierde a una persona, sino también un lenguaje, una forma de entenderse, momentos que ya no van a ocurrir, un mundo que deja de existir. Y en esa ausencia, paradójicamente, sigue habitando la presencia de todo lo que alguna vez fuimos.
Paula Cuenca Jover. Petrer (Alicante)
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