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Red de Redes
Columna
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El ‘backpfeifengesicht’ de J. D. Vance

La alteración frenética de la cara del vicepresidente de Estados Unidos ha pasado de símbolo burlón de la izquierda a estandarte de la extrema derecha

J. D. Vance, el pasado día 12 en la Casa Blanca.
J. D. Vance, el pasado día 12 en la Casa Blanca.BONNIE CASH / POOL (EFE)
Noelia Ramírez

Los alemanes tienen una palabra para todo y esta semana aprendí una que me pasaría el día aplicando en voz alta si no fuese por lo larga que es y lo mal que se me da su fonética: backpfeifengesicht. El concepto combina dos sustantivos: backpfeife (tortazo) y gesicht (cara). Cuando se juntan, lo que se pretende anunciar es que alguien tiene una cara a la que dan ganas de darle un guantazo. Una genialidad. Guardé el uso de backpfeifengesicht en mi disco duro cerebral mientras leía sobre los miles de memes que están alterando de forma grotesca la cara del vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance. En esas imágenes compartidas de forma compulsiva a través de Discord y X, la cara del exsenador de Ohio se ha alterado tanto que está alcanzando cotas delirantes. Aunque la mayoría de veces adopta el aspecto de un niño rechoncho con mofletes exagerados y ojos demoníacos, la distorsión ha llegado a territorios tan inquietantes como verlo convertido en nuggets de pollo, en la explosión de Akira o en un monstruo salido de un vertido de petróleo.

No es la primera vez que internet se ríe del vicepresidente. En la carrera presidencial, la agencia Associated Press (AP) informó sobre uno de los bulos que corrían sobre él con un titular impensable: “No, J. D. Vance no ha practicado sexo con un sofá”. La noticia desmentía un tuit que se viralizó afirmando que Vance había narrado un peculiar episodio sexual en sus memorias: “No puedo decirlo con seguridad, pero puede que sea el primer candidato a vicepresidente que ha admitido haberse masturbado utilizando un guante de látex entre los cojines de un sofá (Hillbilly, una elegía rural, págs. 179-181)”. Aquella supuesta revelación era mentira y el bulo del sofá duró poco, pero, esta vez, su cara convertida en meme pinta para largo. El backpfeifengesicht de J. D. Vance podría haber sido el típico ejemplo en la batalla ideológica de redes para caricaturizar al adversario. Un fenómeno que explosiona y desaparece a los dos días por agotamiento, pero lo interesante de su caso es que el bando republicano también se ha subido al carro y se ha apropiado de él. Hace unos meses, para la izquierda, la cara de Vance se deformaba hasta la de ese bebé demoníaco; para la derecha, se hacía para convertirlo en un semidiós esculpido por Bernini, un Chad con la apariencia física del triunfador en la manoesfera. Pero desde la reunión con Zelenski en la Casa Blanca, el uso político de su cara se ha acelerado hasta tal punto que hasta el propio J. D. Vance ha dado a entender que había visto todos esos memes y los bendecía: subió una imagen de su cara incrustada en el cuerpo de Leonardo DiCaprio señalando el televisor cerveza en mano en la película Érase una vez en América.

Aunque los vicepresidentes históricamente siempre han sido motivo de burla y entretenimiento colectivo —algo de lo que no se libraron Kamala Harris, Joe Biden, Mike Pence ni Al Gore, y ahí está la multipremiada serie Veep para probarlo—, los analistas de tendencias digitales creen que la cara de Vance es la Rana Pepe de 2025. Hace unos años, aquel dibujo cómico fue mezclado y remezclado frenéticamente hasta acabar convertido en símbolo de odio supremacista por promover ideas antisemitas y ofensivas. Con la cara de J. D. Vance podría pasar lo mismo, ahora que las cuentas de extrema derecha se han apropiado de la versión demoníaca para convertirla en un símbolo de su ideario.

Se entiende que un meme ha muerto cuando los periodistas escribimos sobre él, pero no está tan claro que este sea el destino final del rostro de Vance. Todavía queda legislatura y el backpfeifengesicht que nunca fue viene a probar, una vez más, que la memeficación de los políticos, aparentemente distractora, no es solo un divertimento catártico. Es un campo de batalla que desborda más ideología que absurdo.

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Sobre la firma

Noelia Ramírez
Periodista cultural. Redactora de S Moda desde 2012 y forma parte del equipo de Cultura desde 2022.
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