Milei en la ruleta
Tomen nota del crupier que preside Argentina y que ya ha aclarado que maneja su país como un casino: si culpa al juego, hay o habrá algo más grave detrás

Jonathan Trevanny, el protagonista de la novela El amigo americano de Patricia Highsmith, y Walter White, el protagonista de la serie Breaking Bad, de Vince Gilligan, comparten una circunstancia delicada: los dos han sido diagnosticados con una enfermedad incurable, y su único interés es que sus seres queridos (en los dos casos, una mujer y un hijo) no pasen penurias, como todo hace indicar, a su muerte. A Trevanny se acerca un lobo, Tom Ripley, para dejarle caer una propuesta criminal (asesinar a dos mafiosos) a cambio de mucho dinero; White, él solo, se va convirtiendo en lobo para embaucar a un exalumno, Jesse Pinkman, en la fabricación industrial de metanfetamina. La cercanía de la muerte en sus carnes relativiza la de otros. Pero el mayor obstáculo moral de los dos hombres, tan diferentes, escritos de forma tan distinta y en ocasiones directamente opuesta, uno en 1974 y otro en 2008, no tiene nada que ver con sus asesinatos, sino con sus mentiras. Mentir a sus esposas es más grave que quitarle la vida a un desconocido. Mentir a la gente con la que duermen les quita el sueño, les desespera, les empuja a la autodelación; matar a quien no conocen, sin embargo, apenas les afecta. No son a priori asesinos, pero descubren que, por encima de todo, no son a priori mentirosos, si bien White se acostumbra con facilidad y acostumbra también a su mujer. ¿Y qué es lo que más les delata, qué es aquello que más les obliga a mentir? El dinero. Qué hacer con tanto, justificarlo, inventarse un origen (pruebas médicas experimentales, herencias de familiares lejanos) hasta dar con la solución: el juego. Cuando el presidente de Argentina, Javier Milei, promociona una criptomoneda y anima a invertir en ella, estafando millones a miles de personas, ¿qué hace para mentir, qué símil utiliza para evitar contar hasta dónde estaba él metido en el chanchullo? Dice que difundió, pero no promocionó: “Si vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo?”. Tomen nota del crupier que preside Argentina y que ya ha aclarado que maneja su país como un casino: si le echa la culpa al juego, hay o habrá algo más grave detrás.
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