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Columna
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Consejo

Conviene escribir la palabra verdad con minúscula. Hay muchos puntos de vista en la historia, y las ideologías dominantes quieren imponer siempre una sola identidad

Imagen del evento celebrado este viernes en Madrid para celebrar los 400.000 suscriptores de EL PAÍS. En la imagen, público asistente.
Imagen del evento celebrado este viernes en Madrid para celebrar los 400.000 suscriptores de EL PAÍS. En la imagen, público asistente.Inma Flores

No se trata de un Consejo de Estado, de ministros o de administración. Es un humilde consejo de poeta. Y no es que la humildad sea un disfraz para separarse con vanidad de los demás cuando se reúnen, por ejemplo, en un Consejo General del Poder Judicial. En los tiempos anteriores al imperio del bulo y el pseudoperiodismo, el consejo del poeta podía compararse a un consejo de redacción. Ahora son malos tiempos para la lírica, y por eso es un orgullo sentirme poeta en una redacción como la de EL PAÍS. Ha conseguido mantener su dignidad y llegar a los 400.000 suscriptores. Enhorabuena. Pero como el compromiso principal de hoy es combatir la mentira, recuerdo que la poesía me enseñó a mirar de forma compleja las realidades. Me atrevo a dar un consejo: tengamos cuidado con la Verdad. Perdón por complicar las cosas.

Frente a las falsedades, hay un punto de partida necesario. Nos lo enseñó Antonio Machado en uno de sus Proverbios: ¿Tu verdad? No, la Verdad. Pero la poesía contemporánea aprendió a cuestionarlo todo, empezando por las esencias divinas y los dogmas del poder. Conviene escribir la palabra verdad con minúscula. Hay muchos puntos de vista en la historia, y las ideologías dominantes quieren imponer siempre una sola identidad. Así que Machado inició años después su Juan de Mairena advirtiendo que resulta necesario dudar de sentencias como esta: “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”. Y le quitó la letra mayúscula a la verdad para recordarnos que los hechos, las interpretaciones y la opinión pueden responder a los intereses del Rey o a las necesidades de su porquero. Tenemos un doble compromiso. Debemos combatir la mentira sin caer en la trampa de esa Verdad que defienden los partidarios de un nosotros enemigo del ellos y de cualquier matiz de sangre. No olvidemos la diversidad. Y cuidado, porque los bulos y la Verdad se necesitan para extender el mal o los males.

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