Corea del Sur añade inestabilidad
La rápida actuación del Parlamento y de la ciudadanía despejan las dudas sobre la fortaleza de la democracia coreana sembradas por el efímero autogolpe de su presidente
La ley marcial, vieja conocida de los tiempos dictatoriales en la República de Corea, estuvo de nuevo vigente este martes —aunque afortunadamente apenas durante seis horas— tras ser declarada inesperadamente por su presidente, Yoon Suk-yeol. La movilización ciudadana y la diligente reacción institucional del Parlamento, que consiguió reunirse para anular la decisión a pesar del asedio militar, han salvado la legalidad y dejado en evidencia al presidente, que ahora será objeto de una votación de destitución tras protagonizar ese frustrado autogolpe de Estado.
No había motivo constitucional alguno para que el jefe del Estado surcoreano tomara una medida tan extrema y traumática en la historia de un país que no alcanzó la democracia hasta finales de los años ochenta. Tienen muy poca credibilidad los argumentos esgrimidos por Yoon para justificar la asonada: el peligro que representa Corea del Norte y sus supuestas infiltraciones en el Sur. La debilidad parlamentaria de su Gobierno procede más bien de la debilidad de su base electoral, la inflación galopante, la crisis inmobiliaria, el estancamiento de los salarios, las desigualdades sociales y las crecientes dificultades de las generaciones de mayor edad en una sociedad en la que se ha acelerado el envejecimiento demográfico.
Afortunadamente, la intentona se ha saldado sin daños personales, pero la alarma ya ha sonado y la crisis provocada por el aventurerismo presidencial tiene ecos en todo el planeta. Como tantos otros países, Corea del Sur sufre la polarización y la fragmentación, que dificulta la gobernabilidad.
Esta desgraciada jornada golpista tampoco es ajena a un paisaje de inestabilidad mundial del que la dividida península de Corea es ahora protagonista por la participación del Norte en la guerra de Ucrania como apoyo a Putin y por la fragilidad exhibida por una democracia tan aparentemente consolidada como la del Sur. Es notable la preocupación que ha levantado la crisis en Estados Unidos, que cuenta con 30.000 soldados instalados en diversas bases militares como consecuencia de la guerra de Corea y de la estrecha alianza que une a ambas naciones desde 1953.
El comportamiento del presidente lo hace merecedor de un relevo inmediato, algo que puede llegar enseguida por destitución parlamentaria o más tarde, por las nuevas dificultades que esperan a un gobernante tan deslegitimado. Son ocho votos de su partido, el conservador PPP, los que necesita la oposición para obtener el sábado los dos tercios de la mayoría cualificada de destitución. De momento persiste el apoyo del partido gubernamental al presidente golpista, pero Yoon deberá enfrentarse también a una investigación judicial que le puede llevar al banquillo. Su presidencia, a mitad del mandato de cinco años, ha quedado arruinada, tanto de cara al interior como al exterior. Es, por tanto, difícil que pueda mantenerse en el puesto hasta 2027.
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