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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevo fracaso de Macron

La decisión del presidente francés de ignorar el resultado de las legislativas de julio aboca a Michel Barnier a una moción de censura

El primer ministro francés, Michel Barnier, durante una intervención en la Asamblea Nacional.
El primer ministro francés, Michel Barnier, durante una intervención en la Asamblea Nacional.Sarah Meyssonnier (REUTERS)
El País

Francia vive un nuevo episodio de inestabilidad política que se suma a la sacudida fiscal que viene sufriendo en los mercados de deuda ante las dificultades de cuadrar un presupuesto creíble con cifras de déficit y deuda pública muy abultadas. Francia es la segunda economía de Europa, y tanto Bruselas como Fráncfort siguen de cerca esa evolución. Pero lo preocupante es una crisis política que era de esperar desde que el presidente, Emmanuel Macron, tomó la arriesgada decisión de otorgar —en la práctica— la llave del Gobierno a Marine Le Pen. La estabilidad del Ejecutivo del conservador Michel Barnier ha durado tanto como la líder ultraderechista ha considerado conveniente para sus intereses: apenas tres meses.

Esa falta de visión de Estado de la dirigente del Reagrupamiento Nacional era previsible teniendo en cuenta su trayectoria, pero el liderazgo de Macron queda muy tocado. Nombrar a Barnier contando exclusivamente con la aquiescencia de Le Pen, en lugar de esforzarse por buscar a un primer ministro que contara con el apoyo de las fuerzas con más escaños en la Asamblea Nacional (la izquierda y los partidos en el propio entorno del presidente), era una maniobra muy arriesgada. Peor aún, era una decisión que daba la espalda a lo que habían votado los franceses en julio: con el objetivo de frenar a la ultraderecha —la lista más votada en la primera ronda de las legislativas—, los franceses se movilizaron en un frente republicano del que formó parte el propio Macron hasta el punto de dar la vuelta a las encuestas y situar como fuerza con más escaños a la unión de las izquierdas. La decisión de Macron de ignorar ese vuelco para dejar en manos de Le Pen la tutela del futuro Gobierno fue un error que ahora les coloca a él y a Francia en una difícil tesitura.

La única sorpresa de este episodio ha sido quizás la celeridad con la que ha sucedido todo. Barnier, curtido en negociaciones de la máxima exigencia, como la del Brexit, ha sido incapaz de garantizar la solidez de su Gabinete más de tres meses. Y todo ello pese a los continuos guiños que ha hecho a la líder ultra para tratar de arañar su apoyo a los Presupuestos, que finalmente tuvo que aprobar por decreto. Barnier ha tomado grandes riesgos con Le Pen. Accedió a hacer algunas concesiones en el plano presupuestario, pero sobre todo se abrió a reducir la asistencia médica gratuita para migrantes en situación irregular, una petición que firmarían los más radicales de entre los lepenistas. Toda una ofensiva al frente republicano que se activó en julio precisamente para evitar ese tipo de políticas. Le Pen, sin embargo, quería más: básicamente, una subida de las pensiones y una reducción del tamaño de las administraciones públicas. Y ha decidido apretar el botón nuclear de la moción de censura al tiempo que anunciaba que votaría la presentada por el Nuevo Frente Popular.

De prosperar cualquiera de ellas, el último responsable será Emmanuel Macron. La decisión de nombrar a Barnier en lugar de a un representante de la izquierda —o que al menos contara con el respaldo de esta familia política— se le ha vuelto en contra. Los partidos, tanto los progresistas como la ultraderecha, podrían forzarlo a que sea él quien se someta a las urnas. A corto plazo, le toca lidiar con una difícil crisis política y con la sacudida en los mercados, que puede ir a peor. Pero a medio y largo plazo, la inestabilidad lleva a todos los partidos de Francia a poner los ojos en el horizonte electoral. Con Le Pen a la cabeza de las encuestas, el tramo final de la presidencia de Macron amenaza ruina.

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