_
_
_
_
columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Polarizar sale rentable

Mientras el mundo tal y como lo conocíamos ha entrado en su fase más preocupante, nuestra clase política sigue a lo suyo; es como danzar al borde del precipicio

Comparecencia de Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno, en el Congreso de los Diputados el pasado 20 de noviembre.
Comparecencia de Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno, en el Congreso de los Diputados el pasado 20 de noviembre.Jaime Villanueva
Fernando Vallespín

Vivimos en un país que prefiere las luchas cainitas antes que afrontar los verdaderos problemas. Un corresponsal de Financial Times, Simon Kuper, ya lo señalaba hace un par de años al no explicarse cómo preferíamos ensimismarnos con temas como la unidad nacional antes de afrontar las consecuencias del cambio climático, uno de nuestros mayores retos. Lo malo es que la fuente de nuestras disputas no se queda en dicha obsesión, se extiende a casi todo lo que consideramos rentable para obtener ventajas partidistas. Mientras el mundo tal y como lo conocíamos ha entrado en su fase más preocupante desde hace al menos un par de generaciones, nuestra clase política sigue a lo suyo; es como danzar al borde del precipicio.

He vuelto a darle vueltas a la frase de Kuper a raíz de las inundaciones de Valencia, porque tanta devastación solo es explicable por décadas de falta de previsión y la inacción correspondiente, que afecta a cuantos han gobernado este país y la Comunidad Valenciana. Busquen ahí a los responsables, sin por ello dejar de atribuírselas a quien debería estar al mando de las operaciones de ayuda y rescate. Lo curioso, sin embargo, es que después de lo que ya sabemos, el PP no solo no ha hecho dimitir a Mazón, sino que encima ha elevado su bronca a Bruselas tratando de destartalar la candidatura de Ribera. La ministra que casi con seguridad más ha hecho por actuar contra el cambio climático es ahora fustigada para encubrir las propias fallas de los de Feijóo. Además, ¿por qué a ella y no a otro/a perteneciente al Gobierno central? Pues porque era la pieza más alta que se podían cobrar y, de paso, debilitar a Sánchez en Europa. Lo que se ha dañado es, más bien, el prestigio de España al exhibir nuestra cerril animadversión partidista por todo el continente.

Con todo, eso no ha sido lo más preocupante. Lo que es inaceptable es que Mazón siga en su puesto y no hayan caído otras cabezas. Los políticos siempre andan exigiéndose unos a otros la dimisión; a veces por cuestiones nimias o no siempre justificadas. Ahora bien, si con más de 200 muertos encima de la mesa no se produce una dimisión de peso ya cambia la cosa. Primero, porque rompe una de las reglas no escritas de la democracia, sin las cuales es imposible que esta funcione adecuadamente, como es la asunción de responsabilidades políticas. Y aquí habría que incluir también cuestiones tales como la indisimulada designación de cargos públicos supuestamente independientes por criterios partidistas o como pago de lealtades políticas, algo de lo que ha abusado el actual presidente del Gobierno.

Luego, porque la combinación de estas u otras prácticas traslada al ciudadano corriente la idea de que para los políticos no rige eso de estar a las duras y las maduras, es lo opuesto a la idea de ejemplaridad. ¿Por qué otro Gobierno no puede escudarse en estos precedentes para hacer lo propio cuando le toca tener que responder ante algo similar? Sería una variante semejante a lo que ocurre con el “y tú más” que conocemos de los casos de corrupción; ahora se aplicaría el “y tú también”.

Lo peor de todo es que cuando hacen o dejan de hacer lo que deben se sienten perfectamente blindados frente a cualquier sanción electoral. Es la prima derivada de la polarización en la que vivimos, donde con tal de que no venga el contrario c’est tout pardonner. Y de ello ya se encargan los argumentarios y relatos mediáticos de los afines. Polarizar les sale rentable, estrecha nuestro juicio político y nos convierte o bien en ciudadanos acríticos e indulgentes (con los nuestros), o en implacables e irreprimibles censores (del otro). Un chollo.



Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_