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Red de Redes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España, un país increíble

Critica el pacto migratorio de Italia con Libia y Túnez, pero deja a los saharauis en manos de Marruecos

De izquierda a derecha, la portavoz de Más Madrid en el Congreso, Tesh Sidi, la abogada Fatma El Galia y el diputado Enrique Santiago en el aeropuerto de Barajas.
De izquierda a derecha, la portavoz de Más Madrid en el Congreso, Tesh Sidi, la abogada Fatma El Galia y el diputado Enrique Santiago en el aeropuerto de Barajas.Sergio Pérez (EFE)

España es un país increíble, para lo bueno y también para lo demás. Desde mediados de los años ochenta, existe un programa que llama “vacaciones en paz” gracias al cual cientos de familias españolas acogen durante el verano a niños saharauis. Este año, sin ir más lejos, 2.930 menores procedentes de los campos de refugiados de Tinduf han podido pasar un par de meses lejos de las penalidades del desierto y de la guerra con Marruecos, acogidos por unas familias que, dentro de sus posibilidades, tratan de que se lo pasen estupendamente, se alimenten bien y vayan al médico si lo necesitan. Pues bien, una de esas niñas, acompañada de su hermano mellizo, disfrutó en 2002 de unas vacaciones de verano con una familia valenciana. Volvió al verano siguiente y, a los 12 años, ella y su hermano se quedaron a vivir en España con su familia de acogida. Fueron al colegio, al instituto, estudiaron una carrera… ¿Ven ya cómo España es un país increíble? Bueno, no tan rápido.

Durante los primeros tres años de estancia en España, aquella niña fue una menor ilegal, a pesar de que sus padres sí tenían la ciudadanía española porque nacieron durante el largo periodo ―de 1884 a 1975— en que el Sáhara occidental fue una provincia y colonia española. Finalmente, después de muchas horas de colas en las puertas de las oficinas de extranjería, consiguió un permiso de residencia que le permitió estudiar la carrera de Ingeniería Informática y hasta conseguir un trabajo estupendo en el Banco de Santander, que abandonó hace un par de años para dedicarse a la política. “A mí me salió la ciudadanía en 2022, así que la primera vez que pude votar me voté a mí misma″.

Sí, aquella niña que nació en 1994 en los campos de refugiados de Tinduf, que se crio con su abuela en Mauritania y que con 12 años fue acogida junto a su hermano por una familia de Banyeres de Mariola (Alicante), es la diputada de Más Madrid Tesh Sidi. Me he acordado de ella, y de sus tuits que de vez en cuando revolucionan la red social X, y de una entrevista estupenda que le hizo Aimar Bretos en la SER en la que cuenta su vida y sus ideas, cuando he leído que unos 40 saharauis permanecen retenidos en el aeropuerto de Barajas y que el ministerio del Interior amenaza con la expulsión.

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Sidi, que sí consiguió entrar en España, lograr por méritos propios terminar una carrera, acceder a un trabajo y fundar, como la inmensa mayoría de los inmigrantes que llegan a España, “una ONG familiar”, de la que viven ―al sur del Estrecho o al otro lado del Atlántico― los familiares que se quedaron, clama ahora desde los pasillos del aeropuerto de Madrid para que el Gobierno de Pedro Sánchez, y del que Sumar forma parte, no caiga en los mismos errores que critica. Hace unos días, el PSOE censuró con dureza que Alberto Núñez Feijóo visitara a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y elogiara después la política migratoria de su Gobierno, que se basa en acuerdos de financiación con Libia y Túnez para que frenen a los inmigrantes del sur sin preguntar por los métodos que utilizan. No parece que volver la espalda al pueblo saharaui, prohibir la entrada en España de sus ciudadanos ―con quienes tantos vínculos históricos y personales seguimos teniendo― e incluso amenazar a algunos de ellos con la deportación a Marruecos, donde su vida y su libertad correrían un peligro cierto, sea una política muy distinta de la que practica Italia con sus respectivos socios del norte de África.

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