Coordinación global para controlar la IA
El informe de la ONU sobre inteligencia artificial expone con claridad los argumentos para una vigilancia internacional de sus riesgos
Un grupo de trabajo sobre la inteligencia artificial (IA) convocado por la Organización de las Naciones Unidas ha publicado su informe final esta semana y es sorprendentemente claro en el potencial de esta tecnología y, sobre todo, en los riesgos que supone para la humanidad. El informe justifica la idea de una agencia internacional para la inteligencia artificial. Es revelador que ponga como ejemplo los bienes de doble uso (militar a la vez que civil) y la energía nuclear. Como estos, la inteligencia artificial es una herramienta que, puesta en buen uso, tiene aplicaciones beneficiosas, pero que utilizada para el mal puede ser destructiva incluso para los sistemas políticos y para las sociedades en su conjunto. Ya estamos viendo atisbos de ese tenebroso futuro en el desarrollo masivo de deepfakes, noticias falsas y fraudes generados con IA.
El informe no llega a pedir expresamente una agencia internacional —se conforma, por ahora, con una oficina dependiente del secretario general—, pero afirma que la necesidad de una gobernanza global es “irrefutable”. “Dada la velocidad, autonomía y opacidad de los sistemas de inteligencia artificial, esperar a que las amenazas aparezcan puede significar que cualquier respuesta llegue demasiado tarde”, apunta. “Eventualmente, algún tipo de mecanismo a nivel global se hará esencial para formalizar las líneas rojas si es necesario aplicar la regulación de la IA”. Ante todo, lo que los expertos piden es acción colectiva. “La tecnología es demasiado importante, y hay demasiado en juego, para confiar únicamente en las fuerzas del mercado y un mosaico de retales fragmentados de acciones nacionales y multilaterales”, señala.
Es muy satisfactorio ver a las Naciones Unidas actuando para responder a algo que puede ser un beneficio y una amenaza para la humanidad con la celeridad que corresponde a unos problemas que ya son visibles. La Unión Europea aprobó en marzo una ley sobre inteligencia artificial, la primera en el mundo, que, pese a sus deficiencias, muestra, por lo menos, un camino a seguir.
Pero la propia ONU es consciente de sus debilidades institucionales a la hora de proporcionar una respuesta colectiva. Igualmente, cualquier acción tomada como consecuencia de este plan será rechazada de plano por gran parte del sector tecnológico, que repudia cualquier control, nacional o supranacional, sobre sus operaciones. Este sector hará uso de sus herramientas de lobby para buscar cómo influir en el destino de las decisiones multilaterales sobre el asunto, como ya intenta en los Estados y en la UE.
Esa agencia internacional, con todos los inconvenientes del modelo, al menos podría ofrecer una mínima salvaguardia global de los derechos humanos y sociales ante los peligros de la IA, que se va a seguir desarrollando queramos o no. La ONU debe hacer caso a sus propios argumentos e impulsar su fundación cuanto antes.
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