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Limpiarle el culo a un padre

¿En qué condiciones cuidará de sus progenitores ancianos la generación sin casa, la de los salarios precarios, la de los empleos inestables?

Una anciana en una residencia de París.
Una anciana en una residencia de París.STEPHANE DE SAKUTIN (AFP)
Ana Iris Simón

En Los siguientes, la nueva novela de Pedro Simón, a una de las protagonistas su hijo le pide una playstation. Ese mismo día, le ha tocado limpiarle el culo por primera vez a su padre, viudo y con achaques. Aunque trabaja con ancianos y conoce las mejores formas de retirar un pañal dependiendo de si el paciente está sentado o de pie, aquello se le hace rarísimo. Y no lo dice en alto, no se lo comenta ni al chaval ni al anciano, pero piensa: “En la vida hay una bonita pantalla de la Play que te pasas cuando le limpias el culo a tu bebé, y luego hay otra bien fea que te toca cuando tienes delante la mierda del que te la limpió a ti”.

El libro nos lleva a ese momento vital en el que te invitan casi a más tanatorios que cumpleaños. A esa etapa en la cual, muchas veces teniendo aún hijos al cuidado, a uno le toca hacerse cargo de los padres. Suele suceder en torno a los 50, aunque hay excepciones. Una de las personas a las que más quiero aprendió a cambiar pañales quitándoselos a su padre enfermo, así que cuando llegaron sus hijos ya tenía maña. Pero esa es la inversión del proceso, un bug en el videojuego. Lo natural es tener que empezar a cuidar a los padres cuando se está dejando de cuidar tanto a los hijos. Y, en ese momento, comprobar si uno es o no un hijo de puta. Así de crudo lo describe Simón.

Lo leo y me entra el miedo. Con suerte me quedan más de dos décadas para llegar a lo que cuenta: mis padres son poco más mayores que él. Me consuelo pensando que la gente no sabe si es una abuela demasiado joven o una madre demasiado mayor cuando ve a mi madre con mis hijos, y en que hace unos días mi padre me vino chuleando del número de dominadas que se hace en el gimnasio. Pero no puedo evitar pensar en cómo voy a vivirlo, en cómo vamos a vivirlo los de mi quinta. Limpiarle el culo a un padre por vez primera y sentir esa extrañeza de la protagonista de Los siguientes es una experiencia atemporal e intergeneracional. Pero, como sucede con el cuidado de los niños, en el de los padres también hay particularidades.

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¿En qué condiciones cuidará de sus padres ancianos la generación sin casa (sobrepasados los 30, solo el 36% de nosotros somos propietarios), la que se deja el sueldo en alquiler, la de los salarios precarios y los ahorros inexistentes, la de los empleos inestables, la de los campeones de Europa en paro juvenil, la que forma familias casi con 40, así que va a encadenar llevar a sus hijos a la guardería y a sus padres al centro de día? ¿Cómo asumiremos que el forever young está muy bien, pero que un día te llaman y te dicen que tu madre se ha caído, los que hemos crecido con la idea de que uno es lo que produce y consume, nuestra profesión es la biografía de Twitter y nuestros viajes son los stories de Instagram? ¿Cómo nos organizaremos las familias de dos hermanos y uno viviendo en el extranjero, los hijos únicos (que no son pocos), los de padres separados (que somos aún más) a los que nos toque cuidar a una madre con una cadera rota en una casa y a un padre al que hay que monitorizarle la glucosa en otra? Si las preguntas me asustan, las posibles respuestas aún más.

Vuelvo a la lectura acordándome de que mi padre hace unas semanas me dijo que él echaba la Primitiva, pero que lo que realmente pediría si alguien le concediera un deseo es que el tiempo se detuviera, que todo siguiera como está ahora mismo. Seguramente, yo pediría lo mismo: que cada semana venga chuleándose de hacer una dominada más.


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Sobre la firma

Ana Iris Simón
Ana Iris Simón es de Campo de Criptana (Ciudad Real), comenzó su andadura como periodista primero en 'Telva' y luego en 'Vice España'. Ha colaborado en 'La Ventana' de la Cadena SER y ha trabajado para Playz de RTVE. Su primer libro es 'Feria' (Círculo de Tiza). En EL PAÍS firma artículos de opinión.
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