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Red de redes
Columna
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Elon Musk contra Brasil: hipérboles y mentiras

X ha sido clausurada en el gigante sudamericano por orden judicial. Su dueño ha hecho de la plataforma una maquinaria de guerra ideológica

Elon Musk, durante un acto en Cannes (Francia), en junio.
Elon Musk, durante un acto en Cannes (Francia), en junio.Marc Piasecki (Getty Images)
Francesco Manetto

La teoría estética siempre ha considerado inocentes las exageraciones hiperbólicas. Es decir, aquellas desmesuras del lenguaje que, por su desproporción, anuncian su falsedad sin artimañas. Sus metáforas pueden tener cierto sentido en literatura infantil o religiosa, pero hoy dominan también la conversación en las redes sociales. Y su propósito no es tan inocuo. En las últimas horas, la plataforma de Elon Musk, X, ha sido clausurada en Brasil por orden judicial después de que la compañía rechazara suspender seis cuentas próximas al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro. El argumento del juez Alexandre de Moraes es cristalino: esos perfiles difundieron informaciones falsas. Y la respuesta del magnate envilece el debate sobre la libertad de expresión.

“Al actual Gobierno brasileño le gusta llevar el disfraz de una democracia libre, mientras aplasta al pueblo bajo su bota”, lanzó Musk. Pero hay más aseveraciones hiperbólicas del dueño de la red social que los nostálgicos siguen llamando Twitter. “Comenzaremos a publicar la larga lista de delitos de Alexandre de Moraes, junto con las leyes brasileñas específicas que violó, mañana. Obviamente, no necesita acatar la ley estadounidense, pero sí debe acatar las leyes de su propio país. Es un dictador y un fraude, no un juez”, sostuvo.

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Musk defendió la pasada semana incluso al fundador de Telegram. Pável Dúrov, detenido en Francia y puesto en libertad bajo fianza tras ser imputado por encubrimiento de crímenes. Pero la defensa que el empresario hace, entre exageraciones caricaturescas, del derecho a expresarse libremente es, por encima de todo, la defensa de un negocio, su negocio.

Entre las cuentas afectadas por la resolución del juez Moraes figura la de un senador, Marcos do Val, que tras el asalto a los tres poderes del Estado en enero de 2023 aseguró que un asesor de Bolsonaro le invitó a sumarse a un golpe para evitar la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva. El legislador seguía este sábado atacando al magistrado del Supremo, a través de una VPN o red privada virtual que le permitió sortear el bloqueo, caricaturizándolo como un preso de Guantánamo. Mientras tanto, Musk mantenía su batalla: “La libertad de expresión es la base de la democracia y un pseudojuez no electo en Brasil la está destruyendo con fines políticos”.

Las hipérboles no son inocentes porque, dentro y fuera de las redes sociales, hay quien compra sus argumentos. Musk no es solo el dueño de X, sino que ha hecho de su plataforma, que solo en Brasil tiene 22 millones de usuarios, una maquinaria de guerra ideológica. Y, en el tablero estadounidense, utiliza sin disimulo todo su alcance en contra del Partido Demócrata y su candidata, Kamala Harris, y a favor del exmandatario Donald Trump, cuya cuenta fue suspendida en Twitter y Facebook después del asalto al Capitolio. “La libertad de expresión está bajo ataque masivo en todo el mundo”, lanzó Musk al hacerse eco de una publicación en la que la actual vicepresidenta defiende algo tan sencillo como la importancia de hacerse cargo de lo que se pregona.

Trump fue expulsado en su momento de las principales redes por un riesgo de incitación a la violencia, pero el magnate fundó su propia plataforma, Truth Social, donde sigue difundiendo lo que desea. De la misma manera, los seguidores de Bolsonaro o de otro político deseosos de publicar bulos en X lo continuarán haciendo, con toda probabilidad, saltándose las restricciones, mientras que la inmensa mayoría de los usuarios de la red perderán información, conversaciones y tendrán que migrar a otras plataformas. El propio presidente Lula comunicó a su audiencia dónde tendrán que seguirle.

Pero si los mensajes de Musk se nutren de hipérboles poco creíbles, lo mismo hacen muchos de sus adversarios. El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, en sus antípodas ideológicas, acusó la semana pasada a la líder opositora María Corina Machado de formar “un pacto satánico” con el también dueño de Tesla y Starlink. El delirio siempre es transversal.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.
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