_
_
_
_
columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ni federalista ni de izquierdas

El documento pactado por el PSC y ERC defiende los privilegios de Cataluña y reduce la solidaridad hacia las comunidades más pobres

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, en primer término, y el líder del PSC, Salvador Illa, en la sesión constitutiva del Parlament de Cataluña, el pasado 25 de julio.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, en primer término, y el líder del PSC, Salvador Illa, en la sesión constitutiva del Parlament de Cataluña, el pasado 25 de julio.Eric Renom/LaPresse (LaPresse)
Daniel Gascón

El preacuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Salvador Illa es una antología de premisas falsas y vaguedades que asume el marco mental del nacionalismo. En primer lugar, da por cierta la falacia de que los impuestos los pagan los territorios y no los ciudadanos. Una vez más, el socialismo acepta las mentiras del independentismo: la sentencia del Estatut como detonante del procés, el lamento por la judicialización de la política. Suscribe otra superchería: que Cataluña está infrafinanciada. Como ha explicado Ángel de la Fuente, el déficit fiscal de Cataluña se explica porque es uno de los territorios de mayor renta. Ese déficit es mucho menor del “que calcula la Generalitat por un procedimiento sesgado” y se sitúa “en la relación ‘normal’ en España entre renta per cápita y saldo regional”. “La posible inequidad no estaría, por tanto, en el déficit sino en su eliminación”, señala, y eso es lo que busca “la financiación singular”, que pretende que Cataluña recaude e ingrese todos los impuestos de titularidad estatal: el objetivo es aportar menos a la caja común. Reduce la solidaridad: disminuye las obligaciones hacia las comunidades más pobres, porque así son los caminos del Gobierno de progreso. El enfoque es bilateral y no multilateral: el mayor obstáculo del federalismo en España lo representan aquellos que se proclaman federalistas pero en la práctica defienden el confederalismo y los privilegios. Lo crucial para ellos no es tener más, sino tener más que los otros. Por si acaso, el pacto limita una vez más la solidaridad apelando al principio de ordinalidad: dice cómo se tienen que gastar el dinero los demás. Fragmenta la Agencia Tributaria, lo que producirá costes de transición y coordinación. Sin duda, tranquiliza que la cesión de las competencias se negocie con quienes malversaron fondos públicos para atacar el orden constitucional y dicen que lo volverán a hacer. Reducirá los recursos del sistema y de las comunidades beneficiarias. Algunas de las que son receptoras netas pueden volverse contribuyentes. Es posible que otras deban aportar más y acaben pidiendo otro régimen especial. ¿Por qué no deberían hacerlo? Ya dice el Gobierno que es buenísimo y todos somos singulares y tonto el último. Esta transformación hacia un modelo confederal no se hace con un debate o un proyecto de reforma constitucional o estatutaria, sino únicamente para conseguir una investidura. No solo socava la solidaridad entre territorios, reduce la redistribución y amenaza la sosteniblidad del Estado: incrementa la sensación de agravio entre territorios y ciudadanos, y ataca la idea de que compartimos una comunidad.


Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_