Una vía europea para el coche eléctrico chino
Los aranceles a los vehículos producidos en China buscan incentivar la producción en la UE, pero esta no coge velocidad
La Unión Europea ha anunciado nuevos aranceles a los vehículos eléctricos producidos en China, tras la investigación abierta el pasado mes de octubre sobre las ayudas públicas que reciben estas empresas. Se trata de una medida dirigida a proteger a la industria automovilística europea. A diferencia de Estados Unidos, que ha impuesto aranceles del 102% a los automóviles chinos, no pretende bloquear su importación, sino encontrar un camino intermedio para no perjudicar las exportaciones de coches europeos al gigante asiático, un mercado fundamental para la industria alemana.
Bruselas excluye de los aranceles —que varían de una empresa a otra y que pueden alcanzar el 48%— a los vehículos chinos fabricados en suelo europeo, como los que se produzcan en el futuro en la Zona Franca de Barcelona tras el acuerdo firmado el pasado mes de abril entre la china Chery Auto y el fabricante español EV Motors (Ebro). EE UU, sin embargo, se plantea imponer aranceles a los fabricantes chinos instalados en México si intentan entrar por esa vía al mercado estadounidense. Con esta política, la Comisión confía en incentivar no solo la creación de puestos de trabajo, sino en traer a suelo europeo parte de la cadena de suministro que conllevan los coches eléctricos, como la fabricación de baterías y de sus componentes.
El Gobierno chino ha protestado por la decisión, pero la UE abre la puerta a la negociación de estas medidas, que entrarán provisionalmente en vigor el próximo 4 de julio. Bruselas explica que, aunque en este momento la penetración de los coches chinos es baja (unos 400.000 automóviles importados entre abril de 2023 y abril de este año), de continuar al ritmo actual su peso en el mercado europeo podía duplicarse para 2025, ya que su precio es un 20% inferior al de los coches europeos.
Bruselas intenta de esta manera que la transición verde, que tantas tensiones está provocando en sectores como la agricultura o parte de la industria, genere dividendos económicos para los Veintisiete más que provocar un desplazamiento de la producción fuera de la UE. Si las autoridades comunitarias fracasan en su propósito, eso significaría perder el control de la agenda climática y dar alas a los partidos populistas que ya han experimentado un fuerte repunte en las recientes elecciones europeas.
Lo cierto es que la entrada de coches eléctricos en el mercado europeo de manera generalizada se enfrenta a problemas, como los altos precios para el consumidor, la falta de claridad regulatoria y la ausencia de una infraestructura pública que permita la recarga de vehículos, una lentitud en el desarrollo de este mercado de la que se queja la propia industria del automóvil. La progresiva modernización del parque automovilístico es un paso fundamental en la transición energética.
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