_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Porno: el opio del pueblo

No lo dijo Marx, pero la pornografía se está convirtiendo en un enorme problema, un mundo paralelo al real que está carcomiendo los cimientos de la vida en todos los sentidos

Una persona mira un vídeo pornográfico en el móvil.
Una persona mira un vídeo pornográfico en el móvil.Paco Puentes
Najat El Hachmi

Elon Musk, en nombre de la libertad y la democracia (que no del dinero) ha decidido aportar su granito de arena para afianzar la actual y hegemónica pornocracia. Ha cambiado la política de contenidos de X para permitir la difusión de pornografía. Eso sí, siempre y cuando, dicen las nuevas normas de la plataforma, “sean producidos y distribuidos de forma consentida” y “no fomenten la explotación, la falta de consentimiento, la cosificación, la sexualización, el daño a los menores y los comportamientos obscenos.” Lo cual podría ser una definición bastante exacta de lo que es el porno en sí mismo. Ojalá fuera verdad y en X se pusieran manos a la obra a perseguir la explotación sexual audiovisual, pero es poco probable dada la cultura pornificada en la que vivimos.

Con tantos hombres enganchados al onanismo digital, va a ser difícil hacer la revolución. No lo dijo Marx, es cierto, pero el porno se está convirtiendo en un enorme problema social, de salud y de seguridad, un mundo paralelo al real que está carcomiendo los cimientos de la vida humana en todos los sentidos y en todas partes, afectando a la democracia misma. ¿Exagero? Puede ser, pero acuérdense de que el marqués de Sade defendía la prostitución como válvula de escape del Estado para evitar perturbaciones al Gobierno (lo sé por Alicia Puleo y su Dialéctica de la sexualidad). Con el desarrollo tecnológico y la difusión masiva de la pornografía, su efecto aletargador se parece al de ciertas drogas y a todas luces es ya el nuevo opio del pueblo. Por no hablar de las consecuencias devastadoras sobre la sexualidad al colonizar nuestro imaginario más íntimo difundiendo prácticas y comportamientos estandarizados de forma masiva. No puede existir la libertad sexual si, para empezar, ni siquiera tus fantasías son tuyas y tu imaginación está secuestrada por el algoritmo. Aparte del problema más importante sobre el que se cimienta esta pornocracia: la violencia monstruosa sobre las mujeres reales que aparecen en las imágenes, cuyas consecuencias son devastadoras para las víctimas, pero también para los “espectadores”. Lo cual no solo tiene efectos sobre los menores; también los hombres adultos han ido interiorizando cada vez más que el sexo es sinónimo de vejaciones, sometimiento, golpes, insultos y maltrato a la compañera sexual que, a su vez, si también ha estado expuesta a la pornografía o ha sido víctima de violencia sexual en algún momento, acabará asumiendo ese rol de esclava sometida al haber aprendido a erotizar la propia degradación.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_