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RED DE REDES
Columna
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‘Newsletter’ a la ciudadanía

Pedro Sánchez nos asustó a todos con una nueva epístola a los españoles que, por suerte, no abrió ningún periodo de reflexión

Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno de mayo.
Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno de mayo.Claudio Álvarez
Jaime Rubio Hancock

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, causó un microinfarto a miles de españoles el martes por la tarde, cuando compartió en sus redes sociales una “nueva carta a la ciudadanía”.

Recordemos que escribió la anterior a finales de abril, cuando se inició el proceso judicial contra su esposa, Begoña Gómez. En ese texto anunciaba un periodo de cinco días de reflexión que los demás pasamos especulando con la posibilidad de que dimitiera o anunciara un paquete de medidas para regenerar el debate público. El turrómetro alcanzó niveles que no se veían desde los peores momentos del procés. Aunque al final la cosa quedó en nada (de nada), cuando vimos la secuela de la carta en X muchos nos echamos a temblar. La publicaba horas después de que se supiera que el juez ha llamado a declarar a Gómez por los delitos de corrupción privada y tráfico de influencias, lo que podía significar, qué sé yo, 10 o 12 días de reflexión.

Por suerte, la carta no dice gran cosa. Podría haber sido un wasap: “¡Hola! No me quebrarán, abajo la máquina del fango, un abrazo”. Pero en X se vivieron estos temores, que enseguida dieron paso al humor, imagino que para rebajar la tensión. Como cuando un avión pasa por turbulencias fuertes y luego nos reímos todos (“ja, ja, creía que iba a morir y en realidad lo que pasa es que no sé nada de física”).

El periodista Albert Soler ironiza sobre el susto causado por el tuit de Sánchez: “He llegado a un punto que cuando en un restaurante me ofrecen la carta, tengo miedo de que sea alguna de Pedro Sánchez”. @disorientedduck escribe que “Pedro está a una carta más de empezar con querido lector y firmar como Lady Whistledown”, en una referencia a Los Bridgerton. Y la cómica Paula Púa comenta que le ha escrito más cartas Pedro Sánchez que su novio. También hay menciones a que este texto caerá en Selectividad y otros comparan los envíos del presidente con las notas de comunidades de vecinos, como @LaMalagaModerna: “La carta del vecino del 4° C, pegada en el espejo del ascensor”.

Muchos tuiteros piden menos Twitter y más BOE o más ruedas de prensa con preguntas, y con razón, porque al final la misiva no es más que un cartel electoral con mucho texto. Como escribe Carlos E. Cué en su crónica del miércoles, los dos bloques ven el proceso judicial a Begoña Gómez como algo que les puede ayudar a ganar votos en las elecciones al Parlamento Europeo de este domingo. Y en eso están y así se entiende mejor esta nueva epístola a los españoles.

Los partidos de derechas se alegran de que el juez llame a declarar a la esposa del presidente por unos negocios que dan material, como mínimo, para la sospecha y la crítica. Y los de izquierdas, sobre todo el PSOE, lo ven como una excusa para movilizar a los votantes frente a los bulos y la judicialización de la política. Y a esto ayuda que la denuncia de una asociación ultra que ha iniciado el proceso parece escrita por un niño que juega a los abogados después de haber visto dos episodios de Suits.

La carta de Sánchez solo quiere ser otro golpe de efecto. Pero si vamos a tener una carta a la ciudadanía cada tres o cuatro semanas, el efecto se va a perder y acabaremos aburridos de lo que va camino de convertirse en una newsletter a la ciudadanía, como me decía el periodista del equipo de redes de EL PAÍS Pablo Cantó.

Yo preferiría que Sánchez apostara por las cartas, pero las de verdad, no esos pantallazos raros de PDF. Debería imprimir 47 millones de cartas y enviarlas por correo. Y, cuando se tome unos días de vacaciones en verano, nos debería enviar también una postal a la ciudadanía: “Lanzarote está muy bonita y nos está haciendo muy buen tiempo. Ojalá estuvierais aquí con nosotros. Besos”.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Redactor en Ideas y columnista en Red de redes. Antes fue el editor de boletines, ayudó a lanzar EL PAÍS Exprés y pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor. Estudió Periodismo y Humanidades, y es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', y de la novela 'El informe Penkse'.
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