Pedro Sánchez decide seguir “con más fuerza si cabe” tras cinco días de vértigo en el PSOE
El presidente afirma que el respaldo recibido esta semana ha influido en él y promete trabajar “por la regeneración democrática” para que los bulos no dominen la política española
Justo cuando se había instalado el pesimismo total en el PSOE, después de su visita al Rey en La Zarzuela a primera hora de la mañana, Pedro Sánchez ha dado este lunes un nuevo giro en su imprevisible trayectoria política y ha anunciado que no dimite, que se queda y seguirá “con más fuerza si cabe” al frente del Gobierno. No ha abierto la puerta a ninguna de las iniciativas con las que se había especulado, como la de someterse a una cuestión de confianza en el Congreso, y ni siquiera ha explicado cuál es su plan a partir de ahora, qué cambiará, aunque ha prometido que trabajará desde ahora “por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades”, esto es, aunque sin concreción, que está pensando en algún tipo de plan contra los bulos y contra la política tóxica. Pero no ha habido anuncios sorpresa, más allá del más importante, que sigue. Simplemente ha dicho que se queda porque el respaldo recibido en estos días le ha llevado a esa decisión, a pesar de que es consciente de que el origen del problema, esto es, el acoso contra su familia, seguirá e incluso se reforzará. La decisión ha sido recibida con críticas durísimas de la oposición, que augura que la crispación, lejos de rebajarse, aumentará.
Los socialistas, incluidos los miembros de la cúpula, estaban muy preocupados porque Sánchez no le dijo nada a nadie hasta el último momento, ni al Gobierno ni a su partido, y eso les hacía sospechar que estaba ultimando la dimisión. Pero Sánchez, que siempre ha mostrado un gran interés por el relato y por el impacto de un giro de guion en el último momento, volvió a hacerlo y ha sorprendido a casi todos anunciando que sigue. Era la opción en la que querían creer muchos dirigentes consultados en las últimas horas: afirmaban que irse suponía reventar el PSOE y probablemente destruir la imagen pública del propio presidente, que sería tachado de irresponsable. Lo hizo además con un discurso lleno de suspense en los primeros minutos, hasta el punto de que cuando anunció que se quedaba se oyeron perfectamente en la señal de audio de La Moncloa los gritos de alegría de algunos colaboradores, que no sabían qué iba a hacer. En el último momento solo fueron informados, además del rey, con el que despachó a primera hora, María Jesús Montero, Félix Bolaños, Santos Cerdán y Óscar López, a los que el presidente citó en La Moncloa poco antes para contarles, para alivio de todos ellos, que finalmente había decidido quedarse.
Sánchez no ha explicado en su breve intervención sin preguntas y sin periodistas en las escalinatas de La Moncloa qué le ha hecho tomar esta decisión y qué planes tiene a partir de ahora. Esta noche ofrecerá una entrevista en TVE con más detalles, pero en la comparecencia apenas los hubo. Se limitó a afirmar que está muy tocado, él y su familia, pero que han decidido seguir por los apoyos que han recibido estos días. Unas 12.000 personas, según la Delegación del Gobierno, se concentraron el sábado frente a la sede del PSOE en Madrid para pedirle que no dimitiera; cerca de 5.000 marcharon en la capital el domingo bajo el lema “por amor a la democracia” y también hubo una manifestación similar en Valencia con más de 2.000 asistentes. Ese mismo día, víspera del anuncio del presidente, figuras del mundo de la cultura y los líderes de UGT y CC OO le mostraron su apoyo en un acto público en Madrid.
El arranque del discurso de este lunes —que Sánchez ha escrito solo, sin contar con ninguno de sus colaboradores, según fuentes de La Moncloa— dejaba la puerta abierta a la dimisión. “En la carta que escribí a la ciudadanía les planteaba si merecía la pena soportar el acoso que desde hace 10 años sufre mi familia a cambio de presidir el Gobierno de España. Hoy, tras estos días de reflexión, tengo la respuesta clara. Si aceptamos todos, como sociedad, que la acción política permite el ataque indiscriminado a personas y agentes, entonces no merece la pena”, ha comenzado. “Si consentimos que la contienda partidista justifique el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas, entonces no merece la pena. Si permitimos que las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias, entonces no merece la pena. Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento”, seguía. “Si consentimos que los bulos deliberados dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro Estado de derecho, si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido, si en definitiva permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia”, remató para remarcar poco después: “exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores. Y confundir libertad de expresión con libertad de difamación es una perversión democrática de desastrosas consecuencias”.
Ha sido en ese momento del discurso cuando ha dado un giro para descartar la dimisión. “Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella. Lo importante, lo verdaderamente trascendente, es que queremos agradecer de corazón las muestras de solidaridad y de empatía que hemos recibido en todos los ámbitos sociales, y que han sido importantes en la decisión que he tomado. He decidido seguir con más fuerza si cabe al frente de la presidencia del Gobierno de España”, ha dicho. “Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo. Por eso, asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades”.
Sánchez, en plena campaña de las elecciones catalanas del 12 de mayo, apunta a una contraofensiva y pide movilización al mundo progresista. “Solo hay una manera de revertir esta situación. Que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo”. El presidente ha asegurado que “esto no va del destino de un dirigente particular” sino que “se trata de decidir qué tipo de sociedad” se quiere ser. “Nuestro país necesita hacer esta reflexión colectiva. Hoy pido a la sociedad española que volvamos a ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso y herido. Porque los males que nos aquejan forman parte de un movimiento reaccionario mundial [...] Mostremos al mundo cómo se defiende a la democracia. Pongamos fin a este fango de la única manera posible, mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del gobierno de España”, ha rematado.
La euforia se ha desatado inmediatamente en los partidos progresistas, que ya estaba empezando a indignarse ante la posibilidad de que Sánchez lo dejara ahora, con tres años de legislatura por delante. Y en el mundo conservador, que siempre pensó que no se iría, también ha estallado rápidamente la indignación que augura ataques aún más duros de los que ha sufrido hasta ahora. Pedro Sánchez sigue siendo el centro de toda la política española, entre quienes lo apoyan y quienes lo detestan, y vuelve a dar un giro inesperado de consecuencias imprevisibles. El primer test para este enésimo movimiento de impacto del presidente llegará en las elecciones catalanas, dentro de dos semanas.
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