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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fin de época en Sudáfrica

El partido de Nelson Mandela que lideró el fin del apartheid pierde la mayoría absoluta por primera vez en tres décadas de democracia

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, durante las elecciones celebradas la semana pasada.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, durante las elecciones celebradas la semana pasada.Oupa Nkosi (REUTERS)
El País

Por primera vez desde que en 1994 se instauró la democracia y terminó el régimen racista del apartheid, el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido de Nelson Mandela, padre de la Sudáfrica moderna, no tendrá mayoría absoluta en el Parlamento de Ciudad del Cabo. El resultado de las elecciones celebradas el pasado miércoles ha supuesto una estrepitosa caída del CNA, que ahora deberá llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas tras 30 años de hegemonía que han transformado Sudáfrica en un país finalmente democrático, plural y abierto al mundo, pero donde también se han agudizado importantes problemas como la corrupción política, el desempleo y la inseguridad ciudadana.

El CNA ha perdido 17 puntos respecto a los comicios de 2019 hasta caer al 40,2% de los votos. Esto afecta no solo a la aritmética parlamentaria para lograr la gobernabilidad del país, sino a la misma jefatura del Estado. El actual presidente y líder del CNA, Cyril Ramaphosa, deberá lograr ahora los apoyos necesarios para mantenerse en el cargo. El segundo puesto ha sido para el partido de centroderecha liberal Alianza Democrática (DA, en sus siglas en inglés) con casi el 23% de los sufragios, el mejor resultado de su historia. Esta formación, liderada por John Steenhuisen, de raza blanca y considerado un defensor de esa minoría, se encuentra en las antípodas ideológicas del CNA y se ha mostrado en principio muy crítico con la posibilidad de llegar a un acuerdo con la histórica formación, pero en el nuevo panorama político sudafricano nada es descartable.

Pero, en términos de juego político, lo que ha causado verdadero daño al CNA —y puede acabar con la carrera política del presidente Ramaphos— es la irrupción del uMkhonto We Sizwe (La lanza de la nación, MK por sus siglas), un partido creado en diciembre por el expresidente Jacob Zuma, obligado a dimitir en 2018 de la presidencia del país por la misma cúpula del CNA acusado de corrupción. MK ha logrado un espectacular 14,6% de los votos y probablemente exigirá que el presidente Ramaphosa se aparte como condición previa para cualquier tipo de acuerdo. Es la primera vez en la democracia sudafricana en que la abrumadoramente mayoritaria comunidad negra (el 81% de la población) ya no se muestra como un bloque homogéneo en las urnas.

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Ha terminado así en Sudáfrica la prevalencia política absoluta de un CNA sostenido por la figura mítica de Nelson Mandela y su liderazgo en la caída del apartheid. Además de las disputas internas, en los votantes también han pesado los escándalos de corrupción política, una tasa de paro del 33%, que en los jóvenes ronda el 50%, o las alarmantes cifras de inseguridad con un asesinato cada 20 minutos. Estos son verdaderos desafíos a los que se enfrenta el nuevo Parlamento sudafricano y que deben estar en lo alto de la agenda durante la etapa de negociaciones políticas que se avecina.


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