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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pesadilla georgiana

El partido en el poder profundiza su deriva pro-Putin al copiar la ley para vetar medios de comunicación y ONG

Protesta en Tbilisi contra la Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera, el pasado lunes.
Protesta en Tbilisi contra la Ley de Transparencia sobre Influencia Extranjera, el pasado lunes.Irakli Gedenidze (REUTERS)
El País

El Parlamento de Georgia aprobó este lunes una ley que, al igual que en Rusia, permitirá descalificar como agentes extranjeros a los medios de comunicación y a las ONG que reciban más de un 20% de financiación exterior. Es la ley rusa, según la denominación popular, no tan solo por la inspiración autoritaria de la lista negra que pretende crear, sino también por su utilización como obstáculo para la candidatura de Georgia a la Unión Europea, reconocida en diciembre pasado por Bruselas y considerada por Moscú, al igual que sucedió con Ucrania, como parte de la ofensiva occidental contra el mundo ruso.

Los parlamentarios llegaron a las manos en el hemiciclo. Millares de manifestantes fueron brutalmente dispersados por la policía, tal como ha venido ocurriendo desde el pasado año, cuando se produjo un primer intento de restricción de las libertades públicas por parte del partido del Gobierno. Es inevitable el paralelismo entre las violentas jornadas en Tbilisi y las protestas del Maidán ucranio en 2014 en favor del acuerdo entre Bruselas y Kiev, rechazado por el entonces presidente prorruso Viktor Yanukóvich. Como le sucedió a Ucrania entonces, Georgia perdió en 2008 la guerra frente a Rusia, que mantiene todavía sus tropas en las repúblicas separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, escindidas en 2008 gracias a las tropas de Moscú.

Desde entonces, el Kremlin ha emprendido una guerra híbrida de infiltración e interferencia política, hasta controlar el partido del Gobierno, denominado Sueño Georgiano, a través de su fundador, Bidzina Ivanishvili, ex primer ministro y oligarca que hizo su fortuna en Rusia. En el poder desde hace 12 años, es una formación que ha derivado hacia posiciones reaccionarias y tradicionalistas. Apoya la integración europea formalmente, pero en los hechos obedece las órdenes de Putin. Rusia ya ha perdido mucha influencia en el Cáucaso, como resultado de las guerras entre Armenia y Azerbaiyán, que han llevado a la primera a mirar hacia Bruselas y a la segunda hacia Ankara. Putin no quiere ahora perder Georgia.

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La ley rusa es un paso decisivo en esta deriva putinista en Georgia. Sueño Georgiano tiene bajo su control casi todas las instituciones del Estado, a excepción de la presidencia de la república y único contrapeso sin poder efectivo. La orientación definitiva de la república en favor de Moscú o de Bruselas se jugará en las elecciones legislativas de octubre, en las que el partido de Ivanishvili intentará controlar el Gobierno cuatro años más y perpetuarse como un partido único, tarea facilitada por esta ley que limitará el control exterior del proceso electoral por parte de ONG y medios de comunicación.

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