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Columna
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Guerras de nuestros hijos

Tanto ‘Civil War’ como ‘Nuclear War. A Scenario’ asustan y avisan: el monstruo quizás está más cerca de todos nosotros de lo que hemos creído en los últimos 40 años

Kirsten Dunst, en una imagen de la película 'Civil War'.
Kirsten Dunst, en una imagen de la película 'Civil War'.Murray Close
Lluís Bassets

Estalla la guerra civil. El presidente de Estados Unidos se ha situado por encima de la Constitución y ha prolongado ilegalmente su presidencia. Solo empezar, anuncia la mayor victoria militar sobre los insurrectos que haya visto la historia de la humanidad. No hay precisiones sobre la identidad de los contendientes, pero la hipérbole presidencial y el racismo genocida del que hacen gala unos milicianos nos dan algunas pistas.

Virulentos disturbios, atentados suicidas, ciudades bombardeadas, brutalidad policial y militar, ejecuciones sumarias, matanzas de civiles, fosas comunes, torturas… hasta el asalto final de la Casa Blanca y la ejecución del presidente. Pasan ante nuestros ojos imágenes de las atrocidades de medio siglo XX y de lo que llevamos del XXI, como si todas las guerras, desde Vietnam hasta Gaza, se hubieran concentrado en una sola. La protagonista, una veterana reportera gráfica, resume el sentido de la película: “Cuando cubría una guerra, me lo tomaba como si estuviera mandando mensajes a casa: no caigamos en esto. Pero ya ves, en eso estamos”.

La advertencia es la sustancia de Civil War, la película de Alex Garland, un ejercicio imaginario que perturba la falta de imaginación causada por la inercia y el bienestar. Annie Jacobsen, periodista especializada en temas militares, en cambio, no la ha necesitado para armar Nuclear War. A Scenario, una narración distópica sobre una guerra nuclear global. Documentada a partir de hechos, datos y entrevistas con consejeros presidenciales, científicos e ingenieros nucleares, mandos militares o analistas de inteligencia, nos cuenta la guerra apocalíptica que destruye solo en 72 minutos lo que la humanidad ha levantado en 12.000 años.

Empieza por el lanzamiento desde Corea del Norte de un cohete intercontinental sobre Washington. Tal ataque provocaría la primera guerra nuclear y probablemente la última, porque apenas quedaría vida sobre el planeta como resultado del intercambio masivo de disparos, en el que enseguida entraría Rusia. Es una lectura recomendable para acompañar los días en que los cohetes estratégicos rusos desfilan en la Plaza Roja ante Putin y el Kremlin anuncia maniobras de guerra nuclear táctica. No es fácil distinguir entre uso táctico y estratégico, puesto que las armas tácticas suelen llevan una carga entre 1 y 50 kilotones, una dimensión en la que hoy se incluiría las que cayeron sobre Hiroshima (15 kilotones) y Nagasaki (21).

De la narración salen malparados los conceptos asociados al arma nuclear como instrumento de paz: la disuasión, la respuesta flexible, la escalada para desescalar… Los sistemas de prevención, seguimiento e intercepción se revelan insuficientes y al final sucede lo que ya se sabía: que una guerra con armas nucleares termina en un holocausto. Tanto la película como el libro asustan y avisan: el monstruo de la guerra quizás está más cerca de todos nosotros de lo que hemos creído en los últimos 40 años.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).
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